viernes, 25 de diciembre de 2020

FELIZ NAVIDAD




La foto esta tomada del Nacimiento de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Granada


martes, 22 de diciembre de 2020

¿QUÉ NO HABRÁ NAVIDAD?

¿Qué no habrá Navidad?

¡Claro que sí!
Más silenciosa y con más profundidad
Más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad.

Sin muchas luces en la tierra
pero con la de la estrella de Belén
destellando rutas de vida en su inmensidad

Sin cortejos reales colosales
pero con la humildad de sentirnos
pastores y zagales buscando la Verdad.

Sin grandes mesas y con amargas ausencias
pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará

¿QUE NO HABRÁ NAVIDAD?
¡Claro que sí!

Sin las calles a rebosar
pero con el corazón enardecido
por el que está por llegar

Sin ruidos ni verbenas,
reclamos ni estampidas...
pero viviendo el Misterio sin miedo
al "covid-herodes" que pretende
quitarnos hasta el sueño de esperar.

Habrá Navidad porque DIOS está de nuestro lado
y comparte, como Cristo lo hizo en un pesebre,
nuestra pobreza, prueba, llanto, angustia y orfandad.

Habrá Navidad porque necesitamos
una luz divina en medio de tanta oscuridad.
Covid19 nunca podrá llegar al corazón ni al alma
de los que en el cielo ponen su esperanza y su alto ideal

!HABRÁ NAVIDAD!
¡CANTAREMOS VILLANCICOS!
!DIOS NACERÁ Y NOS TRAERÁ LIBERTAD! 

Texto del sacerdote  Javier Leoz
Párroco de la Parroquia de San Lorenzo de Pamplona

sábado, 19 de diciembre de 2020

OH MÁRTIRES GLORIOSOS.


Espíritus sublimes,
¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores
de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan
en las batallas recias,
que alcancen la victoria
y eterno galardón.

¡Oh mártires gloriosos
de rojas vestiduras,
que brillan con eternos
fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca
de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses
se cubra ya en sazón. Amén.

martes, 8 de diciembre de 2020

ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI. MISTERIOS DE GLORIA.


Rezo del Santo Rosario: Misterios Gloriosos
(miércoles y domingos)

«La grandeza de María es el reflejo de la grandeza de Dios: imagen y semejanza, como era de esperarse de una criatura que quería ser sólo la voluntad de Dios en acto. Una grandeza que es simplicidad. No hay nada complicado en ella: todo es directo, límpido y llano. No se necesitan palabras rebuscadas ni gestos estudiados para acceder a ella. Basta expresar el pensamiento propio, que ella manifiesta lo que piensa, con toda verdad y totalidad.
Por eso es libre. Libre de las numerosas prevenciones y cuidados con los que el hombre se acerca a su semejante, llevando dentro una carga de temores y cálculos, de fantasmas y deseos. María ama: y es libre. Ama en Dios, por Dios: por lo tanto no tiene miedo. No le teme ni siquiera a Herodes, ni siquiera a la guardia del pretorio, ni siquiera a la masa desenfrenada: ella hace la voluntad del Padre, y el resto ¿qué cuenta? ¿Si Dios está con ella, quién puede estar en su contra?.

1. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.
”¡No tengáis miedo! Id a decid a sus discípulos: ¡Os precede a Galilea, allí le veréis!”.
Es así: en medio de horarios y coches, de obligaciones y teléfonos, hacienda y alquileres, con toda la burocracia, con los ruidos de alrededor, bajo las agresiones, con las enfermedades, si nuestra jornada va desarrollándose según el ejemplo de la Virgen, o mejor, en el corazón de la Virgen, se compone un poema divino.
Vivir a María es vivir como ángeles, con las facciones de los hombres. Es hacer de nuestra porpia familia una copia de la de Nazaret.
Es hacer del cuerpo –mediante el sacrificio y la renuncia- un altar.
Oremos, por intercesión de María, para que podamos recorrer con la gracia de Dios el camino que conduce a la plenitud de la vida en el hogar del cielo.

2. LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO.
“Mientras los bendecía, Jesús se separó de ellos y ascendía, al cielo. Y ellos se postraron ante Él” (Cf. Lc. 24, 50-52).
Imitando a María, o mejor, uniéndonos a María, teniéndola presente durante las veinticuatro horas del día, la marcha de la existencia se convierte en un scala paridisi, una escala al Paraíso; porque en ella, por ella, con su ejemplo, todo se sucede en el único flujo de la voluntad de Dios: y ésta, si desciende desde el Paraíso, vuelve a ascender al Paraíso.
Colocada entre los hombres y Dios, para dar a Dios a los hombres, María resulta el camino más seguro para dar a los hombres al Padre.
Enfrente a Dios que desciende a la tierra, ella representa la humanidad que asciende al cielo. Enfrente a Él, que desde las estrellas bajó a un establo, ella, por Él, de un establo sube a las estrellas. Parece un juego de palabras: y es un tripudio de amor.
Oremos, por intercesión de María, para que todos seamos testigos del Evangelio de la vida.

3. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO.
“Se les aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaron sobre cada uno de ellos, y todos quedaron colmados de Espíritu Santo”. (Cf. Hch. 2, 1-6).
Humilde como es, de pocas palabras, amante como es de la oración y del trabajo, María pasa gran parte de su tiempo en el silencio y en la soledad.
No la soledad desesperada, vacía, de nuestro tiempo en la que el hombre, en medio de la muchedumbre urbana, no tiene con quién comunicarse y se queda solo, sino la soledad como ánfora llena de Espíritu Santo, en la que, si faltan los hombres, está presente Dios.
No estás solo cuando vas por la calle, en tren, por mar, en avión: estás escoltado por el Ángel de la Guarda, te acompaña la Madre del Señor, te sostienen la Santísima Trinidad.
Ni siquiera de noche estás solo en una habitación de hospital o incluso en una celda de cárcel; y del mismo modo en el trabajo o en el reposos; convives siempre, estás siempre en la Comunión de los Santos: y, mientras realizas una acción monótona, siempre puedes entonar tu alma como alabanza arcangélica.
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo ilumine e impulse a los gobernantes a defender la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

4. LA ASUNCIÓN DE MARIA AL CIELO.
“La Virgen Inmaculada, acabado el trayecto de su vida terrenal, fue asunta a la gloria celestial en cuerpo y alma”. (Lumen Gentiun, 59).
¡La Asunción! El misterio de Dios que se humillaba en el misterio de María, se transformó en el misterio de maría que, por gratitud del Hijo, queda ensalzada como Reina del Cielo.
María que sólo habla de la palabra de Dios, solo es rica de la Sabiduría de Dios, es grande solo de la grandeza de Dios.
Su Asunción ha sido la apertura de la casa del Padre a toda la muchedumbre de hijos.
Ninguna criatura ha alcanzado jamás la altura espiritual de la Virgen, y ninguna lo hizo con mayor sencillez.
No ha habido cursos complicados de ascética o de mística en su carrera; hubo cocina, gallinero, lavandería, tienda (quizás la misma habitación para las camas, los utensilios y la comida), ha tenido trabajo y dolor, elementos de los que ella ha hecho momento tras momento, motivos de elevación a Dios, de holocausto al Eterno.
Oremos, por intercesión de María, Inmaculada para que los esposos vivan la pureza de su amor conyugal y este sea fuente de vida.

5. LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA.
“La Virgen Inmaculada fue exaltada por el Señor como Reina del Universo”. (Lumen Gentiun, 59).
El santo no es otra cosa que un enamorado: un enamorado de la Deidad, reflejada y acercada en María... El santo, hombre o mujer, es una copia de María.
...La santidad de María es el modelo de nuestra santificación: el modelo más sencillo, más casero, más apto para todos, en todas las condiciones.
En María, porque es Madre, no se conciben unas gentes menos amadas o menos apreciadas que otras, o una relación de dominadores o sujetos entre los pueblos, todos son hijos: su realeza es la solución a todos los conflictos.
Un alma que continuamente sobrevuela sobre la materia, libre de la servidumbre del mal, ya desde aquí abajo asume la conciudadanía de los cielos, donde María es Reina.
Nosotros en la Iglesia de Cristo nos sentimos de casa, nos sentimos de casa en la Comunión de los Santos, en el mismo ámbito que la Santísima Trinidad, sobre todo porque está María-, y puesto ¡que está la Madre, están los hijos.
Oremos, por intercesión de María, Reina de la familia, para que proteja a las familias que están sufriendo cualquier tipo de necesidad.

