lunes, 26 de octubre de 2020

LA ESCUELA DE LA VIRGEN MARÍA.

Ir a la escuela de María es ir a una escuela de fe y de vida. Ella, maestra porque discípula, enseña bien el alfabeto de la vida humana y cristiana.

Papa Francisco a miembros de la Pontificia Facultad Teológica Marianum de Roma, 24 de octubre de2020.

domingo, 25 de octubre de 2020

PAPA FRANCISCO: ANGELUS.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la página evangélica de hoy (cfr. Mt 22, 34-40), un doctor de la Ley pregunta a Jesús cuál es «el mandamiento mayor» (v. 36), es decir el mandamiento principal de toda la Ley divina. Jesús responde sencillamente: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”» (v. 37). Y a continuación añade: «El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39).

La respuesta de Jesús retoma y une dos preceptos fundamentales, que Dios ha dado a su pueblo mediante Moisés (cfr Dt 6, 5; Lv 19, 18). Y así supera la trampa que le han tendido para «ponerle a prueba» (v. 35). Su interlocutor, de hecho, trata de llevarlo a la disputa entre los expertos de la Ley sobre la jerarquía de las prescripciones. Pero Jesús establece dos fundamentos esenciales para los creyentes de todos los tiempos, dos fundamentos esenciales de nuestra vida. El primero es que la vida moral y religiosa no puede reducirse a una obediencia ansiosa y forzada. Hay gente que trata de cumplir los mandamientos de forma ansiosa o forzada, y Jesús nos hace entender que la vida moral y religiosa no puede reducirse a una obediencia ansiosa y forzada, sino que debe tener como principio el amor. El segundo fundamento es que el amor debe tender juntos e inseparablemente hacia Dios y hacia el prójimo. Esta es una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús y nos hace entender que no es verdadero amor de Dios el que no se expresa en el amor al prójimo; y, de la misma manera, no es verdadero amor al prójimo el que no se deriva de la relación con Dios.

Jesús concluye su respuesta con estas palabras: «De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (v. 40). Esto significa que todos los preceptos que el Señor ha dado a su pueblo deben ser puestos en relación con el amor de Dios y del prójimo. De hecho, todos los mandamientos sirven para realizar, para expresar ese doble amor indivisible. El amor por Dios se expresa sobre todo en la oración, en particular en la adoración. Nosotros descuidamos mucho la adoración a Dios. Hacemos la oración de acción de gracias, la súplica para pedir alguna cosa…, pero descuidamos la adoración. Adorar a Dios es precisamente el núcleo de la oración. Y el amor por el prójimo, que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidado del otro. Y muchas veces nosotros descuidamos el escuchar al otro porque es aburrido o porque me quita tiempo, o de llevarlo, acompañarlo en sus dolores, en sus pruebas… ¡Pero siempre encontramos tiempo para chismorrear, siempre! No tenemos tiempo para consolar a los afligidos, pero mucho tiempo para chismorrear. ¡Estad atentos! Escribe el apóstol Juan: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1 Jn 4, 20). Así se ve la unidad de estos dos mandamientos.

En el Evangelio de hoy, una vez más, Jesús nos ayuda a ir a la fuente viva y que brota del Amor. Y tal fuente es Dios mismo, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede romper. Comunión que es un don para invocar cada día, pero también compromiso personal para que nuestra vida no se deje esclavizar por los ídolos del mundo. Y la verificación de nuestro camino de conversión y de santidad está siempre en el amor al prójimo. Esta es la verificación: si yo digo “amo a Dios” y no amo al prójimo, no va bien. La verificación de que yo amo a Dios es que amo al prójimo. Mientras haya un hermano o una hermana a la que cerremos nuestro corazón, estaremos todavía lejos del ser discípulos como Jesús nos pide. Pero su divina misericordia no nos permite desanimarnos, es más nos llama a empezar de nuevo cada día para vivir coherentemente el Evangelio.

Que la intercesión de María Santísima nos abra el corazón para acoger el “mayor mandamiento”, el doble mandamiento del amor, que resume toda la ley de Dios y de la que depende nuestra salvación.

Plaza de San Pedro
Domingo, 25 de octubre de 2020

FUENTE: VATICA VAN

viernes, 23 de octubre de 2020

“NOSOTROS NO PODEMOS DARLES NADA A LOS MARTIRES, ¡LO TIENEN TODO”.

