Eres más pura que el sol más hermosa
que
las perlas que ocultan los mares
sólo
tú entre tantos mortales
fuiste
libre del yerro de Adán.
¡Salve,
Salve! cantaban, María,
¡que
más pura que tú: sólo Dios!
y
en el cielo una voz repetía:
¡más
que tú... sólo Dios, sólo Dios!
Con
torrentes de luz que te inundan,
los
Arcángeles besan tu pie,
las
estrellas tu frente circundan,
y
hasta Dios con orgullo te ve.
¡Salve,
Salve! cantaban, María,
¡que
más pura que tú: sólo Dios!
y
en el cielo una voz repetía:
¡más
que tú... sólo Dios, sólo Dios!
Pues
llamándote Pura y sin mancha,
de
rodillas los mundos están,
y
tu espíritu arroba y ensancha
tanta
fe, tanto amor, tanto afán.
¡Salve,
Salve! cantaban, María,
¡que
más pura que tú: sólo Dios!
y
en el cielo una voz repetía:
¡más
que tú... sólo Dios, sólo Dios!
¡Ay!
Bendito el Señor, que en la tierra
pura
y limpia te pudo formar,
como
forma el diamante la sierra,
como
cuaja las perlas el mar.
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