jueves, 1 de diciembre de 2022

PALABRA DE VIDA DE DICIEMBRE DE 2022.

 

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna» (Is 26, 4).

La Palabra de vida que queremos vivir en este mes está tomada del Libro del profeta Isaías, un texto extenso y rico, muy apreciado por la tradición cristiana, ya que contiene páginas muy queridas, como el anuncio del Enmanuel, el «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; Mt 1, 23), o también la figura del Siervo de dolores (cf. Is 52, 13 - 53, 12), que hace de fondo a los relatos de la pasión y muerte de Jesús. Este versículo forma parte de un canto de agradecimiento que el profeta pone en boca del pueblo de Israel una vez terminada la terrible prueba del exilio, cuando por fin van a volver a Jerusalén. Sus palabras abren los corazones a la esperanza, porque la presencia de Dios al lado de Israel es fiel, inquebrantable como la roca; Él mismo sostendrá cualquier esfuerzo del pueblo en la reconstrucción civil, política y religiosa.

Derrocará la ciudad que se cree «excelsa» (cf. Is 26, 5) porque no está construida según el proyecto de amor de Dios, mientras que la que está construida sobre la roca de la cercanía a Él gozará de paz y prosperidad.

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

¡Qué actual es esta necesidad de estabilidad y de paz! También nosotros, personal y colectivamente, estamos pasando por momentos oscuros de la historia, que amenazan con aplastarnos bajo el peso de la incertidumbre y el miedo al futuro. ¿Cómo superar la tentación de dejarnos abatir por las dificultades del presente, de encerrarnos en nosotros mismos y cultivar sentimientos de sospecha y desconfianza hacia los demás?

Para los cristianos, la respuesta es ciertamente «reconstruir» ante todo, con valentía, la relación de confianza con Dios, que en Jesús se hizo nuestro prójimo por los caminos de la vida, incluidos los más oscuros, estrechos y escarpados. Pero esta fe no significa quedarse esperando pasivamente. Al contrario, requiere trabajar activamente para ser protagonistas creativos y responsables en construir una «nueva ciudad» fundada en el mandamiento del amor recíproco. Una ciudad con las puertas abiertas, que acoge a todos, sobre todo «a los pobres y oprimidos» (cf. Is 26, 6), los predilectos del Señor desde siempre.

Y por este camino estamos seguros de contar con la compañía de muchos hombres y mujeres que cultivan en el corazón los valores universales de la solidaridad y la dignidad de cada persona, respetando también la creación, nuestra «casa común».

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

En el pueblo murciano de Aljucer (España), toda una comunidad está volcada en construir relaciones de fraternidad mediante formas de participación abierta e inclusiva.

Cuentan: «En el verano de 2008 fundamos una asociación cultural con el objetivo de desarrollar actividades de distinto tipo, tanto por iniciativa nuestra como en colaboración con otras asociaciones del territorio, para promover espacios de diálogo y proyectos humanitarios internacionales.

Por ejemplo, desde el principio promovemos una cena solidaria anual para el proyecto Fraternity wíth Afríca, para financiar becas para jóvenes africanos que se comprometen a trabajar en su país durante al menos cinco años. Son cenas que reúnen a unas 200 personas y en las que colaboran comercios y asociaciones. Estamos muy satisfechos de trabajar desde hace años con otra asociación. Juntos organizamos un evento anual abierto a personalidades del mundo de la cultura, música, pintura y literatura, pero también a exponentes de la política, la economía y la medicina. Para todos ellos es una ocasión para compartir sus experiencias y las motivaciones más profundas de sus acciones»[1].

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

Estamos a la espera de la Navidad. Preparémonos acogiendo desde ya mismo a Jesús en su Palabra. Esta es la roca sobre la que construir también la ciudad de los hombres: «Encarnémosla, hagámosla nuestra, experimentemos cuánta potencia de vida libera si la vivimos, en nosotros y a nuestro alrededor. Enamorémonos del Evangelio hasta dejarnos transformar en él y derramarlo sobre los demás. [...] Así ya no viviremos nosotros, sino que en nosotros se formará Cristo. Nos sentiremos libres de nuestro yo, de nuestros límites, de nuestras esclavitudes; y además veremos estallar la revolución de amor que Jesús, libre de vivir en nosotros, provocará en el tejido social del que formamos partes»[2].

LETIZIA MAGRI



[1] Experiencia tomada de la web www.focolare.org.

[2] C. LUBICH, Palabra de vida, septiembre 2006, en Ciudad Nueva n. 434 (8-9/2000), p. 23.

domingo, 13 de noviembre de 2022

CALENDARIO DE ADVIENTO 2022 PARA COLOREAR.

 Un año más ofrecemos esta nueva edición del Calendario de Adviento para colorear, que nos ayudará para ir acercando a los más pequeños al tiempo de Adviento, como una forma de prepararnos para vivir con más conciencia la Navidad. 

 

En PDF lo podéis encontrar AQUI

martes, 1 de noviembre de 2022

PALABRA DE VIDA DE NOVIEMBRE DE 2022.

 «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» 

(Mt 5, 7).