FUENTE: NOTICIAS ARCHIDIOCESIS DE GRANADA.

El vicepostulador de la causa de beatificación de los mártires granadinos, D.Santiago Hoces, ha publicado “Los mártires de la Archidiócesis granadina del s. XX”, un libro que incluye el testimonio de 65 mártires granadinos entre los que se encuentra D. Cayetano Giménez Martín y sus compañeros mártires, cuya causa de beatificación ya ha sido aprobada la Santa Sede.

Usted ha publicado 6 libros sobre mártires, santos y beatos granadinos. ¿Por qué es tan importante esta labor de promulgación de sus causas de beatificación?

San Juan Pablo II escribió una carta apostólica, “Novo Ineunte Millennio” en la que dice que “las iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la documentación necesaria”. En España murieron unos 5000 sacerdotes seculares, cerca de 2000 religiosos y religiosas, 11 obispos y un administrador apostólico, además de los seglares, durante los años de persecución religiosa en España.

Tampoco las iglesias locales se habían preocupado por sus santos. Antes de esta carta apostólica, por ejemplo, realmente el único sacerdote secular canonizado en España era San Juan de Ávila, y lo fue 300 años después que San Ignacio, San Juan de Dios o San Francisco de Borja.

¿De qué mártires trata este último libro?

Este libro sale ahora de cara a las próximas beatificaciones. Estos 65 mártires incluyen al grupo de D. Cayetano Giménez Martín y otros 15 compañeros mártires, pero también trata de 19 ya beatificados en Aguadulce. También se habla de varios mártires laicos, como los de Turón, o religiosas de pueblos como Alhama o Adra, además de otros sacerdotes que tuvieron relación con el Seminario San Cecilio, que por entonces estaba en la plaza Virgen de Gracia.

Al principio de cada capítulo, pongo la relación que tuvieron esos mártires con el seminario y con la iglesia Virgen de Gracia.

¿De dónde ha sacado la información?

Tomé los documentos el Capellán Real de la Capilla Real, D. José Vico Ortega, que él lo había recibido a su vez de la curia eclesiástica, y que se siguen conservado en Capilla Real. Además de ello, me he basado en el libro sobre la “positio” utilizada para la beatificación de los mártires de Almería y de Granada. Hay varios testimonios sacados de ahí, además de las muchas entrevistas que tuve con familiares y conocidos.

¿Cuánto tiempo lleva investigando?

La historia de mi relación con los mártires se remonta a tiempos de D. José Méndez Asensio, que me encargó ya la tarea de investigación, aunque aun sin nombramiento oficial. Luego serío en 1999 cuando D. Antonio Cañizares me designó como vicepostulador de la causa de los mártires. Yo lo he hecho durante este tiempo con mucho gusto, con mucho esfuerzo y con mucho tiempo porque los mártires a mí me han dado gran ejemplo contemplando su vida.

¿Con qué ha disfrutado más en este periodo de creación del libro?

Yo he disfrutado mucho por el ejemplo que me han dado. Porque nosotros no podemos darles nada a los mártires, ¡lo tienen todo! Nosotros sí que recibimos de ellos, porque “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, que decía Tertuliano, y a mí me han hecho mucho bien.

El otro día veíamos a San Ignacio de Antioquía. ¡Ese testimonio es que mueve los corazones! Nosotros tenemos otra carta preciosa de otro de nuestros mártires, el de los Ogíjares. Una carta dirigida a su madre en la que dice: “termina de decirme esta pobre gente. a la que compadezco y perdono de todo corazón, que si quiero salvar mi vida tengo que casarme y que, si no lo hago, me matan. Pero yo, pensando, no en esta vida sino en la otra, que es la verdadera, les he contestado que prefiero morir antes que renegar de nuestra religión”. O sea, una carta preciosa. Estas cosas nos hacen mucho bien a nosotros, al que lo lea, al que lo conozca.

¿Hay alguna historia de las que ha contado en este libro que le ha tocado un poco más?

Por la dureza y el sufrimiento tan terrible, creo que los mártires de Turón. De los mártires de Turón lo he tomado de un maestro nacional, ¡y es terrible! Son los que más me han impresionado.

¿Siempre hay constancia de que un mártir muere perdonando?

Hay testimonios explícitos de varios. Uno de los que murieron en Almería, que estaba con un religioso de las escuelas cristianas, y le decía: “qué cosa tan grande sería el martirio”. Otro que le escribía a unas monjas que él atendía, “el martirio no lo merezco, pero lo deseo”.