Para ir a cada Misterio, pinchar en el enlace respectivo:


FUENTE "ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado en España por la Fundación Igino Giordani. Publicado originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la Fundación Igino Giordani.

martes, 1 de diciembre de 2020

Palabra de Vida de Diciembre de 2020: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?» (Sal 27, 1).

 


PALABRA DE VIDA DE VIDA DE DICIEMBRE 2020.

 «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?» (Sal 27, 1).

«Al poco de nacer Mariana, los médicos le diagnosticaron una lesión cerebral. No podría hablar ni andar. Sentimos que Dios nos pedía que la amásemos así, y nos lanzamos en los brazos del Padre -escribe Alba, una joven madre brasileña-. Vivió con nosotros durante cuatro años y nos dejó a todos un mensaje de amor. Nunca oímos de sus labios las palabras "mamá" o "papá'; pero en su silencio hablaba con los ojos, que tenían una luz resplandeciente. No pudimos enseñarle a dar sus primeros pasos, pero ella nos enseñó a dar los primeros pasos en el amor, a renunciar a nosotros mismos para amar. Mariana fue para toda la familia un regalo del amor de Dios que podríamos resumir en una única frase: el amor no se explica con palabras».

Esto nos sucede también hoy a cada uno de nosotros: ante la imposibilidad de gobernar toda nuestra existencia, necesitamos luz, aunque sea un vislumbre que muestre por dónde salir, qué pasos dar hoy hacia la salvación de una vida nueva.

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?».

La oscuridad del dolor, del miedo, de la duda, de la soledad, de las circunstancias «hostiles» que hacen vanos nuestros sueños, es una experiencia que hacemos en todos los puntos de la tierra y en toda época de la historia humana, como atestigua esta antigua oración contenida en el libro de los Salmos.

Probablemente el autor sea una persona acusada injustamente, abandonada por todos y a la espera de juicio. Está sumida en la incertidumbre de un destino amenazador, pero se encomienda a Dios. Sabe que Él no abandonó a su pueblo en la prueba, conoce su acción liberadora; por eso encontrará en Él la luz y recibirá refugio seguro e inatacable.

Precisamente al ser consciente de su fragilidad, se abre a la confidencia con Dios, acoge la presencia de Él en su vida y espera con confianza la victoria definitiva recorriendo los imprevisibles caminos de su amor.

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?».

Este es el momento oportuno de volver a encender nuestra confianza en el amor del Padre, que quiere la felicidad de sus hijos. Él está dispuesto a cargar con nuestras preocupaciones (cf. 1P 5, 7) de modo que no nos repleguemos sobre nosotros mismos, sino que seamos libres de compartir con los demás nuestra luz y nuestra esperanza.

La Palabra de vida, como escribe Chiara Lubich, nos guía por el camino que va de las tinieblas a la luz, del yo al nosotros: «[...] Es una invitación a reavivar la fe: Dios existe y me ama. [...] ¿Me encuentro con una persona? Debo creer que a través de ella Dios tiene algo que decirme. ¿Me entrego a un trabajo? En ese momento sigo teniendo fe en su amor. Llega un dolor: creo que Dios me ama. ¿Llega una alegría? Dios me ama. Él está aquí conmigo, está siempre conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento mío, cada alegría, cada deseo, lleva conmigo cada preocupación, cada prueba de mi vida. ¿Cómo reavivar esta certeza? [...] Buscándolo en medio de nosotros. Él prometió estar allí donde dos o más están unidos en su nombre (cf. Mt 18, 20). Así pues, encontrémonos en el amor mutuo del Evangelio con todos los que viven la Palabra de Vida, compartamos experiencias y comprobaremos los frutos de esta presencia suya: alegría, paz, luz, valentía. Él permanecerá con cada uno de nosotros y seguiremos sintiéndolo cerca y operante en nuestra vida de cada día».

LETIZIA MAGRI