En el Evangelio de Mateo, el discurso de la montaña va tras el inicio de la vida pública de Jesús. La montaña se considera el símbolo de un nuevo monte Sinaí, en el que Cristo ofrece su «ley» como nuevo Moisés. El capítulo anterior habla de grandes masas que comenzaron a seguir a Jesús y a las cuales Él dirigía sus enseñanzas. En cambio, este discurso lo dirige Jesús a sus discípulos, a la comunidad naciente, a los que más tarde serían llamados cristianos. Jesús presenta el «reino de los cielos», núcleo central de su predicación (cf. Mt 4,23; 5, 19-20); y, dentro de este, las bienaventuranzas representan su manifiesto programático, el mensaje de la salvación, una «síntesis de toda la Buena Nueva, que es la revelación del amor salvífico de Dios»[1].

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»

¿Qué es la misericordia? ¿Quiénes son los misericordiosos? La frase comienza por la palabra «bienaventurado/s»[2], que significa feliz, afortunado, y adquiere también el sentido de ser bendecido por Dios. En el texto, entre las nueve bienaventuranzas, esta se encuentra en el lugar central. Las bienaventuranzas no pretenden representar comportamientos que son objeto de premio, sino auténticas oportunidades para ser un poco más parecidos a Dios. En particular, los misericordiosos son aquellos que tienen el corazón lleno de amor a Él y a los hermanos, un amor concreto que se inclina hacia los últimos, los olvidados, los pobres, hacia quienes necesitan este amor desinteresado; de hecho Misericordia es uno de los atributos de Dios[3]: Jesús mismo es misericordia.

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»

Las bienaventuranzas transforman y revolucionan los principios más comunes de nuestro modo de pensar. No son simples palabras de consuelo, sino que tienen el poder de cambiar el corazón, tienen la capacidad de crear una nueva humanidad, hacen eficaz el anuncio de la Palabra. Es necesario vivir la bienaventuranza de la misericordia también con nosotros mismos, reconocernos necesitados de ese amor extraordinario, sobreabundante e inmenso que Dios tiene por cada uno de nosotros.

La palabra misericordia, rahamim en hebreo, deriva del hebreo rehem, vientre materno, y evoca una misericordia divina sin límites, como la compasión de una madre por su niño. Es «un amor que no mide, abundante, universal, concreto. Un amor que tiende a suscitar la reciprocidad, que es el fin último de la misericordia. […]   Así pues, si hemos sido víctimas de alguna ofensa o de alguna injusticia, perdonemos y se nos perdonará. ¡Seamos los primeros en tener piedad, compasión! Aunque parezca difícil y audaz, preguntémonos ante cada prójimo: ¿cómo se comportaría su madre con él? Es un modo de pensar que nos ayuda a entender y a vivir según lo que Dios quiere»[4].

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»

«A los dos años de matrimonio, nuestra hija y su marido decidieron separarse. La acogimos de nuevo en nuestra casa, y en los momentos de tensión procurábamos quererla con paciencia, comprensión y perdón en el corazón, mantener una relación de apertura para con ella y su marido, y sobre todo esforzándonos en no juzgar. Al cabo de tres meses de escucha, ayuda discreta y mucha oración, se volvieron a juntar con consciencia, confianza y esperanza renovadas»[5].

Y es que ser misericordiosos es más que perdonar. Es tener un corazón grande, tener prisa por borrarlo todo, por quemar completamente todo lo que pueda obstaculizar nuestra relación con los demás. La invitación de Jesús a ser misericordiosos consiste en ofrecer un camino para acercarnos de nuevo al designio originario, de modo que podamos transformarnos en aquello para lo que hemos sido creados: para ser a imagen y semejanza de Dios.

LETIZIA MAGRI



[1] C. LUBICH, Palabra de vida, noviembre 2000, en Ciudad Nueva n. 370 (11/2000), p. 24.

[2] Cf. C. LUBICH, Palabra de vida, enero 2004: Ciudad Nueva n. 370 (11/2000), pp. 24-25.

[3] En hebreo hesed, es decir, amor desinteresado y acogedor, dispuesto a perdonar.

[4] C. LUBICH, Palabra de vida, noviembre 2000, en o. cit., p. 25.

[5] Experiencia tomada de la web: www.focolare.org.

sábado, 1 de octubre de 2022

PALABRA DE VIDA DE VIDA DE OCTUBRE 2022.

 «Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza» (2Tm 1, 7).

La carta de la que está sacada esta Palabra de vida es considerada una especie de testamento espiritual de Pablo. El apóstol se encuentra en la cárcel en Roma a la espera de ser condenado, y escribe a Timoteo, un joven discípulo y colaborador suyo y responsable de la compleja comunidad de Éfeso.

El escrito contiene recomendaciones y consejos dirigidos a Timoteo. Pero está destinado a todo miembro de la comunidad cristiana, de ayer y de hoy. Pablo está encadenado por haber predicado el Evangelio, y quiere animar a su discípulo, temeroso ante las persecuciones y lleno de dudas por las dificultades que conlleva su ministerio, a afrontar las pruebas, para que sea un guía seguro para la comunidad. No es algo natural en Pablo ni en Timoteo sufrir a causa del Evangelio; es un testimonio posible porque se apoya en la fuerza de Dios.

«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».