Hay muchos testimonios explícitos perdonando a los verdugos y otros implícitos, porque sabían que los mártires mueren perdonado. Rezaban todos los días en el rosario el Padre Nuestro, en el que decía “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, que es lo mismo que el Señor dijo en el calvario: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Ignacio Álvarez

Secretariado de Medios de Comunicación Social

Arzobispado de Granada

miércoles, 21 de octubre de 2020

ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI. COMO REZARLO.


Guirnalda de devociones, amor y cesiones;
violencia dulce de humilde y entrañable insistencia con serena confianza;
collar de perlas enhebradas en un rayo de poesía...
saludo de ángeles e invocación humana...
vínculo entre lo finito y lo infinito.


Así es el rosario a María.
El Rosario abre fuentes de bondad, que desde cada familia se derraman sobre el pueblo: purifica la casa y desde la casa la calle, la oficina, los campos, las fábricas.
La casa, aunque sea una cabaña, una gruta o un desván, mientras se reza el Rosario se convierte en casa de Nazaret, con María en el centro, y juntamente Jesús, José y los santos en comunión.
El Rosario es el drama de la Redención visto desde las pupilas de María. Virgen y Madre: las alegrías de Nazaret, las luces de Belén, los quehaceres de José, y luego la tragedia de la Cruz y al final las glorias celestiales hechas patrimonio de familia, cosas nuestras.
Nuestra historia, nuestra vida.

PARA REZAR EL ROSARIO:
Por la señal + de la Santa Cruz
de nuestros + enemigos
líbranos, Señor + Dios nuestro
En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amen.
V/ Señor, ábreme los labios
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.
V/ Dios mío, ven en mi auxilio
R/ Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

(Después del enunciado de cada misterio se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria)

PADRENUESTRO: Padre nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos de mal. Amén.

AVEMARÍA: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruego por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Para ir a cada Misterio, pinchar en el enlace respectivo:


FUENTE "ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado en España por la Fundación Igino Giordani. Publicado originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la Fundación Igino Giordani.

miércoles, 14 de octubre de 2020

EL ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI.

IGINO GIORDANI Y EL SANTO ROSARIO

María nos lleva de la mano de nuevo a la casa de Dios, y en ella nos nutre de amor: nos hace partícipes de la vida de la Trinidad, la vida de la familia divina hecha familia nuestra. Así la Madre nos hace de casa en la casa del Padre
Presentamos este  bello compendio de amor dedicado a la Santísima Virgen compuesto por pensamientos de Igino Giordani. Todos los textos están tomados de un librito que llegó a nuestras manos hace tiempo, muy sencillo, pero que nos ha ayudado en muchos momentos y nos parecía una joya que no la podíamos guardar para nosotros. Son pequeñas meditaciones de IGINO GIORDANI, que como perlas van engarzándose hasta formar una bella meditación dirigida a la Virgen y que nos han ayudado a rezar el Rosario.
La Virgen puede mucho” repetía muchas veces “Foco”, como lo conocían sus más cercanos amigos, y para nosotros, que conocimos a Foco, hemos sentido de nuevo, como el fuego de amor de su dilatado corazón por la Iglesia y la humanidad, cuando pensamos en el Beato Ángel Noguera Gallegos.
Escribía Igino Giordani sobre como la Virgen había cambiado su vida en su diario:
“El drama humano-divino de María completó el drama divino-humano de Jesús: único drama de la Redención, pues en ese abandono, nosotros, hijos dispersos de Abrahán, fuimos recuperados...”
“Mientras meditaba sobre este misterio, -sobre esta realeza del dolor-, en la tarde del 1 de octubre, mes consagrado de María, después de las oraciones el alma se vio desalojada de golpe de cosas y de criaturas humanas y en su lugar entró María con Jesús desangrado, y toda la estancia del alma fue colmada por su figura de dolor y de amor. Y con ella dentro de mí entendí la frivolidad de mis aficiones por las cosas que pasan.
Durante 24 horas Ella permaneció como altar sosteniendo a la Victima: ‘Virgo altare Cristi’. Mi alma era su aposento: el templo. Pero, después de 24 horas, la participación en su angustia y el amor por Ella realizaron como una unidad entre Ella y el alma, y pareció como si Ella se convirtiese en mi alma: ya no era Ella mi huésped, sino yo el huésped de Ella; y llegué a exclamar: “Ya no vivo yo, sino que vive María en mí”.

