viernes, 1 de diciembre de 2017

PALABRA DE VIDA DE DICIEMBRE DE 2017

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
En su casa de Palestina, un lugar anónimo en la periferia del potente Imperio Romano, una mujer joven recibe una visita inesperada y estremecedora: un mensajero de Dios le trae una invitación y espera su respuesta.
«Alégrate», le dice el ángel al saludarla; y luego le revela el amor gratuito de Dios por ella y le pide que colabore en el cumplimiento de su designio sobre la humanidad.
María acoge con estupor y alegría el don de este encuentro personal con el Señor y, por la plena confianza que deposita en el amor de Dios, también ella se entrega totalmente a este proyecto aún desconocido.
Imagen de FANO
Con su «¡Heme aquí!» generoso y total, María se pone con decisión al servicio de Él y de la humanidad y, con su ejemplo, indica a todos un modo luminoso de adhesión a la voluntad de Dios.
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Meditando esta frase del Evangelio, Chiara Lubich escribió: «Para cumplir sus designios, Dios solo necesita personas que se entreguen a Él con toda la humildad y la disponibilidad de una esclava. Con su actitud, María -verdadera representante de la humanidad, cuyo destino asume- deja todo el espacio a Dios para su actividad creadora. Pero ya que “siervo del Señor”: además de expresar humildad era también un título de nobleza que se atribuía a los grandes servidores de la historia de la salvación, como Abrahán, Moisés, David y los profetas, con estas palabras María afirma toda su grandeza».
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
También nosotros podemos descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y escuchar esa «palabra» que nos dirige a cada uno para invitarnos a hacer realidad en la historia, aquí y ahora, un fragmento de su designio de amor. Pero podríamos sentirnos bloqueados por nuestra fragilidad y por una sensación de ineptitud. En ese caso, hagamos nuestra la palabra del ángel: «Nada es imposible para Dios» (Lc 1, 37) y confiemos en su poder más que en nuestras fuerzas.
Es una experiencia que nos libera de condicionamientos y de la presunción de bastarnos a nosotros mismos, pone de manifiesto nuestras mejores energías y unos recursos que no creíamos tener y nos hace capaces de responder con el amor.
Cuenta una pareja de casados: «Desde el comienzo de nuestro matrimonio abrimos nuestra casa a los familiares de niños hospitalizados en la ciudad donde vivimos. Han pasado por casa más de cien familias, y siempre hemos procurado ser una familia para ellos. Muy a menudo la Providencia nos ha ayudado a sostener económicamente esta acogida, pero contando con nuestra disponibilidad previa. Hace poco recibimos una suma de dinero y pensamos dejarla en reserva: seguro que le vendría bien a alguien. De hecho, al poco tiempo nos llegó otra petición. Es todo un juego de amor con Dios, y nosotros solo tenemos que ser dóciles y estar al quite».
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
A vivir esta frase del Evangelio nos puede ayudar la sugerencia de Chiara de acoger la Palabra de Dios como hizo María: «...con total disponibilidad, sabiendo que no es palabra de hombre. Siendo Palabra de Dios, contiene en sí la presencia de Cristo. Así pues, acoge a Cristo en ti en su Palabra. Y con una prontitud muy activa, ponla en práctica momento a momento. Si lo haces, el mundo volverá a ver pasar a Cristo por las calles de nuestras ciudades modernas; a Cristo en ti, vestido como todos, trabajando en las oficinas, en las escuelas, en los lugares más variados, en medio de todos».
La imagen es de FANO
En este tiempo de preparación para la Navidad, busquemos también nosotros, como hizo María, algún rato para estar cara a cara con el Señor, por ejemplo leyendo una página del Evangelio.
Procuremos reconocer su voz en nuestra conciencia, iluminada así por la Palabra y sensible ante las necesidades de los hermanos con los que nos cruzamos.
Preguntémonos: ¿de qué modo puedo ser una presencia de Jesús hoy y así contribuir, allí donde vivo, a transformar la convivencia humana en una familia?
El «Heme aquí» con el que responderemos hará que Dios siembre la paz en torno a nosotros y acreciente la alegría en nuestro corazón.

LETIZIA MAGRI 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

ALBOLODUY RECIBE LAS RELIQUIAS DE SU PÁRROCO MÁRTIR, D. ÁNGEL NOGUERA Y DE OTROS CUATRO BEATOS MÁRTIRES

El pasado fin de semana (sábado 11 de noviembre) la Parroquia de San Juan Bautista de Alboloduy se vistió con sus mejores galas para recibir la sagrada reliquia del Beato Ángel Noguera Gallegos, su Párroco Mártir. Todo el pueblo inundó el espacioso templo para tan magno acontecimiento. Asistió la Alcaldesa, Dª Sonia Guil, los emocionados familiares de los Beatos Mártires y la totalidad de las Cofradías acelgueras.
La Santa Misa fue presidida por el Párroco, D. Andrés Francisco Rodríguez Quesada, y cantada por el Coro Parroquial. En la homilía se destacó el carácter sacerdotal de los Beatos, así como su coherencia martirial en aquellas difíciles jornadas de nuestra historia común.


Tras la solemne Eucaristía, los niños del pueblo realizaron una conmovedora ofrenda de coronas de laurel y cirios ante el primoroso altar que acogía la memoria de los Beatos Mártires. Sobre éste se situaba la sagrada reliquia del Beato Ángel en la teca que el Sr. Obispo entregó a la Parroquia. También se encontraba el banderín de cantamisano del Beato José Gómez Matarín, así como la banda de su ordenación, el recordatorio de su Primera Misa y su Breviario. Los fieles pudieron venerar con devoción la sagrada reliquia, siendo obsequiados con un tríptico que sintetiza las biografías de los Beatos Mártires y reproduce las fotografías de sus rostros.
Concluido el acto devocional el Párroco de la Concepción de Albox, D. Antonio Jesús Saldaña Martínez, impartió una conferencia acerca de la Persecución Religiosa del siglo XX en España y presentó una atractiva biografía de cada uno de los Beatos Mártires de Alboloduy. Comenzó por la figura del Párroco, el Beato Ángel Noguera Gallego, que había llegado un año antes al pueblo y que murió mártir con tan solo veintisiete años. Continúo con la biografía del Beato José Gómez Matarín, presbítero nacido en Alboloduy y que fue Párroco de Íllar. Después habló del Beato Antonio García Padilla, que también nació en el pueblo y fue Párroco de Huércal de Almería. Terminó trazando la trayectoria del Beato Francisco Manzano Cruz, abderitano que fue Coadjutor de Alboloduy y, desde allí, preparó para su ingreso en el Seminario al célebre Monseñor D. Alberto Gómez Matarín.