Pablo quiere dar testimonio del Evangelio. Se ve claramente que no son los talentos, las capacidades ni los límites personales lo que garantiza o frena el ministerio de la Palabra, sino que son los dones del Espíritu, la fortaleza, la caridad y la templanza los que garantizan el poder del testimonio. La caridad, en medio de la fortaleza y la templanza, parece desempeñar un papel de discernimiento; con la templanza se expresa el ser prudentes y el estar preparados ante cualquier situación. Timoteo, como el discípulo de todos los tiempos, puede anunciar el Evangelio con fortaleza, caridad y templanza hasta sufrir por el Evangelio.

«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».

También nosotros experimentamos la tentación de desanimarnos y dejar de vivir y testimoniar la Palabra de Dios, de no saber cómo afrontar determinadas situaciones.

Chiara Lubich nos ayuda a comprender de dónde sacar la fuerza en estos momentos: «Tenemos que recurrir a la presencia de Jesús dentro de nosotros. La actitud que habrá que tomar no será, pues, bloquearnos y quedarnos en una resignación pasiva, sino lanzarnos hacia fuera, hacernos uno con lo que la voluntad de Dios nos pide, afrontar los deberes a los que nos llama nuestra vocación, apoyándonos en la gracia de Jesús que está en nosotros. En definitiva, lanzarnos hacia fuera. El mismo Jesús desarrollará cada vez más en nosotros esas virtudes que necesitamos para dar testimonio de Él en la actividad que tengamos encomendada»[1].

«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».

Fortaleza, caridad y templanza: tres virtudes del Espíritu que se obtienen con la oración y con el ejercicio de la fe.

El padre Justin Nari, de la República Centroafricana, fue amenazado de muerte junto a sus hermanos de comunidad y a miles de musulmanes que intentaban librarse de las represalias de la guerra refugiándose en la iglesia. Los jefes de las milicias que los asediaban les habían dicho varias veces que se rindiesen, pero él había seguido dialogando constantemente con ellos para evitar una masacre. Un día se presentaron con 40 litros de gasolina y amenazaron con quemarlos vivos si no les entregaban a los musulmanes. «Con mis hermanos de comunidad celebré la última misa y me acordé de Chiara Lubich -recuerda el padre Justin-. ¿Qué habría hecho ella en mi lugar? Quedarse y dar la vida. Y eso decidimos hacer nosotros. Al terminar la misa, llaman por teléfono: el ejército de la Unión Africana estaba de paso por la región, en una ciudad allí cerca. El padre Justin corre a su encuentro y vuelve con ellos a la parroquia: faltaban trece minutos para que venciese el ultimátum; trece minutos que salvaron la vida de todos sin derramamiento de sangre"[2].

LETIZIA MAGRI

 

 

 



[1] C. LUBICH, Palabra de vida, octubre de 1986, en EAD., Palabras de Vida/1 (1943-1990), Ciudad Nueva, Madrid 2020, p. 390.

[2] M. MALTESE (ed.), Unitá é iI nome della pace: La strategia di Chiara Lubich, Cittá Nuova, Roma 2020, pp. 29-30.

martes, 20 de septiembre de 2022

LA VIDA CAMINO DE SANTIDAD: EL MARTIR, MAESTRO DE HUMILDAD.

 “Ser humildes”

Ser humilde no solo significa no ser ambicioso, sino ser consciente de la propia nada, sentirse pequeño ante Dios y por lo tanto ponerse en sus manos, como un niño. [...]. ¿Cómo vivir bien este hacerse pequeño? Llevándolo a cabo, como lo hizo Jesús, por el bien de nuestros hermanos y hermanas. Dios cree que lo que les haces a ellos se hace a sí mismo. Por lo tanto, bajar: servirlos. [...]

Fuente: PAROLA DI VITA - OTTOBRE 2020 - “Chiunque si esalta sarà umiliato, e chi si umilia sarà esaltato” (Lc 14,11) - Chiara Lubich)

martes, 6 de septiembre de 2022

LA VIDA CAMINO DE SANTIDAD: EL MARTIR, MAESTRO DEL PERDON.

 “El perdón derrota a la violencia”

"…afrontar el odio con el amor; derrotar la violencia con el perdón; para responder a las armas con la oración".

Fuente: Papa Francisco - 10.09.2014

jueves, 1 de septiembre de 2022

PALABRA DE VIDA DE SEPTIEMBRE DE 2022.

 

«Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda» (1 Co 9, 19).

La Palabra de vida de este mes está sacada de la Primera carta de Pablo a los cristianos de Corinto. Él se encuentra en Éfeso, y a través de estas palabras suyas trata de proporcionar una serie de respuestas a los problemas surgidos en la comunidad griega de Corinto, ciudad cosmopolita y gran centro comercial, famosa por el templo de Afrodita, pero también por su proverbial corrupción.

Gracias a la predicación del Apóstol, unos años atrás los destinatarios de la carta se habían convertido a la fe cristiana desde el paganismo. Una de las controversias que dividían a la comunidad se refería al hecho de poder comer la carne sacrificada a los ídolos en los ritos paganos.

Subrayando la libertad que tenemos en Cristo, Pablo presenta un amplio análisis sobre cómo comportarse ante ciertas opciones, y se detiene en particular en el concepto de libertad.

«Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda»

Puesto que los cristianos saben que «que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios» (8, 4), resulta indiferente comer o no comer la carne sacrificada a los ídolos. El problema surge cuando un cristiano se encuentra en presencia de alguien que aún no posee esta conciencia ni el conocimiento de la fe, de modo que, con su actitud, puede escandalizar a una conciencia débil.

