Rezo del Santo Rosario: Misterios
Dolorosos
(martes y viernes).
María es una criatura,
que ha entendido la vida y la ha vivido: no pasó años cultivando ilusiones o esperando
ocasiones, ni llorando por desilusiones, o despertándose en la mañana con una
angustia nueva para adormecerse en la noche con una derrota más. Ella tomó de
la existencia lo más bello que la existencia puede dar: la fe en lo Eterno; la
decisión de vivir minuto a minuto en unión con el Eterno; en esa unión, en esa
convivencia, las personas y las cosas se presentan bajo una luz límpida, y al
ser amadas pierden el espectro de la complicación.
En
su modo de ser no se advierte ningún indicio de autocomplacencia, de amor
propio, de orgullo o de aburrimiento: recibía de Dios y de Jesús en la tierra y
de José el más grande amor y lo redistribuía a su alrededor. Para definir su conducta, bastaría decir
que amaba a todos, amaba a cada uno, amaba siempre: sierva de Dios en la
persona de los hijos de Dios.
1. LA ORACIÓN DE JESÚS
EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.
”Jesús oraba: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz” (Cf. Mt. 26, 36-39).
”Jesús oraba: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz” (Cf. Mt. 26, 36-39).
Cuando
te envuelve el silencio, como el recinto alambrado de un campo de
concentración, y la ingratitud con el abandono de los hermanos te aísla, piensa
en María: y la poesía fluirá como un sol que se apaga en los horizontes de tu
fantasía; y tras ella llegarán las gracias del Señor a través de un coloquio
cada vez más confiado.
El
silencio protege la meditación: y ésta es el coloquio con el Eterno.
Quien
imita a María, prefiere callar: no protesta, no explosiona, no se rebela; todo
lo encierra en su corazón, por amor de Dios.
El
silencio es el ánfora que recoge la palabra, y la protección del espíritu para
meditarla.
Quien
calla, justamente on el silencio solicita la palabra del otro, el cual, encontrando
el vacío, lo llena.
Dios
habla, María escucha.
Cuando
nos quedamos solos, no queda más que el Crucificado, al que accedemos con más
confianza a través de la Madre, que conoció sus angustias
Oremos,
por intercesión de María, por los enfermos más graves, para que no pierdan la
esperanza y confíen en el amor de Dios Padre.
2. LA FLAGELACIÓN DE
JESÚS.
“La muchedumbre gritaba: ¡Crucifícalo!
¡Crucifícalo! Entonces Pilato dejó libre a Barrabás y mandó flagelar a Jesús”
(Cf. Mc 15, 14-15).
Padeció,
con Él, y cada golpe con la caña, cada menosprecio, irrigó de sangre el alma de
ella, que fielmente recorrió todas las atrocidades asestadas al hijo.
El
martirio moral de ella fue paralelo al martirio físico de Él.
¿Cómo
podremos amar a María Desolada, comprenderla (=acogerla con nosotros), y
estarle unidos, si no sufriéramos algo también nosotros, si no sorbiéramos una
gota de aquel diluvio de angustia que se desplomó sobre su corazón?
Así
como en el corazón de la gente humilde se inserta, e hiere, la tragedia del
propio tiempo, del mismo modo en el corazón de María se condensó aquella
tragedia, que desde la persona del Hijo estaba inundando a la humanidad de
todos los tiempos: y, por parte humana, ella fue el centro de ese dolor.
La
Desolada.
Oremos,
por intercesión de María, por los que provocan el sufrimiento que produce el
aborto y la eutanasia.
3. LA CORONACIÓN DE
ESPINAS.
“Los soldados entretejieron una corona de
espinas, y se la pusieron en la cabeza”. (Cf. Mt. 27, 27-30).
María
no dio sangre, no subió a la cruz, no fue procesada, no predicó, no obró
milagros... Es verdad: pero esto significa que la imitación perfecta se obra en
el alma.
No
cuentan tanto las formas externas, cuanto la crucifixión interior, el
apostolado de la vida, la resistencia, con el espíritu de Cristo, al
aburrimiento, al cansancio y la angustia de vivir: la experiencia de la tierra.
El
honor de Madre de Dios e habría invertido, a los ojos del mundo, en el deshonor
de Madre del condenado.