Finalmente, el Párroco cerró la velada con una invitación a recoger la memoria de los Beatos Mártires de Alboloduy y difundir su devoción a las nuevas generaciones.

viernes, 17 de noviembre de 2017

FIESTA DEL BEATO ANGEL NOGUERA GALLEGOS.

6 DE NOVIEMBRE: 
CELEBRACIÓN LITÚRGICA DEL BEATO  JOSÉ ÁLVAREZ BENAVIDES, PRESBÍTERO Y COMPAÑEROS MÁRTIRES DE ALMERÍA.

Cuando aún recordamos con emoción y agradecimiento los actos de Beatificación del pasado 25 de marzo, la Iglesia de Almería volvía a convocarnos para celebrar el don de nuestros mártires, y esta vez en el día en el que se recordaba su memoria litúrgica,  el 6 de noviembre: “José Álvarez-Benavides, presbítero y compañeros mártires
Para nosotros era un día de fiesta y así nos proponíamos vivirlo, trasladándonos desde Granada a Almería.



En el templo catedralicio, D. Adolfo celebraba la Santa Misa acompañado de muchos sacerdotes y numerosos fieles, entre los que se encontraban familiares de los mártires.
Terminada la Eucaristía, en un ambiente de peregrinación, nos dirigimos a la Iglesia Rectoral de San Miguel Arcángel de San Miguel de las Salinas en el Cabo de Gata, donde se procedió a la entrega a los familiares y párrocos, de tecas con reliquias de los Beatos que fueron identificados. D. Adolfo explico que no se han podido recuperar e identificar un gran número de cuerpos enterrados en fosas comunes.



Fue un emotivo momento de oración de acción de gracias y de alabanza, también de súplica de intercesión de nuestros mártires.



Terminada la entrega de las reliquias, se procedió a la bendición de la cripta martirial que acoge los restos de los Mártires, a la que accedimos todos los asistentes en una actitud de recogimiento, de oración y suplica para que intercedan por nosotros.



Costará trabajo olvidar esta mañana por la experiencia vivida, por el recuerdo de nuestros familiares, sobre todo por los que los acompañaron esos días de dolor y sufrimiento y que hoy ya no están entre nosotros, como es el caso de Antonia, la hermana del Beato Ángel Noguera.




jueves, 2 de noviembre de 2017

PALABRA DE VIDA DE NOVIEMBRE DE 20I7.

«El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11).
Dirigiéndose a la muchedumbre que lo seguía, Jesús anunciaba la novedad del estilo de vida de quienes quieren ser sus discípulos, un estilo «a contracorriente» con respecto a la mentalidad más difundida (cf. Mt 23,1-12).
En su tiempo, al igual que hoy, era común hacer discursos moralistas y luego no vivir con coherencia, sino más bien buscar para uno mismo puestos de prestigio social, modos de destacar y de servirse de los demás para conseguir ventajas personales.
Jesús les pide a los suyos una lógica completamente distinta en las relaciones con los demás; la que Él mismo vivió:

La imagen es de la red
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor»,
En un encuentro con personas deseosas de descubrir cómo vivir el Evangelio, Chiara Lubich compartió así su experiencia espiritual:
«Debemos dirigir siempre la mirada al único Padre de muchos hijos. Después, mirar a todas las criaturas como hijas del único Padre... Jesús, modelo nuestro, nos enseñó solo dos cosas, que son una: a ser hijos de un solo Padre y a ser hermanos los unos de los otros... Así pues, Dios nos llamaba a la fraternidad universal».
Aquí está la novedad: en amar a todos como hizo Jesús, porque todos -tú, yo, cualquier persona en esta tierra- son hijos de Dios, amados y esperados por Él desde siempre.
Así descubrimos que el hermano al que hay que amar concretamente, con los músculos, es cada una de las personas que se cruzan con nosotros cada día. Es mi padre, mi suegra, mi hijo pequeño o ese más rebelde; el preso, el mendigo, el discapacitado; el jefe y la señora de la limpieza; el compañero de partido y quien tiene ideas políticas distintas de las mías; el que es de mi credo y cultura y también el extranjero.
La actitud propiamente cristiana para amar al hermano es servirle:

La imagen es de la red
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor»,
Dice, también Chiara: «Aspirar continuamente al primado evangélico poniéndonos lo más posible al servicio del prójimo [...] Y ¿cuál es el mejor modo de servir? Hacernos uno con cada persona con que nos encontramos, sintiendo en nosotros sus sentimientos: resolverlos como cosa nuestra, que hemos hecho nuestra por amor [...] Es decir, dejar de vivir replegados en nosotros mismos, procurar llevar sus pesos y compartir sus alegrías».
Cualquier capacidad y cualidad positiva que tengamos, todo aquello por lo que podríamos sentirnos «grandes», es una oportunidad de servicio irrenunciable: la experiencia en el trabajo, la sensibilidad artística, la cultura; así como la capacidad de sonreír y de hacer reír; el tiempo que dedicamos a escuchar a alguien que duda o que sufre; las energías de la juventud, como también la potencia de la oración cuando fallan las fuerzas físicas.
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor».
Y este amor evangélico desinteresado enciende antes o después en el corazón del hermano el mismo deseo de compartir, renueva las relaciones en la familia, en la parroquia, en los lugares de trabajo o de diversión, y sienta las bases de una nueva sociedad.
Cuenta Hermez, un adolescente de Oriente Próximo: «Era domingo, y nada más despertarme le pedí a Jesús que me iluminase para amar todo el día. Mis padres se habían ido a misa y se me ocurrió limpiar y ordenar la casa. Procuré esmerarme en los detalles y ¡hasta puse flores en la mesa! Luego preparé el desayuno disponiéndolo bien todo. Cuando volvieron mis padres, se mostraron sorprendidos y felices. Aquel domingo desayunamos con una alegría como nunca, dialogamos sobre muchas cosas, y pude compartir con ellos los gestos de amor que había hecho durante toda la semana. Aquel pequeño acto de amor le había dado el tono a un día espléndido».