Cuando están en juego el conocimiento y el amor, Pablo no tiene dudas: el discípulo debe elegir el amor incluso renunciando a su libertad, tal como hizo Cristo, que libremente se hizo esclavo por amor.

Es fundamental atender al hermano débil, a quien tiene una conciencia frágil y poco conocimiento de las cosas, con el fin de «ganar» en el sentido de hacer que llegue al mayor número de personas, la vida buena y bella del Evangelio.

«Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda»

Como escribe Chiara Lubich, «si estamos incorporados a Cristo, si somos Él, tener divisiones o pensamientos contrapuestos es dividir a Cristo. [...] Si [...] entre los primeros cristianos hubiese peligro de romper la concordia, se aconsejaba ceder en las propias ideas con tal de mantener la caridad. [...] Lo mismo sucede hoy: aun estando a veces convencidos de que es mejor un modo determinado de pensar, el Señor nos sugiere que a veces es mejor ceder en nuestras ideas con tal de salvar la caridad con todos, pues es mejor lo menos perfecto con acuerdo que lo más perfecto en desacuerdo. Y este plegarse con tal de no romper es una de las características -quizá dolorosas, pero también más eficaces y bendecidas por Dios- que mantienen la unidad según el pensamiento más auténtico de Cristo y que, por consiguiente, saben apreciar su valor»[1].

«Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda»

La experiencia del cardenal vietnamita Francois-Xavier Nguyen Van Thuan -que transcurrió 13 años en prisión, nueve de ellos en aislamiento total- testimonia que cuando el amor es verdadero y desinteresado suscita como respuesta más amor. Durante su encarcelamiento fue entregado a cinco guardias, pero los jefes decidieron sustituirlos cada dos semanas por otro grupo porque estos eran «contaminados» por el obispo. Al final decidieron dejar siempre a los mismos, pues de otro modo «contaminaría» a todos los policías de la cárcel. Él mismo cuenta: «Al principio, los guardias no hablaban conmigo. Se limitaban a responder sí o no. [...] Una noche me vino un pensamiento: "Francisco, tú todavía eres muy rico; tienes el amor de Cristo en el corazón; ámalos como Jesús te ha amado”: Al día siguiente empecé a quererlos más aún, a amar a Jesús en ellos, sonriendo, dirigiéndoles palabras amables. [...] Poco a poco nos hicimos amigos»[2] . Con la ayuda de sus carceleros, fabricó en prisión la cruz pectoral que llevaría hasta su muerte, símbolo de la amistad que había nacido entre ellos: dos trozos de madera con una cadenita de metal.

LETIZIA MAGRI



[1] C. LUBICH, El arte de amar. Ciudad Nueva, Madrid 2006, 20122, pp. 130·131.

[2] F.-X. NGUYEN VANTHUAN, Testigos de esperanza, Ciudad Nueva, Madrid 2000, p. 81

lunes, 1 de agosto de 2022

PALABRA DE VIDA DE AGOSTO DE 2022.

 

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Jn 6, 37)

El capítulo 18 del Evangelio de Mateo es un texto riquísimo en el cual Jesús da instrucciones a sus discípulos sobre cómo vivir las relaciones dentro de la comunidad recién nacida. La pregunta de Pedro retoma las palabras que Jesús acababa de pronunciar: «Si tu hermano peca contra ti...» (Mt 18, 15)[1] Jesús está hablando y, al poco, Pedro lo interrumpe, como si se diese cuenta de que no ha entendido bien lo que su Maestro acababa de decir. Y le hace una de las preguntas más relevantes respecto al camino que debe recorrer un discípulo de Él. ¿Cuántas veces hay que perdonar?

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?».

Preguntarse forma parte del camino de fe. Un creyente no tiene todas las respuestas, pero sigue siendo fiel aun haciéndose preguntas. El interrogante de Pedro no se refiere al pecado contra Dios, sino más bien a qué hacer cuando un hermano comete una culpa contra otro hermano. Pedro cree que es un buen discípulo que puede llegar a perdonar hasta siete veces[2]. No se espera la respuesta inmediata de Jesús, que desbarata sus seguridades: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22). Los discípulos conocían bien las palabras de Lamec, el sanguinario hijo de Caín que canta la repetición de la venganza hasta setenta veces siete[3]. Aludiendo a esta afirmación, Jesús contrapone a la venganza ilimitada el perdón infinito.

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?».

No se trata de perdonar a una persona que ofende continuamente, sino más bien de perdonar repetidamente con el corazón. El perdón verdadero, el que nos haces sentirnos libres, suele llegar gradualmente. No es un sentimiento, no es olvidar: es la opción que los creyentes deberíamos hacer no solo cuando la ofensa es repetida, sino incluso cada vez que la recordamos. Por eso hay que perdonar setenta veces siete.