Su presencia había virginizado, por así decir, mi alma, marianizando mi persona. El Yo parecía muerto, y en su lugar había nacido María. Y ya no sentía la necesidad de levantar los ojos a las efigies de las calles, ni a las imágenes de María; me bastaba y me basta con clavar los ojos del alma dentro de mí para distinguir, en lugar del ídolo sórdido y grotesco habitual, a la toda hermosa: la Madre del Amor Hermoso. E incluso este pobre cuerpo dolorido me parecía como una especia de catedral donde María, con Jesús muerto, evoca al Esposo, el cual convoca a la Trinidad.
Si no soy el último miserable, debe hacerme santo: estar en armonía con esta realidad. ¿Acaso no había decidido que este año fuera el año de la santificación, esto es, de la entronización de Dios en el lugar del Yo?".
GIORDANI, Diario del 6.10.57, en “Diario de fuego”. ED. Ciudad Nueva, Madrid 2007 p. 131-132)



FUENTE "ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado en España por la Fundación Igino Giordani. Publicado originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la Fundación Igino Giordani.

viernes, 9 de octubre de 2020

CUIDAR A LOS ENFERMOS APRENDIENDO LO QUE SIGNIFICA AMAR.

 


FUENTE: L’OSSERVATORE ROMANO.

Incurable nunca es sinónimo de “in-cuidable”: esta es la clave para entender la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe "Samaritanusbonus", que tiene como tema "el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida". El documento, ante la pérdida de la conciencia común sobre el valor de la vida y los debates públicos, a veces demasiado condicionados por casos puntuales en las noticias, reafirma claramente que "el valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico". Por ende, “no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque este lo pida”.

Desde este punto de vista, la viga que sostiene "Samaritanus bonus" no contiene novedad: de hecho, el Magisterio ha afirmado repetidamente el no a toda forma de eutanasia o suicidio asistido, y ha explicado que la alimentación y la hidratación son apoyos vitales que deben asegurarse al enfermo. El Magisterio también se ha expresado en contra del llamado "ensañamiento terapéutico", porque en la inminencia de una muerte inevitable "es lícito en ciencia y en conciencia tomar la decisión de renunciar a los tratamientos que procurarían solamente una prolongación precaria y penosa de la vida".

Por lo tanto, la Carta vuelve a proponer puntualmente lo que han enseñado los últimos Pontífices y se ha considerado necesaria ante legislaciones cada vez más permisivas sobre estas cuestiones. Sus páginas más recientes son aquéllas del acento pastoral, que se refieren al acompañamiento y cuidado de los enfermos que han llegado a la etapa final de sus vidas: el cuidado de estas personas nunca puede reducirse sólo a la perspectiva médica. Se necesita de una presencia integral que los acompañe con afecto, terapias apropiadas y proporcionadas y asistencia espiritual. Son significativas las referencias a la familia, que “necesita la ayuda y los medios adecuados”. Se requiere que los Estados reconozcan la función social primaria y fundamental de la familia "y su papel insustituible, también en este ámbito, destinando los recursos y las estructuras necesarias para ayudarla", sostiene el documento. De hecho, el Papa Francisco nos recuerda que la familia "siempre ha sido el 'hospital' más cercano". Y aún hoy, en muchas partes del mundo, el hospital es un privilegio para unos pocos, y a menudo está muy lejos.

"Samaritanus bonus", aunque nos recuerda el drama de tantos casos de noticias que se discuten en los medios de comunicación, nos ayuda a mirar los testimonios de los que sufren y los que cuidan, los muchos testimonios de amor, sacrificio, dedicación a los enfermos terminales o a las personas con falta persistente de consciencia, asistidos por madres, padres, hijos, nietos. Son experiencias vividas diariamente en silencio, a menudo en medio de mil dificultades. En su autobiografía, el Cardenal Angelo Scola relató un episodio ocurrido hace años: "Durante una visita pastoral a Venecia, un día, mientras salía de la casa de un enfermo, el párroco local me señaló un caballero más o menos de mi edad con un aire muy discreto. Tres semanas antes había muerto su hijo, una persona gravemente discapacitada, incapaz de hablar o caminar, y había sido cuidado amorosamente por él durante más de treinta años, asistiéndolo día y noche y confortándolo con su constante presencia. El único momento en que se alejaba era los domingos por la mañana, cuando iba a misa. Delante de esta persona sentí una cierta vergüenza, pero como suele ocurrir con nosotros los sacerdotes, me sentí obligado a decir algo. Dios le dará crédito por ello, balbuceé un poco aturdido. Y me respondió con una gran sonrisa: Patriarca, mire, ya he recibido todo del Señor, porque me hizo comprender lo que significa amar".