LETIZIA MAGRI 

jueves, 5 de octubre de 2017

PALABRA DE VIDA DE OCTUBRE DE 2017.

«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo» (Flp 2, 5).
El apóstol Pablo escribe una carta a la comunidad cristiana de la ciudad de Filipo mientras está en la cárcel a causa de su predicación. Precisamente él ha sido el primero en llevar allí el Evangelio, y muchos han creído y se han comprometido con generosidad en la nueva vida, testimoniando el amor cristiano después de que Pablo haya tenido que irse. Estas noticias le dan una gran alegría, y por eso su carta está llena de afecto a los filipenses.
Pablo los alienta a progresar, a seguir creciendo personalmente y como comunidad, y para ello les recuerda su modelo, del cual aprender el estilo de vida evangélico.
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo».
Y ¿qué «sentimientos» son esos? ¿Cómo es posible conocer los deseos profundos de Jesús para poder imitarlo?
Pablo ha comprendido que Cristo Jesús, el Hijo de Dios, se vació de sí mismo y vino en medio de nosotros; se hizo hombre, totalmente al servicio del Padre, para permitirnos a nosotros convertirnos en hijos de Dios.
Llevó a cabo su misión viviendo toda su existencia de este modo: abajándose continuamente para ponerse a la altura de los más pequeños, los débiles e inseguros, y así aliviarlos y que se sintiesen por fin amados y salvados: el leproso, la viuda, el extranjero, el pecador.
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo».

La imagen es de Fano
Para reconocer y cultivar en nosotros los sentimientos de Jesús, reconozcamos ante todo en nosotros la presencia de su amor y el poder de su perdón; luego mirémoslo a Él y hagamos nuestro su estilo de vida, que nos apremia a abrir el corazón, la mente y los brazos para acoger a cada persona tal como es. Evitemos cualquier juicio a los demás, y en lugar de eso dejemos que nos enriquezca lo positivo de cada persona con quien nos encontramos, aunque esté oculto tras un cúmulo de miserias y errores y nos parezca una «pérdida de tiempo» buscarlo.
El sentimiento más fuerte de Jesús que podemos adoptar es el amor gratuito, la voluntad de ponernos a disposición de los demás con nuestros pequeños o grandes talentos, para construir con valentía y concretamente relaciones positivas en todos los lugares donde vivimos; es saber afrontar también las dificultades, incomprensiones y divergencias con espíritu de mansedumbre y con la determinación de encontrar caminos de diálogo y de concordia.
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo».
Chiara Lubich, que durante toda la vida se dejó guiar por el Evangelio y experimentó su poder, escribió: «Imitar a Jesús significa comprender que los cristianos tenemos sentido si vivimos por los demás, si concebimos nuestra existencia como un servicio a los hermanos, si planteamos toda nuestra vida sobre esta base. Entonces habremos realizado lo que más le importa a Jesús. Habremos comprendido el Evangelio. Y seremos en verdad bienaventurados».

LETIZIA MAGRI 

viernes, 1 de septiembre de 2017

PALABRA DE VIDA SEPTIEMBRE DE 2017.

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16, 24).
Jesús está en la plenitud de su vida pública, en medio de su anuncio de que el Reino de Dios está cerca, y se prepara para ir a Jerusalén. Sus discípulos, que han intuido la grandeza de su misión y han reconocido en ÉI al Enviado de Dios que todo el pueblo de Israel aguardaba, esperan por fin liberarse del poder de Roma y ver el alba de un mundo mejor, portador de paz y prosperidad.
Pero Jesús no quiere alimentar esas ilusiones; dice claramente que su viaje hacia Jerusalén no lo llevará al triunfo, sino más bien al rechazo, al sufrimiento y a la muerte; revela también que al tercer día resucitará. Son palabras tan difíciles de entender y de aceptar que Pedro reacciona y muestra su rechazo a un proyecto tan absurdo; incluso intenta disuadir a Jesús.
Después de una seria regañina a Pedro, Jesús se dirige a todos los discípulos con una invitación desconcertante:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Con estas palabras, ¿qué les pide Jesús a sus discípulos de ayer y de hoy? ¿Quiere que nos despreciemos a nosotros mismos, que nos volquemos todos en una vida ascética? ¿Nos pide que busquemos el sufrimiento para ser más gratos a Dios?
Esta Palabra nos exhorta más bien a seguir los pasos de Jesús acogiendo los valores y exigencias del Evangelio para parecernos cada vez más a Él. Lo cual significa vivir con plenitud la vida entera, como hizo Él, incluso cuando aparece en el camino la sombra de la cruz.