Escribe Chiara Lubich: «Así pues, [...] Jesús tenía en mente sobre todo las relaciones entre cristianos, entre miembros de la misma comunidad. Por tanto, debes comportarte así ante todo con tus hermanos en la fe: en la familia, en el trabajo, en clase y en tu comunidad, si formas parte de alguna. Sabes que es normal querer compensar la ofensa recibida con una acción o una palabra proporcionada. Y sabes que, por disparidad de caracteres, por nerviosismo o por otras causas, es frecuente faltar al amor entre personas que viven juntas. Pues bien, recuerda que solo una actitud de perdón renovada continuamente puede mantener la paz y la unidad entre hermanos. Siempre tendrás tendencia a pensar en los defectos de tus hermanos, a recordar su pasado, a querer que sean distintos de cómo son... Es necesario adquirir el hábito de verlos con ojos nuevos y a verlos nuevos en sí mismos, a aceptarlos siempre, inmediatamente y hasta el fondo, aunque no se arrepientan»[4].

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?»

Todos nosotros formamos parte de una comunidad de «perdonados», porque el perdón es un don de Dios que siempre necesitamos. Deberíamos estar siempre asombrados de la inmensidad de la misericordia que recibimos del Padre, que nos perdona si también nosotros perdonamos a los hermanos[5].

Hay situaciones en las que no es fácil perdonar, vicisitudes que derivan de condiciones políticas, sociales o económicas en las que el perdón puede adquirir una dimensión comunitaria. Hay muchos ejemplos de mujeres y hombres que han conseguido perdonar aun en las situaciones más duras, ayudados por una comunidad que los ha sostenido.

Osvaldo es colombiano. Fue amenazado de muerte y vio cómo mataban a su hermano. Hoy es el líder de una asociación ciudadana que se dedica a rehabilitar a personas que estuvieron directamente implicadas en el conflicto armado de su país.

«Habría sido fácil responder a la venganza con más violencia, pero dije no -explica Osvaldo-: aprender el arte del perdón es muy, muy difícil, pero las armas o la guerra no son nunca una opción para transformar la vida. El camino de la transformación es otro, es poder llegar hasta el alma humana del otro, y para ello no necesitas la soberbia ni ningún poder: hace falta humildad, que es la virtud más difícil de alcanzar»[6].

LETIZIA MAGRI



[1] En este versículo seguimos la Biblia de la CEE, más próxima al original que la de Jerusalén [NdT].

[2] El número siete indica la totalidad, la completez: Dios crea el mundo en siete días (cf. Gn 1,1-2.4). En Egipto hay siete años de abundancia y siete de carestía (cf. Gn 41, 29-30)

[3] «Caín será vengado siete veces, más Lamec lo será setenta y siete» (Gn 4, 24).

[4] C. LUBICH, Palabra de vida, octubre 1981, en EAD., Palabras de vida/1, Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 228-229.

[5] Cf. oración del Padrenuestro, Mt 6, 9-13.

[6] MADDALENA MALTESE (ed.), Unitá e iI nome della pace: La strategia di Chiara Lubich, Cittá Nuova, Roma 2020, p. 31

viernes, 1 de julio de 2022

PALABRA DE VIDA DE JULIO DE 2022 .

 

«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42).

Jesús va camino de Jerusalén, donde ya está a punto de cumplirse su misión, y se detiene en un pueblo, en casa de Marta y María. El evangelista Lucas describe así la acogida que le reservan a Jesús las dos hermanas: Marta, que desempeña el papel tradicional de señora de la casa, «estaba atareada en muchos quehaceres» (Lc 10,40) propios de la hospitalidad, mientras que María, «sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra» (v, 39). La atención de María se opone a la agitación de Marta; y, en efecto, a sus quejas por haberse quedado sola sirviendo, Jesús replica: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada» (vv. 41-42). Este pasaje se sitúa entre la parábola del buen samaritano -tal vez la página más elevada en relación con la caridad hacia el prójimo- y esa otra en la que Jesús enseña a sus discípulos cómo rezar -seguramente la página más elevada en la relación con Dios-Padre-, lo que constituye casi el justo medio entre el amor al hermano y el amor a Dios.

«Solo una cosa es necesaria»

Las protagonistas de este pasaje del Evangelio son dos mujeres. El diálogo que se desarrolla entre Jesús y Marta describe su relación de amistad, que le da pie a esta a lamentarse ante su Maestro. Pero ¿cuál es el servicio que Jesús desea? Lo que Él desea es que Marta no se afane, que salga del papel tradicional asignado a las mujeres y se ponga también ella a escuchar su Palabra, como María, que adopta una nueva categoría, la de discípula. A menudo se ha reducido el mensaje de este texto a una contraposición entre la vida activa y la vida contemplativa, casi como dos enfoques religiosos alternativos. Pero tanto Marta como María aman a Jesús y quieren servirle. De hecho, el Evangelio no dice que sea más importante orar y escuchar la Palabra que la caridad; lo que hace falta más bien es encontrar el modo de unir estos dos amores indisolublemente. Dos amores -el amor a Dios y el amor al prójimo- que no se contraponen, sino que son complementarios, porque el Amor es uno.

