jueves, 31 de octubre de 2024

PALABRA DE VIDA DE NOVIEMBRE DE 2024.

 

«Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 44).


La imagen es de FANO, tomada de la red

Estamos en la conclusión del capítulo 12 del Evangelio de Marcos.

Jesús está en el templo de Jerusalén; observa y enseña. A través de su mirada asistimos a una escena llena de personajes: gente que va y viene, encargados del culto, notables de largos ropajes, hombres ricos que echan sus magníficas ofrendas en el tesoro del templo. Entonces se adelanta una mujer viuda; forma parte de una categoría de personas necesitadas social y económicamente. Ante la indiferencia general, echa en el tesoro dos moneditas. Pero Jesús sí repara en ella, llama a sus discípulos y les enseña:

«Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir»

«Os digo de verdad...» son las palabras que introducen las enseñanzas importantes. La mirada de Jesús, concentrada en la pobre mujer viuda, nos invita a mirar en la misma dirección: ella es el modelo de discípulo. Su fe en el amor de Dios es incondicional; su tesoro es Dios mismo. Y al entregarse totalmente a Él, desea además dar todo lo que puede para quienes son más pobres.

En cierto modo, este abandonarse con confianza en el Padre es un anticipo del don de sí mismo que Jesús pronto cumplirá con su pasión y muerte. Es esa «pobreza de espíritu» y «pureza de corazón» que Jesús proclamó y vivió. Significa «poner nuestra confianza no en las riquezas, sino en el amor de Dios y en su providencia. [...] Somos "pobres de espíritu" cuando nos dejamos guiar por el amor a los demás. Entonces compartimos y ponemos a disposición de todos los necesitados lo que tenemos: una sonrisa, nuestro tiempo, nuestros bienes, nuestras capacidades. Cuando lo hemos dado todo por amor, somos pobres, es decir, estamos vacíos, somos nada, libres, tenemos el corazón puro»[1].

La propuesta de Jesús da un vuelco a nuestra mentalidad; en el centro de sus pensamientos está el pequeño, el pobre, el último.

«Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir»

Esta Palabra de vida nos invita ante todo a renovar nuestra plena confianza en el amor de Dios y a dejarnos interpelar por su mirada para ver más allá de las apariencias, sin juzgar ni depender del juicio de los demás; a valorar la parte positiva de cada persona.

Nos sugiere el darnos totalmente como lógica evangélica que edifica una comunidad pacificada, porque nos empuja a cuidar los unos de los otros. Nos alienta a vivir el Evangelio en el día a día, sin alardear; a dar con abundancia y confianza; a vivir con sobriedad, compartiendo. Nos reclama prestar atención a los últimos, para aprender de ellos.

Venant, nacido y crecido en Burundi, cuenta: «En mi pueblo, mi familia podía presumir de una buena tierra y de una buena cosecha. Sabiendo que todo es providencia del cielo, mi madre recogía las primicias y las repartía puntualmente entre los vecinos, empezando por las familias más necesitadas, y a nosotros nos destinaba solo una parte de lo que quedaba. De este ejemplo aprendí el valor de dar sin interés. Así he entendido que Dios me pedía darle a Él la mejor parte, darle incluso toda mi vida».

Letizia Magri y el equipo de la Palabra de Vida



[1] C. LUBICH, "Palabra de vida», noviembre de 2003, en Ciudad Nueva n. 403 (11/2003). 22·23.

jueves, 3 de octubre de 2024

PALABRA DE VIDA DE OCTUBRE DE 2024.

 

«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será esclavo de todos» 

(Mc 10, 43-44)

La imagen es de la red

De camino hacia Jerusalén, Jesús prepara por tercera vez a sus discípulos para el evento dramático de su pasión y muerte, pero precisamente quienes más de cerca lo han seguido se muestran incapaces de entender.

Es más, entre los mismos apóstoles se desata el conflicto: Santiago y Juan piden ocupar puestos de honor «en su gloria» (Mc 10, 37), los demás se indignan y reclaman, y el grupo está dividido.

Entonces Jesús, con paciencia, los llama a todos consigo y les revela una vez más la perturbadora novedad de su anuncio.

«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será esclavo de todos»

En esta frase del Evangelio de Marcos, Jesús nos lleva desde una actitud de mera disponibilidad en un grupo limitado y tranquilizador, a una dedicación total a todos sin excepción.

Una propuesta a contracorriente respecto a la concepción humana de la autoridad y del gobierno que quizá atraía a los propios apóstoles y que nos contagia también a nosotros.

¿Será este el secreto del amor cristiano?

«Hay una palabra del Evangelio que los cristianos no subrayamos lo suficiente: servir. Nos parece anticuada e impropia de la dignidad del hombre, que da y que recibe. Sin embargo el Evangelio está todo ahí, porque es amor. Y amar significa servir. Jesús no vino para mandar sino para servir. […] Servir, servirse mutuamente es cristianismo, y quien lo hace con sencillez -y todos lo pueden hacer- lo ha hecho todo; y no un todo que se queda ahí, sino que, porque es cristianismo vivo, se propaga como un incendio»[1].

«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será esclavo de todos»

El encuentro con Jesús en su Palabra nos abre los ojos, como le sucede al ciego Bartimeo en los versículos siguientes (cf. Mc 10, 46-52): nos libera de la estrechez de nuestros esquemas, nos hace contemplar los horizonte de Dios mismo, su proyecto de «nuevos cielos y nueva tierra» (2 P 3, 13).

Él, el Señor que lava los pies (cf. Jn 13, 14) contradice con su ejemplo la rigidez de las tareas de servicio que nuestras comunidades civiles -y a veces las religiosas- reservan a categorías de personas socialmente frágiles. El servicio cristiano es imitar el ejemplo de Jesús, aprender de él un estilo nuevo de «socialidad»: hacerse prójimo de toda persona, en cualquier condición humana, social o cultural y hasta el fondo. Igino Giordani, escritor, periodista, político y padre de familia, en un momento histórico marcado por la dictadura, escribe para expresar su experiencia: «La política es -en el sentido cristiano más digno- una sierva, y no debe convertirse en amo: no hacerse abuso ni dominio ni tampoco dogma. Aquí está su función y su dignidad: en ser servicio social, caridad en acción: la primera forma de la caridad de patria»[2].

Con el testimonio de su vida, Jesús propone una opción consciente y libre: no vivir ya replegados sobre nosotros mismos y nuestros intereses sino «vivir el otro», con sus sentimientos, llevando sus peso y compartiendo sus alegrías.

Todos tenemos pequeñas o grandes responsabilidades y espacios de autoridad: en el campo político y social, pero también en la familia, en los estudios, en la comunidad de fe. Aprovechemos nuestros «puestos de honor» para ponernos al servicio del bien común, construyendo relaciones humanas justas y solidarias.

Letizia Magri y el equipo de la Palabra de Vida



[1] Cf. C. LUBICH, “Servir”, en Ciudad Nueva n. 4 (1973), p. 17.

[2] P. MAZZOLA (ed.), Perle de Igino Giordani, Effatà, Turín 2019, p. 112.