El dibujo es de Fano
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
No podemos negarlo: cada uno tiene su cruz. El dolor, con sus variadas caras, forma parte de la vida humana, pero nos parece incomprensible, contrario a nuestro deseo de felicidad. Pero ahí es precisamente donde Jesús nos enseña a descubrir una luz inesperada. Como sucede cuando, al entrar en algunas iglesias, descubrimos lo maravillosas y luminosas que son sus vidrieras, que desde fuera parecían oscuras y sin belleza.
Si queremos seguirlo, Jesús nos pide que trastoquemos completamente nuestros valores, quitándonos nosotros del centro del mundo y rechazando la lógica de buscar el interés personal. Nos propone que prestemos más atención a las necesidades de los demás que a las nuestras; que usemos nuestras energías para hacer felices a los demás, como Él, que no perdió ocasión de consolar y dar esperanza a aquellos con quienes se encontraba. Y por este camino de liberación del egoísmo podemos comenzar a crecer en humanidad, a conquistar la libertad que realiza plenamente nuestra personalidad.
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».
Jesús nos invita a ser testigos del Evangelio aun cuando esta fidelidad sea puesta a prueba por pequeñas o grandes incomprensiones del entorno social en que vivimos. Jesús está con nosotros, y quiere que nos juguemos la vida con Él por el ideal más atrevido: la fraternidad universal, la civilización del amor.
Esta radicalidad en el amor es una exigencia profunda del corazón humano, tal como atestiguan personalidades de tradiciones religiosas no cristianas que han seguido la voz de la conciencia hasta el fondo. Escribe Gandhi: «Si alguien me matase y yo muriese con una oración por mi asesino en los labios y el recuerdo de Dios y la consciencia de su viva presencia en el santuario de mi corazón, solo entonces se podrá decir que poseo la no-violencia de los fuertes».
Chiara Lubich encontró en el misterio de Jesús crucificado y abandonado la medicina para sanar cualquier herida personal y cualquier desunidad entre personas, grupos y pueblos, y compartió con muchos este descubrimiento. En 2007, con ocasión de un congreso de movimientos y comunidades de distintas Iglesias en Stuttgart (Alemania), escribió:
«También cada uno de nosotros sufre en la vida dolores por lo menos un poco semejantes a los de Él. [...] Cuando sentimos [...] estos dolores, acordémonos de Él, que los hizo suyos: son poco menos que una presencia de Él, un modo de participar en su dolor. Hagamos como Jesús, que no permaneció petrificado, sino que añadió a ese grito las palabras: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" (Lc 23, 46) Y volvió a abandonarse en el Padre.
Como Él, también nosotros podemos ir más allá del dolor y superar la prueba diciéndole: "En ella te amo a ti, Jesús abandonado; te amo a ti, me recuerda a ti, es una expresión de ti, un rostro tuyo”. Y si en el momento siguiente nos lanzamos a amar al hermano y a la hermana y a hacer lo que Dios quiere, la mayoría de las veces experimentamos que el dolor se transforma en alegría [...]. Los pequeños grupos en que vivimos [...] pueden conocer pequeñas o grandes divisiones. También en ese dolor podemos ver su rostro, superar ese dolor en nosotros y hacer lo que sea con tal de recomponer la fraternidad con los demás. [...] La cultura de la comunión tiene como camino y modelo a Jesús crucificado y abandonado».

LETlZIA MAGRI 

martes, 1 de agosto de 2017

PALABRA DE VIDA DE VIDA DE AGOSTO DE 2017

«Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas» (Sal 145,9).
Este salmo es un canto de gloria para celebrar la realeza del Señor, que domina sobre toda la historia: es eterna y majestuosa, pero se expresa en la justicia y en la bondad y se parece más a la cercanía de un padre que al poder de un dominador.
Dios es el protagonista de este himno, que revela su ternura sobreabundante como la de una madre: Él es misericordioso, piadoso, lento a la ira, grande en el amor, bueno con todos ...


La bondad de Dios se ha manifestado hacia el pueblo de Israel, pero se extiende sobre todo lo que ha salido de sus manos creadoras, sobre cada persona y sobre toda la creación.
Al final del salmo, el autor invita a todos los vivos a unirse a este canto para multiplicar su anuncio, en un armonioso coro de muchas voces: «Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas».
Dios mismo confió la creación a las manos laboriosas del hombre y de la mujer, como libro abierto en el que está escrita su bondad. Y ellos están llamados a colaborar en la obra del Creador y a añadir páginas de justicia y de paz caminando según su designio de amor.
Pero, por desgracia, lo que vemos a nuestro alrededor son las muchas heridas infligidas a personas muchas veces indefensas y al entorno natural. Y es debido a la indiferencia de muchos y al egoísmo y la voracidad de quienes explotan las grandes riquezas del entorno solo para sus intereses, en perjuicio del bien común.
En los últimos años se ha abierto camino en la comunidad cristiana una nueva consciencia y sensibilidad en favor del respeto a la creación; desde esta perspectiva podemos recordar muchos llamamientos autorizados que nos animan a redescubrir la naturaleza como espejo de la bondad divina y patrimonio de toda la humanidad.
Así lo expresa el patriarca Bartolomé I en su Mensaje para la Jornada de la Creación del año pasado: «Se requiere una vigilancia continua, formación y enseñanza, de modo que quede clara la relación de la crisis ecológica actual con las pasiones humanas [...] cuyo [...] resultado y fruto es la crisis ambiental en que vivimos. Por tanto, el único camino lo constituye el retorno a la belleza antigua [...] de la moderación y de la ascesis, que pueden llevar a gestionar sabiamente el entorno natural. En particular la avidez, con la satisfacción de las necesidades materiales, lleva con certeza a la pobreza espiritual del hombre, la cual comporta la destrucción del entorno natural».
Y el papa Francisco ha escrito en el documento Laudato si: «El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno solo puede ser gratuito [...]. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes aunque no se sometan a nuestro control. [...] Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos».


Así pues, aprovechemos algún rato libre de las tareas laborales, o todas las ocasiones que tengamos durante el día, para dirigir la mirada a la profundidad del cielo, la majestad de las cimas y la inmensidad del mar, o si no a una simple brizna de hierba que ha brotado a la orilla del camino. Nos ayudará a reconocer la grandeza del Creador amante de la vida y a encontrar la raíz de nuestra esperanza en su infinita bondad, que todo lo envuelve y acompaña.
Elijamos para nosotros y para nuestra familia un estilo de vida sobrio, respetuoso con las exigencias del entorno y proporcionado a las necesidades de los demás, para enriquecernos de amor. Compartamos los bienes de la tierra y del trabajo con los hermanos más pobres y testimoniemos esta plenitud de vida y de alegría haciéndonos portadores de ternura, benevolencia y reconciliación en nuestro entorno.

