lunes, 15 de mayo de 2017

“QUE NUESTRA FAMILIA SE SIENTA FORTALECIDA POR TANTA FIDELIDAD, POR TANTOS EJEMPLOS, POR TANTOS INTERCESORES”.

En el Domingo del Buen Pastor, 7 de mayo, se celebró la Eucaristía en la Catedral de Granada para dar gracias a Dios por la beatificación de 34 mártires granadinos, que junto a otros 81 mártires, dieron su vida en tierras almerienses en los años 30, durante la persecución religiosa.
La Misa de acción de gracias por los nuevos 34 beatos granadinos (o relacionados con la Diócesis de Granada), se celebró ayer, 7 de mayo, en la Santa Iglesia Catedral de Granada, presidida por Mons. Javier Martínez, y concelebrada, junto a otros sacerdotes diocesanos, por D. Manuel Reyes, delegado episcopal para la beatificación.
Los nuevos beatos forman parte de la Causa del Deán José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa que se inició en España en 1934 y se recrudeció en la guerra civil entre 1936 y 1939, martirizados a causa de la fe.
Entre esos 115 mártires de Cristo, hay 34 mártires granadinos, 20 de ellos sacerdotes diocesanos, bien porque eran granadinos, porque se formaron en nuestros seminarios o porque dedicaban su tarea pastoral a algunos de los lugares de la actual diócesis de Almería, que, hasta 1957, pertenecían a la Diócesis de Granada, en la llamada “Alpujarra almeriense”.
La beatificación de los 115 mártires de Cristo tuvo lugar el pasado 25 de marzo en Aguadulce, estuvo presidida por el cardenal Mons. Angelo Amato, y concelebrada por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez.

PALABRAS DE ACCIÓN DE GRACIAS
Al comienzo de la Misa de acción de gracias, que se celebró ayer, Domingo del Buen Pastor, en la S.I. Catedral, en el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada Mundial de las Vocaciones Nativas, así como la celebración de la Ordenación sacerdotal del diácono Esteban Torres, D. Manuel Reyes ofreció unas palabras de acción de gracias por los nuevos beatos granadinos:
“Para agradecer a Dios la glorificación de los sacerdotes granadinos y fieles laicos que entregaron su vida por ser fieles a Jesucristo, por vivir hasta el final su entrega al ministerio que habían recibido, por su constancia en el servicio pastoral a sus hermanos.
Precioso domingo, este del Buen Pastor, para que la Iglesia llame definitivamente a uno de sus hijos a recibir el ministerio sacerdotal. Dos gozos traemos en el alma, Iglesia de Granada, a esta Eucaristía, junto con la oración por las vocaciones al ministerio y a la vida consagrada.
Fue el día 25 de marzo pasado cuando en Aguadulce vivimos con intensidad la profunda experiencia eclesial, la beatificación de 115 hijos de la Iglesia, mártires de la fe en tierras de Almería. Allí vivían su ministerio pastoral muchos sacerdotes granadinos, nacidos de nuestras familias cristianas, formados en nuestros Seminarios de San Cecilio y del Sacromonte, ordenados muchos de ellos en esta Catedral. 20 de ellos, más otros sacerdotes y laicos, relacionados con Granada, dieron su vida por Cristo, de 11 de ellos veneramos sus reliquias en esta urna, que exponemos para nuestra veneración.


Sus nombres están grabados en piedra a ambos lados de este presbiterio. Hoy todo nos llama al corazón para que hagamos presente en esta Celebración Eucarística con calor y emoción de hermanos el testimonio de su fe y de su fidelidad. Sus reliquias nos acompañan como una voz que llama a la veneración de sus personas, a la invocación de su intercesión, a la acción de gracias a Dios por su vida y testimonio martirial, a la imitación de su fidelidad a Jesucristo.
Cuando cada día experimentamos el martirio de tantos hermanos nuestros en diversas partes del mundo, cuando vemos su fortaleza nos avergüenza nuestra medianía y nuestra tibieza, con toda razón pidió San Juan Pablo II en los finales del siglo pasado que debíamos, por nuestro bien, rescatar y valorar la memoria de los mártires del segundo milenio, y especialmente del último siglo, el nuevo siglo que comenzamos con un torrente de persecución en las nuevas y en las más antiguas iglesias, que nuestra familia se sienta fortalecida por tanta fidelidad, por tantos ejemplos, por tantos intercesores.
Muchos de vosotros traéis en el corazón el recuerdo familiar, ahora más vivo, del sacerdote de vuestra familia, de vuestra parroquia, de vuestra institución, que dio su vida por Jesucristo. Compartimos vuestro íntimo sentimiento de gozo por el reconocimiento de la Iglesia.
Acompañamos también, poniendo en ello el corazón, a Esteban, que hoy recibe su Ordenación sacerdotal, como un eslabón más en la cadena de los servidores de la Iglesia. Que el Espíritu lo enriquezca con sus siete dones para que con la fidelidad, la constancia y la fortaleza de los mártires, viva en plenitud el ministerio que hoy va a recibir”.