«Solo una cosa es necesaria»

Así pues, falta por entender bien qué es lo único necesario. En esto nos puede ayudar el inicio de la frase: «Marta, Marta...» (v. 41). La repetición del nombre, que puede sonar casi como anunciadora de un reproche, en realidad responde a la modalidad propia de la «llamada vocación». O sea, parece que Jesús llama a Marta a un nuevo modo de relacionarse, a tejer un vínculo que no sea el de una servidora sino el de una amiga que entra en una relación profunda con Él. Escribe Chiara Lubich: «Jesús se valió de esta circunstancia para explicar lo más necesario en la vida del ser humano. [...] Escuchar la Palabra de Jesús. Y para Lucas, que escribió este pasaje, escuchar la Palabra significa también vivirla. [...] Y esto es lo que tienes que hacer también tú: acoger la Palabra y dejar que obre en ti una transformación. No solo eso, sino permanecer fiel a ella, guardándola en el corazón para que modele tu vida, como la tierra guarda en su seno la semilla para que germine y dé fruto. O sea, dar frutos de vida nueva, efectos de la Palabra».

«Solo una cosa es necesaria»

¡Cuántas ocasiones tenemos también nosotros de acoger al Maestro en la intimidad de nuestra casa, precisamente como Marta y María, a cuyos pies podemos ponernos a escucharlo como auténticos discípulos! Con frecuencia, la ansiedad, la enfermedad, las obligaciones e incluso las alegrías y satisfacciones nos distraen, en la vorágine de tantas cosas por hacer, y no nos dejan tiempo para detenernos a reconocer al Señor ni para escucharlo.

Esta Palabra es una ocasión excelente para ejercitarnos en elegir la mejor parte, es decir, escuchar su Palabra y así adquirir la libertad interior que nos lleva a actuar en consecuencia en nuestra vida diaria: una acción que es fruto de una relación de amor que da sentido al servicio y a la escucha.

LETIZIA MAGRI

jueves, 2 de junio de 2022

PALABRA DE VIDA DE JUNIO DE 2022 .

«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti» (Sal 16, 2)

La Palabra de Vida de este mes está sacada del libro de los Salmos, que recoge las oraciones por excelencia, inspiradas por Dios al rey David y a otros orantes para enseñarles cómo dirigirse a Él. En los Salmos todos tenemos nuestro sitio, pues tocan las cuerdas más íntimas del alma, expresan los sentimientos humanos más profundos e intensos: la duda, el dolor, la ira, la angustia, la desesperación, la esperanza, la alabanza, el agradecimiento, la alegría. Por eso los puede pronunciar cualquier hombre y mujer de toda época y cultura y en cualquier momento de la vida.

«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti».

El salmo 16 era el preferido de muchos autores espirituales. Por ejemplo, santa Teresa de Jesús comentaba: «Quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta». El padre Antonios Fikri, teólogo de la Iglesia Ortodoxa, señalaba: «Este es el salmo de la resurrección, por eso la Iglesia lo reza en las primeras horas [...], ya que Jesús resucitó al alba. Este salmo nos da esperanza en nuestra herencia eterna, y por eso lo encontramos bajo el título de "dorado": quiere decir que es una palabra de oro, una joya de la Sagrada Escritura».

Hagamos la prueba de repetirlo pensando en cada palabra:

«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti».

Esta oración nos envuelve, sentimos que la presencia activa y amorosa de Dios comprende todo nuestro ser y el de la creación, percibimos que Él recoge nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. En Él encontramos la fuerza para afrontar con confianza los sufrimientos que nos asaltan por el camino y la serenidad para elevar la mirada, más allá de las sombras de la vida, a la esperanza.

Entonces, ¿cómo podremos vivir la Palabra de Vida de este mes? Esta es la experiencia de C. D.: «Hace algún tiempo empecé a sentirme mal, por lo que me sometí a una serie de pruebas médicas que requerían largos tiempos de espera. Al final, cuando me enteré de lo que tenía, la enfermedad de Parkinson, ¡fue un duro golpe! Tenía 58 años, ¿cómo era posible? Me preguntaba: ¿por qué? ¡Soy profesor de Ciencias Motoras y Deportivas, la actividad física es parte de mí! Me parecía perder algo demasiado importante. Pero volví a pensar en la elección que había hecho cuando era joven: "Tú, Jesús abandonado, eres mi único bien”: Gracias a los fármacos, pronto empecé a sentirme mucho mejor, pero no sé exactamente lo que me sucederá. He decidido vivir el momento presente. Tras el diagnóstico se me ocurrió escribir una canción, cantarle a Dios mi sí: ¡el alma se llena de paz!».

La frase de este salmo también había tenido una resonancia especial en el alma de Chiara Lubich, que escribió: «Estas sencillas palabras nos ayudarán a tener confianza en Él, nos entrenarán a convivir con el Amor, y así, estando cada vez más unidos a Dios y llenos de Él. pondremos una y otra vez las bases de nuestro verdadero ser, hecho a su imagen».

Unámonos, pues, en este mes de junio, para elevar a Dios ésta «declaración de amor» a Él e irradiar paz y serenidad en nuestro entorno.

LETIZIA MAGRI

sábado, 30 de abril de 2022

PALABRA DE VIDA DE MAYO DE 2022.

 «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34).

Estamos en el momento de la última cena. Jesús, sentado a la mesa con sus discípulos, acaba de lavarles los pies. Dentro de unas horas será arrestado, condenado a muerte y crucificado. Cuando el tiempo se acorta y la meta se acerca, se dicen las cosas más importantes: el «testamento».

En este contexto, en lugar de la institución de la Eucaristía, el Evangelio de Juan relata el lavatorio de los pies. Y a la luz de este hay que entender el mandamiento nuevo. Jesús actúa primero y enseña después, y por eso su palabra es autorizada.