LETIZIA MAGRI 

viernes, 28 de julio de 2017

ENTREGA DE LAS RELIQUIAS DE LOS MÁRTIRES BEATIFICADOS A LAS DIÓCESIS DE GUADIX Y GRANADA

El pasado lunes, 24 de julio se han entregado en el Seminario-Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce los restos de los mártires que fueron beatificados el pasado 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor en el Palacio de Congresos de Aguadulce. Son los restos de los sacerdotes de las parroquias que en la persecución pertenecían a las diócesis de Granada y de Guadix.
Se han segregado las reliquias que quedan en Almería y que serán veneradas junto a las reliquias de los beatos almerienses de nacimiento. En un acto cargado de emoción se han entregado los restos en las cajas preparadas a tal efecto, una vez que los restos han sido tratados sanitariamente y consolidados. Las cajas llevan el sello en lacre del Obispo de Almería, conforme es preceptivo; y las reliquias visibles van en tecas para ser colocadas en los relicarios parroquiales y para veneración de los fieles.


Recibieron los restos los señores Vicarios y delegados del clero de las diócesis vecinas, y un representante del Arzobispo y la Secretaria de la Provincia eclesiástica de Andalucía Oriental. La entrega la realizó el Obispo almeriense acompañado del Vicario judicial y Delegado episcopal para las Causas de los Santos, D. José Juan Alarcón; la Canciller, Dña. María del Mar López Andrés; y el Promotor de Justicia, D. Eduardo Muñoz. El Obispo tuvo una breve alocución explicando los procesos de exhumación y los trabajos de identificación realizados en Almería. La Canciller como Notaria mayor de la Curia episcopal leyó el documento notarial de entrega, documentación que fue firmada por todos los miembros de la parte almeriense como acta notarial. Se entregó asimismo la medalla de los mártires a los miembros de las delegaciones de Granada y Guadix, y asimismo una medalla con destino a la Capilla Real de Granada.
Terminada la entrega, un furgón fúnebre trasladaba los restos de los sacerdotes de la archidiócesis de Granada a la capital metropolitana, donde los esperaba el Arzobispo y los fieles a la puerta de la Catedral metropolitana. También los restos de los sacerdotes de Guadix y las reliquias de los mártires que se entregaron para veneración de los fieles fueron trasladados a la Catedral de Guadix. Algunos de estos restos serán entregados tanto en Granada como en Guadix a las iglesias parroquiales donde descansaron hasta la beatificación, para ser ahora ubicados en urnas donde puedan ser venerados por los fieles.

*  *  *  *  *   *

Guadix y Granada tienen desde el pasado mes de julio los restos de los granadinos que fueron hechos mártires en la beatificación celebrada en Aguadulce el pasado mes de marzo. Desde el Obispado de Almería se explica a Diario de Almería que son cajas que en Almería se van a llevar a las parroquias o a las salinas o a los familiares.
En un texto disponible en la página web de la Archidiócesis de Granada que en la Solemnidad de Santiago Apóstol, "los restos de los nuevos beatos Ángel Noguera Gallegos, Andrés Molina y Segundo Arce Manjón presidieron la celebración". Además, especifica que "también en el altar se encontraban de una manera conjunta los restos de los beatos Facundo Fernández Rodríguez, Manuel López Álvarez, Gregorio Martos, Juan Moreno Juárez y Juan Muñoz Quero. Estos últimos cinco corresponden a los que han sido encontrados, sepultados en el cementerio de Válor", aunque la información añade que la Diócesis de Granada recibió "las reliquias, pero no los restos completos, de Luis Almécija, Lisardo Carretero, José Lara, Manuel Lucas, Juan Segura y Eduardo Valverde".

Según relata la información publicada en la Archidiódesis granadina, la entrega tuvo lugar , el pasado 24 de julio, de manos del Obispo de Almería, Adolfo González-Montes, "quien, en un sencillo acto celebrado en la Casa de Espiritualidad Reina y Señora de Aguadulce, firmaba las actas de entrega". Además, informa de que "junto a la entrega de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, también se entregaron los restos de los nuevos beatos accitanos a la Diócesis de Guadix, presente en el mismo acto. Dichas actas también fueron rubricadas por los miembros de ambas diócesis asistentes a la entrega".



miércoles, 26 de julio de 2017

ACOGIDA DE LOS NUEVOS BEATOS GRANADINOS PARA SU PRÓXIMA VENERACIÓN.

Coincidiendo con la llegada a nuestra Diócesis de los restos y reliquias de los granadinos beatificados cuatro meses antes en Aguadulce (Almería), la S.I Catedral acogió en la Solemnidad de Santiago Apóstol la Eucaristía con la que recibía los restos y reliquias de dichos nuevos beatos.
Ante el altar mayor de la Catedral, los restos de algunos de los nuevos beatos presidían la Santa Misa oficiada por el Arzobispo Mons. Javier Martínez y concelebrada por algunos sacerdotes diocesanos, entre ellos el Delegado episcopal para esta beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Delegado diocesano para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y el Vicario General D. Francisco Javier Espigares.
A la Santa Misa acudieron también fieles, entre ellos familiares de los nuevos beatos, que fueron beatificados el pasado 25 de marzo en Aguadulce, en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX. Todos ellos murieron perdonando a sus verdugos sin renunciar a la fe.



RESTOS Y RELIQUIAS.
“Hoy tenemos la alegría de recibir los restos de algunos de ellos, de aquellos que se han podido encontrar los restos, porque no todos los restos han podido ser inventariados”, señaló el Delegado episcopal para la beatificación en Almería. D. Manuel Reyes enumeró los nuevos beatos cuyos restos presidieron la celebración eucarística en la Catedral: beato Ángel Noguera Gallegos, beato Andrés Molina y beato Secundo Arce Manjón.
Junto a ellos, también en el altar se encontraban de una manera conjunta los restos de los beatos Facundo Fernández Rodríguez, Manuel López Álvarez, Gregorio Martos, Juan Moreno Juárez y Juan Muñoz Quero. “Estos últimos cinco corresponden a los que han sido encontrados, sepultados en el cementerio de Válor”, explicó D. Manuel Reyes. Asimismo, la Diócesis de Granada recibió “las reliquias, pero no los restos completos, de Luis Almécija, Lisardo Carretero, José Lara, Manuel Lucas, Juan Segura y Eduardo Valverde”.
“Damos gracias al Señor porque los restos de estos sacerdotes, beatos ya, vuelven a su iglesia de origen”, subrayó el Delegado diocesano para la beatificación en Almería al inicio de la Santa Misa de acogida.