NOTA DEL 25 DE JULIO DE 2017
El 25 de julio se celebró en la Catedral de Granada la Eucaristía de acogida de los restos de los mártires beatificados en Almería, de origen granadino o relacionados con nuestra Archidiócesis.
Para ir a la noticia pinchar en el enlace: 

viernes, 12 de mayo de 2017

ALBOLODUY - IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA

Fotografía. Francisco Pelegrina López (2013)
Fecha proyecto de Domingo Thomas 1n 1796. Se concluyó en 1802.Arquitectura neoclásica. Planta de cruz latina con los brazos el transepto, la torre y la nave ligeramente salidos del perímetro rectangular del conjunto.
Documentación: Paco Pelegrina


La Iglesia Parroquial San Juan Bautista de Alboloduy situada en la zona llana y central del pueblo se inició su construcción en 1796 y concluyó en 1.802. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa neoclásica del antiguo Reino de Granada.
La iglesia de San Juan Bautista presenta una planta de cruz latina, con los brazos del transepto, la torre y la nave ligeramente salidos del perímetro rectangular del conjunto. En el interior se utiliza la bóveda de medio cañón con fajones que se prolonga, pasada la cornisa, hasta el suelo y las capillas laterales se abren a la nave mediante arcos de medio punto apoyados en gruesos pilares con moldura plana que señala la línea de imposta. Las capillas laterales, cubiertas con bóvedas vaidas, están comunicadas entre sí y con el transepto, mientras que el crucero presenta una cúpula sobre pechinas. Los espacios del interior se traducen en el exterior: el volumen cruciforme se destaca con nitidez respecto a los volúmenes secundarios de las capillas y sacristía. En la fachada principal, la lisa superficie del muro queda enmarcada por dos grandes fajas verticales y se corona con el característico frontón de la arquitectura neoclásica. La fachada presenta un eje central en la que se suceden la portada adintelada de cantería, la cartela con inscripción, un óculo y el frontón. Tras la cabecera y siguiendo este eje central se levanta la torre, con un vano de medio punto en cada lateral del cuerpo de campanas y tejado a cuatro aguas. La fábrica mantiene la tradicional técnica mixta de cajones de mampostería entre rafas y cintas de ladrillo, aunque con la particularidad de que fue enlucida con cal y sobre esta superficie se imitó el mismo sistema constructivo mediante pintura mural.

martes, 2 de mayo de 2017

PALABRA DE VIDA DE MAYO DE 2017

«Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).
Al final de su Evangelio, Mateo cuenta los últimos acontecimientos de la vida terrena de Jesús. Él ha resucitado y ha llevado a cumplimiento su misión: anunciar el amor regenerador de Dios por cada criatura y volver a abrir el camino a la fraternidad en la historia de los hombres. Para Mateo, Jesús es el Dios con nosotros, el Enmanuel prometido por los profetas y esperado por el pueblo de Israel.
Antes de volver al Padre, Él reúne a los discípulos con quienes había compartido más de cerca su misión, y les encomienda que prolonguen su obra en el tiempo.
¡Una empresa ardua! Pero Jesús los tranquiliza: no los deja solos; es más, promete estar con ellos todos los días para sostenerlos, acompañarlos y animarlos hasta el fin del mundo.
Con su ayuda serán testigos del encuentro con Él, de su Palabra y de sus gestos de acogida y misericordia para con todos, de modo que muchas otras personas puedan conocerlo y formar juntas el nuevo pueblo de Dios fundado en el mandamiento del amor.
Podríamos decir que la alegría de Dios consiste precisamente en estar conmigo, contigo, con nosotros cada día, hasta el final de nuestra historia personal y de la historia de la humanidad.
Pero ¿es así? ¿Es realmente posible conocerlo?
Él «está a la vuelta de la esquina, está junto a mí, junto a ti. Se esconde en el pobre, en el despreciado, en el pequeño, en el enfermo, en quien pide consejo, en quien no tiene libertad. Está en el feo, en el marginado Así lo dijo: "Tuve hambre y me disteis de comer..." (cf. Mt 25, 35). …Aprendamos a descubrirlo allí donde está».   Está presente en su Palabra, que renueva nuestra existencia si la ponemos en práctica; está en todos los puntos de la tierra en la Eucaristía, y actúa también a través de sus ministros, servidores de su pueblo. Está presente cuando generamos concordia entre nosotros (cf. Mt 18,20); entonces nuestra oración al Padre es más eficaz y encontramos luz para las decisiones de cada día.
«Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»: cuánta esperanza da esta promesa, que nos anima a buscarlo en nuestro camino. Abramos el corazón y las manos para acoger y compartir, personalmente y como comunidad: en las familias y en las iglesias, en los lugares de trabajo y en las celebraciones, en las asociaciones civiles y religiosas. Encontraremos a Jesús, y Él nos sorprenderá con alegría y luz, signos de su presencia.


Si cada mañana nos levantamos pensando: «Hoy quiero descubrir dónde quiere encontrarme Dios», podremos hacer también nosotros una experiencia gozosa, como esta:
«La madre de mi marido le tenía mucho apego a su hijo, y llegaba a tener celos de mí. Hace un año le diagnosticaron un tumor: necesitaba tratamiento y asistencia que su única hija no estaba en condiciones de darle. Por aquel entonces participé en la Mariápolis, y el encuentro con Dios Amor me cambió la vida. La primera consecuencia de esta conversión fue la decisión de acoger a mi suegra en casa, superando todo temor. La luz que se me había encendido en el corazón en aquel encuentro me hacía verla con ojos nuevos. Ahora sabía que en ella estaba cuidando y asistiendo a Jesús. Ante mi sorpresa, ella me devolvía cada uno de mis gestos con el mismo amor. Transcurrieron meses de sacrificio y, cuando mi suegra se fue al cielo serenamente, dejó la paz en todos. En esos días me di cuenta de que estaba esperando un hijo, que hacía nueve años que deseábamos. Este hijo es para nosotros el signo tangible del amor de Dios».

LETIZIA MAGRI