martes, 24 de noviembre de 2020

ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI. MISTERIOS DE DOLOR.


Rezo del Santo Rosario: Misterios Dolorosos
(martes y viernes).

María es una criatura, que ha entendido la vida y la ha vivido: no pasó años cultivando ilusiones o esperando ocasiones, ni llorando por desilusiones, o despertándose en la mañana con una angustia nueva para adormecerse en la noche con una derrota más. Ella tomó de la existencia lo más bello que la existencia puede dar: la fe en lo Eterno; la decisión de vivir minuto a minuto en unión con el Eterno; en esa unión, en esa convivencia, las personas y las cosas se presentan bajo una luz límpida, y al ser amadas pierden el espectro de la complicación.
En su modo de ser no se advierte ningún indicio de autocomplacencia, de amor propio, de orgullo o de aburrimiento: recibía de Dios y de Jesús en la tierra y de José el más grande amor y lo redistribuía a su alrededor. Para definir su conducta, bastaría decir que amaba a todos, amaba a cada uno, amaba siempre: sierva de Dios en la persona de los hijos de Dios.

1. LA ORACIÓN DE JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.
Jesús oraba: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz” (Cf. Mt. 26, 36-39).
Cuando te envuelve el silencio, como el recinto alambrado de un campo de concentración, y la ingratitud con el abandono de los hermanos te aísla, piensa en María: y la poesía fluirá como un sol que se apaga en los horizontes de tu fantasía; y tras ella llegarán las gracias del Señor a través de un coloquio cada vez más confiado.
El silencio protege la meditación: y ésta es el coloquio con el Eterno.
Quien imita a María, prefiere callar: no protesta, no explosiona, no se rebela; todo lo encierra en su corazón, por amor de Dios.
El silencio es el ánfora que recoge la palabra, y la protección del espíritu para meditarla.
Quien calla, justamente on el silencio solicita la palabra del otro, el cual, encontrando el vacío, lo llena.
Dios habla, María escucha.
Cuando nos quedamos solos, no queda más que el Crucificado, al que accedemos con más confianza a través de la Madre, que conoció sus angustias
Oremos, por intercesión de María, por los enfermos más graves, para que no pierdan la esperanza y confíen en el amor de Dios Padre.

2. LA FLAGELACIÓN DE JESÚS.
La muchedumbre gritaba: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Entonces Pilato dejó libre a Barrabás y mandó flagelar a Jesús” (Cf. Mc 15, 14-15).
Padeció, con Él, y cada golpe con la caña, cada menosprecio, irrigó de sangre el alma de ella, que fielmente recorrió todas las atrocidades asestadas al hijo.
El martirio moral de ella fue paralelo al martirio físico de Él.
¿Cómo podremos amar a María Desolada, comprenderla (=acogerla con nosotros), y estarle unidos, si no sufriéramos algo también nosotros, si no sorbiéramos una gota de aquel diluvio de angustia que se desplomó sobre su corazón?
Así como en el corazón de la gente humilde se inserta, e hiere, la tragedia del propio tiempo, del mismo modo en el corazón de María se condensó aquella tragedia, que desde la persona del Hijo estaba inundando a la humanidad de todos los tiempos: y, por parte humana, ella fue el centro de ese dolor.
La Desolada.
Oremos, por intercesión de María, por los que provocan el sufrimiento que produce el aborto y la eutanasia.