PRÓXIMA MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS.
La Eucaristía se celebró en el día de la Solemnidad de Santiago Apóstol, el 25 de julio, un día después de que dichos restos y reliquias llegaran a nuestra Diócesis, donde a partir de ahora se establecerán algunas parroquias para su devoción por parte de los fieles, y que se comunicará una vez se hayan preparado los respectivos altares de los nuevos beatos.
Además de esta celebración eucarística de acogida, la Diócesis celebrará próximamente una Eucaristía solemne de acción de gracias por las beatificaciones de los 34 granadinos –una veintena de ellos sacerdotes- de la Archidiócesis o vinculados de algún modo a ella, ya que hasta 1957 había zonas de la llamada “Alpujarra almeriense” que entonces pertenecían a la Diócesis granadina y hoy lo son de la diócesis vecina almeriense.
Esta Santa Misa de acción de gracias por las beatificaciones se llevará a cabo un domingo del próximo curso académico en la S.I Catedral, cuya fecha concreta se comunicará próximamente.
Asimismo, nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez explicó que a partir de esa Eucaristía de acción de gracias el altar de la S.I Catedral dispondrá de algunas reliquias de los nuevos beatos granadinos. Y es que las iglesias con altares de piedra tienen reliquias y la Catedral aún no dispone de ellas, lo que “será una ocasión preciosa para suplir esa deficiencia”, indicó Mons. Martínez.

La razón de depositar esa reliquia en el altar de piedra en la iglesia es “la conexión profundísima entre el misterio de la Eucaristía y la vida de los santos en general, y la de los mártires en particular”, explicó nuestro Arzobispo. De este modo, “las reliquias presentes en el altar harán presente justamente que las palabras de la consagración y la promesa de Cristo de acompañarnos a lo largo de la vida se cumplen verdaderamente en el cuerpo de la Iglesia, se cumplen misteriosamente en la Eucaristía, pero se cumplen de una manera real en su cuerpo histórico, que somos nosotros, que se da en nuestra comunión visible”, señaló Mons. Martínez.

LOS MÁRTIRES NOS ADENTRAN EN EL MISTERIO DE CRISTO.