Andrea Tornielli

TEXTODE LA CARTA SAMARITANUS BONUS

jueves, 1 de octubre de 2020

PALABRA DE VIDA DE OCTUBRE DE 2020

 «Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (Lc 14, 11).

Con frecuencia los Evangelios nos muestran a Jesús aceptando gustosamente invitaciones a comer, pues son ocasiones de encuentro para trabar amistad y consolidar relaciones sociales.

En este pasaje del Evangelio de Lucas, Jesús observa el comportamiento de los invitados: hay una pugna por ocupar los primeros puestos, reservados a las personalidades; se palpa el ansia de destacar los unos por encima de los otros.

Pero Él tiene en mente otro banquete: el que se ofrecerá a todos los hijos en la casa del Padre, sin «derechos adquiridos» en nombre de una presunta superioridad.

Es más: los primeros puestos estarán reservados precisamente a quienes elijan el último lugar, al servicio de los demás, Por eso proclama:

«Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Cuando nos ponemos nosotros en el centro, con nuestra avidez, nuestro orgullo, nuestras pretensiones y nuestras quejas, caemos en la tentación de la idolatría, es decir, de adorar a falsos dioses, que no merecen honor ni confianza.

Por eso, Jesús parece invitarnos ante todo a bajarnos del «pedestal» de nuestro yo para no poner en el centro nuestro egoísmo, sino a Dios mismo. ¡Él sí que puede ocupar el puesto de honor en nuestra vida!

Es importante hacerle sitio, profundizar en nuestra relación con Él, aprender de Él el estilo evangélico del humillarse. Ponernos libremente en el último lugar es elegir el lugar que Dios mismo eligió en Jesús. Este, siendo el Señor, eligió compartir la condición humana para anunciar a todos el amor del Padre.

«Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Partiendo de esta enseñanza, aprendamos también a construir la fraternidad, es decir, la comunidad solidaria de hombres y mujeres, adultos y jóvenes, sanos y enfermos, capaces de construir puentes y servir al bien común.

Como Jesús, también nosotros podemos acercarnos a nuestro prójimo sin miedo, ponernos a su lado para caminar juntos en los momentos difíciles y gozosos, valorar sus cualidades, compartir bienes materiales y espirituales, animar, dar esperanza, perdonar. Alcanzaremos el primado de la caridad y de la libertad de los hijos de Dios.

En un mundo enfermo de arribismo, que corrompe a la sociedad, esto es en verdad ir a contracorriente, es una revolución plenamente evangélica.

Esta es la ley de la comunidad cristiana, como escribe también el apóstol Pablo: «con humildad, considere cada cual a los demás como superiores a sí mismo» (cf. Flp 2, 3).

«Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Como escribió Chiara Lubich: «¿Te das cuenta? En el mundo, las cosas siguen un orden completamente distinto. Rige la ley del yo [...] Y sabemos cuáles son las dolorosas consecuencias [...]: injusticias y prevaricación de todo tipo. Sin embargo, el pensamiento de Jesús no se dirige directamente a todos estos abusos, sino más bien a la raíz de la que brotan: el corazón humano. [...] Para Él, es necesario precisamente transformar el corazón y asumir, en consecuencia, una actitud nueva, necesaria para establecer relaciones auténticas y justas. Ser humildes no quiere decir solamente no ser ambiciosos, sino además ser conscientes de nuestra nada, sentirnos pequeños ante Dios y ponernos en sus manos, como un niño. [...].

» ¿Cómo vivir este humillarse? Practicándolo, como Jesús, por amor a los hermanos y hermanas. Dios considera hecho a Él lo que haces a los demás. Así pues, humillarse: servirles. [...] Y el ensalzamiento llegará ciertamente en el mundo nuevo, en la otra vida. Pero para quien vive en la Iglesia, ya se da este cambio radical de las situaciones. Pues quien manda debe ser como el que sirve. Así pues, la situación ya ha cambiado. De este modo, allí donde se viven las palabras en las que hemos profundizado, la Iglesia es ya para la humanidad un signo del mundo futuro».

LETIZIA MAGRI