3. LA CORONACIÓN DE ESPINAS.
Los soldados entretejieron una corona de espinas, y se la pusieron en la cabeza”. (Cf. Mt. 27, 27-30).
María no dio sangre, no subió a la cruz, no fue procesada, no predicó, no obró milagros... Es verdad: pero esto significa que la imitación perfecta se obra en el alma.
No cuentan tanto las formas externas, cuanto la crucifixión interior, el apostolado de la vida, la resistencia, con el espíritu de Cristo, al aburrimiento, al cansancio y la angustia de vivir: la experiencia de la tierra.
El honor de Madre de Dios e habría invertido, a los ojos del mundo, en el deshonor de Madre del condenado.
María aceptó su destino con el solo intento de hacer la voluntad de Dios. Y nunca añadió un comentario a los acontecimientos. Los vivió meditándolos, en el designio del Padre.
María cuando no entiende calla, sabiendo que la palabra de Jesús tiene un valor también en el misterio...
Si no entiende ahora, aquella palabra, meditándola, amándola, custodiándola, poco a poco la comprenderá: la asumirá en sí, para traducirla en obra.
Oremos, por intercesión de María, para que Jesús, Rey de la Paz, detenga las guerras, el terrorismo y todo atentado a la dignidad de la persona humana.

4. JESÚS CONDENADO A MUERTE SUBE AL CALVARIO.
Después de haberse burlado de Él, le quitaron la túnica, le volvieron a poner sus ropas y se lo llevaron para crucificarlo” (Mt. 27, 31).
Y con el Vía Crucis de Cristo empezó el Vía Crucis de María, siguiendo sus huellas: un cortejo de legionarios y siervos arrastraba al condenado al lugar del suplicio; y detrás de un cortejo de mujeres acompañaba a la madre. Dos condenados al suplicio de un modo distinto. Una vez, o pasando o en una caída de Él, se encontraron; y Él quedó consolado con aquel llanto de mujer, que significaba una valiente fidelidad, cuando los discípulos, por miedo, se habían dispersado.
El destino de maría, como el de Jesús, es típico: representa el sumo amor y el sumo dolor.
Pero por analogía, y naturalmente en las debidas proporciones, el destino de cada hombre y de cada mujer es análogo: una marcha hacia el calvario.
En la Iglesia estás en tu sitio si eres María, es decir, dispuesto a desaparecer en la sombra, a pasar quizá de un lugar de mando al último lugar de servicio: si ante la autoridad eres la obediencia, ante la fama el desconocido, ante la luz la sombra, frente a la palabra el silencio, frente al Todo la nada, a los pies del Altísimo el más pequeño.
Oremos, por intercesión de María, para que sepamos acompañar la cruz de las madres y de los padres que no encuentran ayuda para que nazcan sus hijos.

5. JESUS MUERE EN LA CRUZ.
Jesús, gritando en voz alta, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!. Luego dijo: ¡Todo está cumplido! E inclinando la cabeza expiró” (CF. Lc. 23, 46 y Jn. 19, 30).
La actitud más potentemente humana y divina, la única, la de no derrumbarse a los pies del mal (o cruz) es el comportamiento de María; ella stabat; estaba en pie... Bajo la cruz recoge en su regazo aquel cuerpo llagado, que ella trajo al mundo, y permanece, en la deserción de la mayoría, la madre fiel.
Muerto Él, queda ella para sufrir: inicia ella la Iglesia. Cuya misión es completar el sufrimiento de Jesús para incorporar a todos los redimidos en Él.
Por eso, en cuanto se lo permite la naturaleza, María en la pasión repitió a Jesucristo: fue copia de Él, con una entonación materna. Silencia, servicio, sacrificio; ésta fue su vida y éste su mensaje. La pedagogía de María.
A la gruta de Belén se acercaron pastores y cuadrúpedos; ahora, en la colina de la Calavera, no circulan sino madres de los muertos en el patíbulo, otros muertes en el patíbulo: las madres de los ladrones crucificados, de Judas ahorcado, y ella, María, que también entonces se compadeció: también sufrió por aquellas desgraciadas.
A los pies de la cruz, también ella se inmoló en la cruz: no murió para no dejar sola a su criatura, abandonada incluso del Padre.
Oremos, por intercesión de María, para que todas las personas respetemos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

Para ir a cada Misterio, pinchar en el enlace respectivo:

FUENTE "ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado en España por la Fundación Igino Giordani. Publicado originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la Fundación Igino Giordani.

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