Homilía de Mons. Javier Martínez en la Eucaristía de acogida de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, beatificados el 25 de marzo en Aguadulce (Almería), en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX.
Queridísima Iglesia del Señor, Esposa amada de Cristo y Pueblo santo de Dios;
muy queridos sacerdotes concelebrantes:
querida hermana;
queridos familiares de algunos de los mártires que nos acompañáis;
hermanos y amigos:
¿Para qué es la vida? ¿Para qué nos da el Señor el don de la vida? ¿Qué sentido tiene el tiempo de peregrinación que pasamos en este mundo? Para conocer a Jesucristo y para dar testimonio de Él. No tiene ninguna otra razón. Un pasaje de San Pablo lo expresa con mucha nitidez, expresando lo que es la vida de la Iglesia, la vida de su Esposa: Cristo murió por nosotros y resucitó para que no vivamos ya para nosotros mismos sino para Él, que por nosotros murió y resucitó.
Ese “vivir para Él” es la tarea verdadera de la vida, la única. Cuando tratamos de llenar nuestra conciencia, y nuestro corazón, y nuestras preocupaciones, de otras muchas cosas, si falta Él, al final lo que nos queda en las manos es vacío. Cuando está Cristo; cuando la vida es para Cristo, entonces todo –la vida de la familia, el trabajo que hacemos en el mundo, las relaciones humanas- encuentra su lugar. Dejan de ser relaciones regidas por una serie de pasiones, por el ansia de poder, o por la envidia o por el egoísmo, la avaricia, para convertirse en relaciones de amor. De ese amor que ha llevado a Cristo, al Hijo de Dios, a asumir nuestra condición humana, a unirse a nosotros, a darse a nosotros sin que nosotros lo merezcamos, y a acompañarnos, a pesar de nuestra pobreza, en nuestro camino hacia la Patria, hacia la Casa, hacia el Hogar, hacia el Padre.
Por eso, el primer gesto de un cristiano que tiene conciencia de lo que significa el don que ha recibido es dar gracias por la fe, dar gracias por el don precioso de la fe. Y uno comprende que en la Iglesia el tesoro más precioso después de los sacramentos, el cumplimiento–por así decir- de aquello para lo que los sacramentos son, sea la vida de los santos, especialmente la vida de los mártires, aquellos en los que se realiza aquella palabra del Salmo: “Tu Gracia vale más que la vida”. Haberte encontrado a Ti, Señor, saber que Tú eres el tesoro, la vida de nuestra vida, el pan de nuestra vida, es algo más precioso que la vida misma, porque la vida sin este tesoro no vale nada, y en cambio teniéndoTe a Ti, que eres el Señor de la vida, aunque uno pierda la vida, no la pierde nunca.
Es curioso. Desde Santiago fue el primero de los apóstoles que derramó su sangre por el Señor, cumpliendo las palabras del Señor –mi cáliz sí lo beberéis, pero el que estéis a mi izquierda o a mi derecha no me corresponde a mi darlo, pero mi cáliz lo vais a beber. Vais a beber de la vida lo mismo que yo voy a beber en la cruz-; fue el primero, y lo cierto es que la historia de la Iglesia, desde los orígenes, hemos nacido de la cruz, hemos nacido del costado abierto de Cristo. La vida del Paraíso se nos abre cuando se abrió el costado de Cristo y brotaron esa sangre y esa agua, que la Iglesia siempre entendió –los primeros cristianos- como símbolo de los sacramentos de la Iglesia, del Bautismo y de la Eucaristía, que dan a los hombres esa vida nueva que nos permite justamente vivir en el Espíritu Santo, vivir para Aquél que por nosotros murió y resucitó.
Desde los orígenes, la Iglesia ha estado acompañada por los mártires. Es como el signo y el sello de la Iglesia. Están los mártires de los primeros siglos. Aquí recordamos su memoria en el Sacromonte. Y aunque los detalles de los libros plúmbeos sean totalmente legendarios, a pesar de que la intención que rige esas leyendas es algo en lo que se ha trabajado muy poco, y entendido a la luz de toda la tradición literaria del mundo árabe cristiano, son leyendas llenas de una intención exquisita, de una intención que hoy llamaríamos ecuménica; a pesar de que esas leyendas no sean verdaderas, es muy posible que en la memoria del pueblo cristiano, a pesar de los siglos, quedase el recuerdo de un antiguo cementerio cristiano, y que en los primeros siglos muy en el origen la Iglesia estuvo implantada en España no ofrece ninguna duda (quizás especialmente en Granada, a través de Cartagena –Cartagonova-, por el atractivo que tenía la Vega de Granada, pero también por el testimonio del Concilio de Elvira, que aún antes de que se hubiese celebrado la paz de Constantino, que reconoció la legitimidad de la religión cristiana, ya reunió en estas tierras nuestras a alrededor de 80 obispos en el primer Concilio del que la historia nos ha recordado sus actas. El primer Concilio que hubo en la Iglesia... hubo muchos, en esos tres primeros siglos, más o menos clandestinos, en Cartago, en lo que hoy llamamos Medio Oriente, muchos sin duda, después de aquel primero de Jerusalén, que narran los Hechos de los Apóstoles). Por tanto, podemos estar seguros de que la historia de la Iglesia estuvo también aquí marcada desde el principio por la sangre de los mártires. Acerca de Santiago, por el que damos gracias como patrón, que haya predicado en España, sólo una antigua tradición lo recuerda. Pero me daba una vez un investigador polaco de los comienzos de la historia de la Iglesia una razón muy sólida para defender el que Santiago predicara en España, aparte de que luego su sepulcro fuera traído por sus discípulos a lo que hoy es Santiago de Compostela: en los siglos –sobre todo en el siglo IV- las iglesias se peleaban por tener la memoria de un santo, el recuerdo de un santo, las reliquias de un santo, de algún apóstol, porque el tener las reliquias de algún apóstol o el haber sido lugar de predicación de un apóstol era un motivo de orgullo para una iglesia, y por lo tanto luchaban y por todas partes aparecían o huesos, o restos, o memorias o un libro que había usado cuando pasó por allí... y dice: curiosamente, de Santiago, no hay más tradición que la de España, no la hay en ningún otro lugar. Y él fue el primer obispo de Jerusalén, por lo tanto había muchos motivos para que en el este de la Iglesia, en las zonas de Palestina, y de Siria, y de Egipto o el sur de Grecia, se pudieran haber conservado tradiciones de Santiago; no hay ninguna, y ese silencio es el testimonio más elocuente en favor de la verdad de la tradición hispana.
Nosotros recordamos su memoria como la de aquél que nos trajo la fe. Y lo que es importante es saber que la fe es el don más precioso que tenemos en nuestra vida. Y que el testimonio mejor de esa fe, el que prolonga más directamente –junto al ministerio apostólico- la verdad de Cristo es el testimonio de los mártires. Hubo mártires en la antigüedad (ciertamente, en nuestras tierras). Hubo mártires durante la ocupación islámica. Aquí recordamos a san Gregorio de Parapanda, pero sin duda fueron muchos los cristianos que sufrieron el martirio. De los de Córdoba, san Eulogio nos ha contado (mientras él vivió, porque luego fue él mismo martirizado y quedó la historia de los mártires en silencio) las persecuciones que sufrieron los cristianos, la comunidad cristiana de Córdoba, en los primeros siglos de la ocupación islámica. Después, todo el mundo los llama “los mártires de las Alpujarras” y hay un montón de lugares –el pozo de los mártires, el camino de los mártires, la calle de los mártires, la plaza de los mártires- de aquellas masacres de cristianos que tuvieron lugar en la revolución morisca, y de los que estamos ahora mismo recogiendo los testimonios más antiguos de nuevo, que algunos de ellos se habían perdido. Y aquí tenemos delante de nosotros los restos de los mártires de la persecución religiosa en el siglo XX.
La historia de la Iglesia es una historia martirial. Pero subrayar ese carácter martirial de nuestra historia no es un motivo para hacer del cristianismo o de la defensa del cristianismo una defensa ideológica, por ejemplo frente a los enemigos de la fe. Más bien tendríamos que tener y pedirLe al Señor –que ésa es la actitud del cristiano- la actitud que han tenido los mártires: ellos siempre pedían que se perdonase a quienes eran el instrumento de su muerte. O como esa mujer egipcia, que se divulgaba su testimonio hace unos meses, cuyo marido había sido decapitado en las playas de Libia, diciendo “¡Oh, Jesús!”, en el momento en que le decapitaban; le preguntaba un periodista si sentía odio por aquellos que habían matado a su marido y decía “cómo voy a sentir odio si me han hecho a mi y han hecho a él el regalo más grande. Él era un sencillo trabajador. Cuándo iba a soñar él que podía ser uno de los mártires de la Iglesia y cuándo podía soñar yo ser la mujer (ahora la vida) de un mártir, de un santo”. Ésa es la actitud de un cristiano.
Que no sirvan los martirios para reforzar posiciones que se apoyan en la fe para causas que en definitiva son políticas. No. Que nos sirvan para adentrarnos en el misterio de Cristo. Cuánto vales, Señor. Qué bien tan grande significas Tú en la vida humana para que uno pueda sacrificar la vida antes que perderte a Ti, antes que negarte a Ti; para que uno pueda dar la vida, sabiendo que quien da la vida por Ti la recupera, sabiendo que quien da la vida por ti no la pierde. Ganas al autor de la vida y con Él la certeza de una gloria eterna. Los antiguos cristianos gustaban celebrar la Eucaristía encina de los sepulcros de los mártires. No era una cosa devocional, piadosa en un sentido barato o negativo. Tenía un profundo sentido, porque ellos son los que hacen verdad las palabras que el sacerdote pronuncia en la consagración: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo”. Ellos entregan su cuerpo a la Iglesia, al mundo, a los hombres, a sus enemigos. Entregan su cuerpo como Cristo para el perdón de los pecados, para testimoniar la verdad del amor infinito de Dios por los hombres. Ellos hacen verdad las palabras de la consagración, porque, junto al cuerpo misterioso, sacramental de Cristo, Cristo habita en ellos y el cuerpo de Cristo en ellos se da por la salvación del mundo, haciendo verdad las palabras de Cristo en la Última Cena.
El Santo Padre hace muy pocas semanas en un Motu Proprio ha equiparado a los mártires a aquellos que ofrecen su vida por el bien de sus hermanos y que se entregan en situaciones a veces de extrema necesidad o de extremo peligro, justamente para el bien de sus hermanos. Y ha explicado cómo ese don de la vida, de nuevo. ¿Por qué? ¿Por un capricho del Papa? ¿Porque ahora hay que subrayar más la necesidad de que el cristianismo muestre su amor a los necesitados y a los pobres? No. Porque de nuevo eso hace verdad las palabras de Cristo en la Eucaristía, el significado de la vida de Cristo, para quien nosotros vivimos; para quien nosotros, por ser cristianos, vivimos. Vivimos para Él, que por nosotros murió y resucitó. Vivimos sólo para dar testimonio de él, que por nosotros murió y resucitó, y que es la única esperanza de los hombres, la única esperanza nuestra y la única esperanza del mundo.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

