FUENTE: L’OSSERVATORE
ROMANO.
Incurable nunca es sinónimo de “in-cuidable”: esta es la
clave para entender la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe "Samaritanusbonus", que tiene como tema "el cuidado de las personas en las fases
críticas y terminales de la vida". El documento, ante la pérdida de la
conciencia común sobre el valor de la vida y los debates públicos, a veces
demasiado condicionados por casos puntuales en las noticias, reafirma
claramente que "el valor inviolable de la vida es una verdad básica de la
ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico". Por
ende, “no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano,
aunque este lo pida”.
Desde este punto de vista, la viga que sostiene "Samaritanus
bonus" no contiene novedad: de hecho, el Magisterio ha afirmado
repetidamente el no a toda forma de eutanasia o suicidio asistido, y ha
explicado que la alimentación y la hidratación son apoyos vitales que deben
asegurarse al enfermo. El Magisterio también se ha expresado en contra del
llamado "ensañamiento terapéutico", porque en la inminencia de una
muerte inevitable "es lícito en ciencia y en conciencia tomar la decisión
de renunciar a los tratamientos que procurarían solamente una prolongación
precaria y penosa de la vida".
Por lo tanto, la Carta vuelve a proponer puntualmente lo que
han enseñado los últimos Pontífices y se ha considerado necesaria ante
legislaciones cada vez más permisivas sobre estas cuestiones. Sus páginas más
recientes son aquéllas del acento pastoral, que se refieren al acompañamiento y
cuidado de los enfermos que han llegado a la etapa final de sus vidas: el
cuidado de estas personas nunca puede reducirse sólo a la perspectiva médica.
Se necesita de una presencia integral que los acompañe con afecto, terapias
apropiadas y proporcionadas y asistencia espiritual. Son significativas las
referencias a la familia, que “necesita la ayuda y los medios adecuados”. Se
requiere que los Estados reconozcan la función social primaria y fundamental de
la familia "y su papel insustituible, también en este ámbito, destinando
los recursos y las estructuras necesarias para ayudarla", sostiene el
documento. De hecho, el Papa Francisco nos recuerda que la familia
"siempre ha sido el 'hospital' más cercano". Y aún hoy, en muchas
partes del mundo, el hospital es un privilegio para unos pocos, y a menudo está
muy lejos.
"Samaritanus bonus", aunque nos recuerda el drama
de tantos casos de noticias que se discuten en los medios de comunicación, nos
ayuda a mirar los testimonios de los que sufren y los que cuidan, los muchos
testimonios de amor, sacrificio, dedicación a los enfermos terminales o a las
personas con falta persistente de consciencia, asistidos por madres, padres,
hijos, nietos. Son experiencias vividas diariamente en silencio, a menudo en
medio de mil dificultades. En su autobiografía, el Cardenal Angelo Scola relató
un episodio ocurrido hace años: "Durante una visita pastoral a Venecia, un
día, mientras salía de la casa de un enfermo, el párroco local me señaló un
caballero más o menos de mi edad con un aire muy discreto. Tres semanas antes
había muerto su hijo, una persona gravemente discapacitada, incapaz de hablar o
caminar, y había sido cuidado amorosamente por él durante más de treinta años,
asistiéndolo día y noche y confortándolo con su constante presencia. El único
momento en que se alejaba era los domingos por la mañana, cuando iba a misa.
Delante de esta persona sentí una cierta vergüenza, pero como suele ocurrir con
nosotros los sacerdotes, me sentí obligado a decir algo. Dios le dará
crédito por ello, balbuceé un poco aturdido. Y me respondió con una gran
sonrisa: Patriarca, mire, ya he recibido todo del Señor, porque me hizo
comprender lo que significa amar".
Andrea Tornielli
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