El mandamiento de amar al prójimo ya estaba presente en el Antiguo Testamento: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18). Pero Jesús ilumina un aspecto nuevo de este, la reciprocidad: es el amor mutuo lo que crea y distingue a la comunidad de sus discípulos.

Este tiene su raíz en la misma vida divina, en la dinámica trinitaria que el ser humano está habilitado a compartir gracias al Hijo. Lo ejemplifica Chiara Lubich con una imagen que nos puede iluminar: «Jesús, cuando vino a la tierra, no vino de la nada, como cada uno de nosotros, sino que vino del Cielo. E igual que un emigrante, cuando va a aun país lejano, se adapta al nuevo entorno, pero lleva consigo sus usos y costumbres y sigue hablando su lengua, también Jesús se adaptó en la tierra a la vida de los hombres, pero, por ser Dios, trajo el modo de vivir del Cielo, de la Trinidad, que es amor, amor recíproco».

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros»,

Aquí entramos en el núcleo del mensaje de Jesús, que nos lleva a la lozanía de las primeras comunidades cristianas y que hoy en día puede seguir siendo el distintivo de todos nuestros grupos y asociaciones. En un ambiente en que la reciprocidad es una realidad viva, experimentamos el sentido de nuestra existencia, encontramos la fuerza para seguir adelante en los momentos de dolor y de sufrimiento, nos sentimos sostenidos en las inevitables dificultades y saboreamos la alegría.

Cada día nos enfrentamos a muchos desafíos: la pandemia, la polarización, la pobreza, los conflictos. Imaginemos por un instante lo que sucedería si consiguiésemos poner en práctica esta Palabra en el día a día: nos encontraríamos ante nuevas perspectivas, se abriría ante nuestros ojos el proyecto de la humanidad, motivo de esperanza. Pero ¿quién nos impide reavivar esta Vida en nosotros y reactivar a nuestro alrededor relaciones de fraternidad que se extiendan hasta llenar el mundo?

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros».

Marta es una joven voluntaria que ayuda a las personas detenidas a preparar los exámenes universitarios. «La primera vez que entré en la cárcel me encontré con personas llenas de miedos y fragilidades. Intenté entablar una relación ante todo profesional y luego de amistad, basada en el respeto y la escucha. Pronto comprendí que no era yo la única que ayudaba a los presos, sino que también ellos me sostenían a mí. Una vez, mientras ayudaba a un estudiante para un examen, perdí a una persona de mi familia, y a él le confirmaron la condena en el tribunal de apelación. Los dos estábamos en muy malas condiciones. Durante la clase me daba cuenta de que él incubaba un gran dolor, que fue capaz de contarme. Llevar juntos el peso de aquel dolor nos ayudó a seguir adelante. Al final del examen vino a darme las gracias, y me dijo que sin mí no lo habría conseguido. Por un lado, yo había perdido a alguien de mi familia, pero por otro lado sentía que había salvado una vida. Comprendí que la reciprocidad permite crear relaciones verdaderas, de amistad y de respeto».

LETIZIA MAGRI

sábado, 16 de abril de 2022

DOMINGO DE PASCUA

 


Después, tras el Sábado Santo, llegará el Domingo de Pascua. Él es el Resucitado, Él es la Resurrección y la Vida también para nosotros. Digámosle, quizás, por primera vez, gracias por la vida que tendremos después y no terminará. Prometámosle pensar a menudo, hacer nuestros mejores proyectos no sólo para esta vida sino para aquella más importante.

Digámosle que también mañana queremos ser su gloria, su alegría, y deseamos gastar ésta (vida) para que de muchos, de muchísimos, reciba todavía alegría y gloria.

FUENTE: Texto de Chiara Lubich, extraído de la conexión del 16 de abril de 1981 sobre el Triduo Pascual

viernes, 15 de abril de 2022

HOY ES VIERNES SANTO.

 


Es Viernes Santo, Jesús Abandonado. No hay mejor día que hoy a las tres de la tarde para volver a hacer solemnemente nuestra consagración a Él, renovando nuestro propósito de gastar la vida que tenemos, amándolo siempre, enseguida, con alegría.

Que cuando besemos al Crucificado, Jesús reciba de nuestros corazones, esparcidos por todo el mundo, esta promesa solemne. Será el mejor modo para celebrar el Viernes Santo con Él, y Él nos ayudará a hacernos santos para su gloria, para la alegría de María y como un don recíproco.

FUENTE: Texto de Chiara Lubich, extraído de la conexión del 16 de abril de 1981 sobre el Triduo Pascual

jueves, 14 de abril de 2022

HOY ES JUEVES SANTO.

 


Hoy es Jueves Santo, nuestra fiesta. Jesús hoy, como hace muchos años, dio a sus discípulos el Mandamiento nuevo, aquel mandamiento que es la ley fundamental y la base de cualquier otra norma para cada uno de nosotros. Como hoy, Jesús rezó por la unidad: “Que todos sean uno”. Como hoy, instituyó la Eucaristía que lo hace presente entre nosotros y tiene como efecto, precisamente, nuestra unidad con Él y entre nosotros. Y como hoy, instituyó el sacerdocio que hace posible la Eucaristía. Todo, todo esto en un solo día.