25 de julio de 2017
Solemnidad de Santiago Apóstol
S.I Catedral

LOS RESTOS Y RELIQUIAS DE LOS NUEVOS BEATOS GRANADINOS ESTÁN EN GRANADA.

Tras ser entregados por la Diócesis de Almería en un sencillo acto en la Casa de Espiritualidad de Aguadulce, se encuentran depositados ante el Sagrario en el altar del templo catedralicio, donde mañana, Solemnidad de Santiago Apóstol, se celebrará la Eucaristía de acogida a las 9 horas, presidida por Mons. Javier Martínez.
Los restos y reliquias de los granadinos beatificados el pasado 25 de marzo en Aguadulce (Almería), en la Causa de José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX, ya se encuentran en la S.I Catedral de Granada, donde mañana 25, Solemnidad de Santiago Apóstol, se celebrará la Eucaristía de acogida a las 9 horas, presidida por el Arzobispo Mons. Javier Martínez.


Ya en Granada, está previsto que próximamente los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos sean llevados a distintas parroquias para su veneración por parte de los fieles. Entre los nuevos beatos se encuentran un grupo de sacerdotes diocesanos o vinculados a nuestra Diócesis, ya que hasta 1957 había lugares que, siendo hoy de la Diócesis de Almería, pertenecían hasta entonces a la Diócesis granadina, en la conocida como “Alpujarra almeriense”.
Los nuevos beatos murieron por odio a la fe en la persecución religiosa durante la guerra civil española y perdonando a sus verdugos, afirmando que Cristo vale más que la vida.

Los restos y reliquias fueron recogidos en la Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce de manos del Obispo de Almería, Mons. Adolfo González-Montes. Por parte de la Archidiócesis de Granada, asistieron varios miembros de la Comisión integrada el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Vicario General, D. Francisco Javier Espigares; el Delegado episcopal para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y la Vicecanciller del Arzobispado, Dª Teresa Rodríguez.

LA DIÓCESIS DE ALMERÍA ENTREGA A GRANADA Y GUADIX LOS RESTOS Y RELIQUIAS DE SUS NUEVOS BEATOS.

Una Comisión diocesana de la Archidiócesis recoge en Aguadulce (Almería) de manos del Obispo Mons. Adolfo González-Montes los restos y reliquias de los granadinos beatificados el pasado 25 de marzo en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX.
Hoy lunes día 24, víspera de la Solemnidad de Santiago Apóstol y de la celebración de la Eucaristía de acogida en la Catedral de los nuevos beatos granadinos, los restos y reliquias fueron recogidos por la comisión diocesana de la Curia Metropolitana, integrada por el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Vicario General, D. Francisco Javier Espigares; el Delegado episcopal para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y la Vicecanciller del Arzobispado, Dª Teresa Rodríguez.


La entrega tuvo lugar de manos del Obispo de Almería, D. Adolfo González-Montes, quien, en un sencillo acto celebrado en la Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce, firmaba las actas de entrega. Junto a la entrega de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, también se entregaron los restos de los nuevos beatos accitanos a la Diócesis de Guadix, presente en el mismo acto. Dichas actas también fueron rubricadas por los miembros de ambas diócesis asistentes a la entrega.
En el acto, el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes, daba las gracias a esta diócesis por el buen trabajo realizado antes y después de la beatificación, así como por la belleza litúrgica de la ceremonia que el pasado 25 de marzo congregó a miles de personas, y concelebrada por varios obispos y sacerdotes, entre ellos nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez, metropolitano de la Provincia Eclesiástica de Granada, a la que pertenece la Diócesis de Almería.
Asimismo, D. Manuel Reyes agradecía el cuidado y exquisitez con la que se han tratado los restos y reliquias de los nuevos beatos, y recordó a quienes ya no están entre nosotros y han colaborado para que esta beatificación tuviese lugar. Un agradecimiento al que también se sumó la Diócesis de Guadix.
Por su parte, el Obispo de Almería daba las gracias a ambas Diócesis por su disponibilidad y plena cooperación para trabajar en esta Causa que ha convertido en beatos a 115 mártires de Cristo de la persecución religiosa en el año 1936. El acto concluyó con la oración del Ángelus.