María
aceptó su destino con el solo intento de hacer la voluntad de Dios. Y nunca
añadió un comentario a los acontecimientos. Los vivió meditándolos, en el
designio del Padre.
María
cuando no entiende calla, sabiendo que la palabra de Jesús tiene un valor
también en el misterio...
Si
no entiende ahora, aquella palabra, meditándola, amándola, custodiándola, poco
a poco la comprenderá: la asumirá en sí, para traducirla en obra.
Oremos,
por intercesión de María, para que Jesús, Rey de la Paz, detenga las guerras,
el terrorismo y todo atentado a la dignidad de la persona humana.
4. JESÚS CONDENADO A
MUERTE SUBE AL CALVARIO.
“Después de haberse burlado de Él, le
quitaron la túnica, le volvieron a poner sus ropas y se lo llevaron para
crucificarlo” (Mt. 27, 31).
Y
con el Vía Crucis de Cristo empezó el Vía Crucis de María, siguiendo sus
huellas: un cortejo de legionarios y siervos arrastraba al condenado al lugar
del suplicio; y detrás de un cortejo de mujeres acompañaba a la madre. Dos
condenados al suplicio de un modo distinto. Una vez, o pasando o en una caída
de Él, se encontraron; y Él quedó consolado con aquel llanto de mujer, que
significaba una valiente fidelidad, cuando los discípulos, por miedo, se habían
dispersado.
El
destino de maría, como el de Jesús, es típico: representa el sumo amor y el
sumo dolor.
Pero
por analogía, y naturalmente en las debidas proporciones, el destino de cada
hombre y de cada mujer es análogo: una marcha hacia el calvario.
En
la Iglesia estás en tu sitio si eres María, es decir, dispuesto a desaparecer
en la sombra, a pasar quizá de un lugar de mando al último lugar de servicio:
si ante la autoridad eres la obediencia, ante la fama el desconocido, ante la
luz la sombra, frente a la palabra el silencio, frente al Todo la nada, a los
pies del Altísimo el más pequeño.
Oremos,
por intercesión de María, para que sepamos acompañar la cruz de las madres y de
los padres que no encuentran ayuda para que nazcan sus hijos.
5. JESUS MUERE EN LA
CRUZ.
“Jesús, gritando en voz alta, dijo: ¡Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu!. Luego dijo: ¡Todo está cumplido! E
inclinando la cabeza expiró” (CF. Lc. 23, 46 y Jn. 19, 30).
La
actitud más potentemente humana y divina, la única, la de no derrumbarse a los
pies del mal (o cruz) es el comportamiento de María; ella stabat; estaba en
pie... Bajo la cruz recoge en su regazo aquel cuerpo llagado, que ella trajo al
mundo, y permanece, en la deserción de la mayoría, la madre fiel.
Muerto
Él, queda ella para sufrir: inicia ella la Iglesia. Cuya misión es completar el
sufrimiento de Jesús para incorporar a todos los redimidos en Él.
Por
eso, en cuanto se lo permite la naturaleza, María en la pasión repitió a
Jesucristo: fue copia de Él, con una entonación materna. Silencia, servicio,
sacrificio; ésta fue su vida y éste su mensaje. La pedagogía de María.
A
la gruta de Belén se acercaron pastores y cuadrúpedos; ahora, en la colina de
la Calavera, no circulan sino madres de los muertos en el patíbulo, otros
muertes en el patíbulo: las madres de los ladrones crucificados, de Judas
ahorcado, y ella, María, que también entonces se compadeció: también sufrió por
aquellas desgraciadas.
A
los pies de la cruz, también ella se inmoló en la cruz: no murió para no dejar
sola a su criatura, abandonada incluso del Padre.
Oremos,
por intercesión de María, para que todas las personas respetemos la vida humana
desde su concepción hasta su muerte natural.
Para
ir a cada Misterio, pinchar en el enlace respectivo:
FUENTE
"ROSARIO MEDITADO CON IGINO GIORDANI", Político y padre familia
italiano. (1894-1980). Actualmente está en curso su proceso de beatificación.
Publicado
en España por la Fundación Igino
Giordani. Publicado
originalmente en Piccolo, Genaro (ed. lit.): El rosario meditado con Igino
Giordani. Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto, por
cualquier medio o procedimiento, sin el consentimiento por escrito de la
Fundación Igino Giordani.
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