¿Qué más queremos? Es nuestra fiesta y a menudo esta fiesta la hemos vivido con tal emoción en el corazón que en ningún otro día del año sentimos otra igual.

Hoy es el momento de decir gracias a Jesús, un gracias profundo que brote de lo más íntimo de todos nuestros corazones y llegue al Cielo.

¿Qué sería nuestra vida sin el Mandamiento nuevo, sin la Eucaristía, sin el Ideal de la unidad?

FUENTE: Texto de Chiara Lubich, extraído de la conexión del 16 de abril de 1981 sobre el Triduo Pascual

viernes, 1 de abril de 2022

PALABRA DE VIDA DE ABRIL DE 2022.

 «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16, 15).

El Evangelio de Marcos reserva las últimas palabras de Jesús Resucitado a una única aparición de Él a los apóstoles.

Estos están sentados a la mesa, como los habíamos visto a menudo con Jesús ya desde antes de su pasión y muerte, pero esta vez la pequeña comunidad está marcada por el fracaso: han quedado once en lugar de los doce que Jesús había escogido, y en el momento de la cruz alguno de los presentes lo había negado y muchos habían huido.

En este último y decisivo encuentro, el Resucitado los reprende por haber cerrado el corazón a las palabras de quienes habían dado testimonio de la resurrección (cf. Mc 16,9-13). Pero al mismo tiempo confirma su elección: a pesar de que son frágiles, les encomienda precisamente a ellos que anuncien el Evangelio, esa Buena Noticia que es Él mismo, con su vida y sus palabras.

Después de este solemne discurso, el Resucitado vuelve al Padre, pero al mismo tiempo «permanece» con sus discípulos y les confirma sus palabras con signos prodigiosos.

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

Así pues, la comunidad que Jesús envía a continuar su misión no es un grupo de personas perfectas, sino más bien llamadas ante todo a «estar» con Él (cf. Mc 3, 14-15). A experimentar su presencia y su amor paciente y misericordioso. Luego, solo en virtud de esta experiencia, los envía a «proclamar a toda la creación» esta cercanía de Dios.

Y está claro que el éxito de la misión no depende de sus capacidades personales, sino de la presencia del Resucitado, que él mismo encomienda a sus discípulos y a la comunidad de los creyentes, en la cual crece el Evangelio en la medida en que es vivido y anunciado  [1].

Por tanto, lo que podemos hacer nosotros como cristianos es gritar el amor de Dios con nuestra vida y con nuestras palabras, saliendo de nosotros mismos con valentía y generosidad, para ofrecer a todos con delicadeza y respeto los tesoros del Resucitado, que abren los corazones a la esperanza.

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

Se trata de dar siempre testimonio de Jesús y nunca de nosotros mismos; incluso de «negarnos» a nosotros mismos, de «menguar» para que Él crezca. Hay que hacer sitio en nosotros a la fuerza de su Espíritu, que empuja a la fraternidad: «[…] Debo seguir al Espíritu Santo, el cual, cada vez que me encuentro con un hermano o hermana, me pone en actitud de "hacerme uno" con él o con ella, de servirles con perfección; me da la fuerza de amarlos si son en cierto modo enemigos; me llena el corazón de misericordia para saber perdonar y poder entender sus necesidades; me lleva a comunicar con diligencia, cuando llega el momento, las cosas más bellas de mi alma. A través de mi amor se revela y se transmite el amor de Jesús. […] Con este y por este amor de Dios en el corazón podemos llegar lejos y hacer partícipes de nuestro descubrimiento a muchas otras personas […] hasta que el otro, dulcemente herido por el amor de Dios en nosotros, quiera "hacerse uno" con nosotros, en un intercambio recíproco de ayudas, ideales, proyectos y afectos. Solo entonces podremos dar la palabra, y será un don, en la reciprocidad del amor» [2].

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

«A toda la creación»: es una perspectiva que nos hace conscientes de nuestra pertenencia al gran mosaico de la creación y de la cual somos especialmente sensibles hoy. En este nuevo camino de la humanidad, los jóvenes son en muchos casos una punta de lanza; siguiendo el estilo del Evangelio, confirman con los hechos lo que anuncian con palabras.

Robert, de Nueva Zelanda, comparte su experiencia en la web[3]: «Una actividad en curso en nuestro territorio apoya la recuperación del puerto de Porirua, en la parte meridional de la región de Wellington, en Nueva Zelanda. Esta iniciativa ha implicado a las autoridades locales, la comunidad católica maorí y la tribu local. Nuestro objetivo es apoyar a esta tribu en su deseo de liderar la recuperación del puerto, asegurar que las aguas discurran limpias y permitir la recogida de moluscos y la pesca habitual sin miedo a la contaminación. Estas iniciativas han tenido éxito y han creado un nuevo espíritu comunitario.

El desafío es evitar que se quede en algo pasajero y mantener un plan a largo plazo que preste ayuda y apoyo y marque la diferencia sobre el terreno».

LETIZIA MAGRI


[1] Cf. CONCILIO VATICANO II, constitución dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación, 8.

[2] C. Lubich, Palabra de vida, junio de 2003: Ciudad Nueva 399 (6/2003). pp. 24-25.

[3] El texto íntegro de esta y otras experiencias está en varios idiomas en: http://www.unitedproject.org/workshop.