viernes, 28 de julio de 2017

ENTREGA DE LAS RELIQUIAS DE LOS MÁRTIRES BEATIFICADOS A LAS DIÓCESIS DE GUADIX Y GRANADA

El pasado lunes, 24 de julio se han entregado en el Seminario-Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce los restos de los mártires que fueron beatificados el pasado 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor en el Palacio de Congresos de Aguadulce. Son los restos de los sacerdotes de las parroquias que en la persecución pertenecían a las diócesis de Granada y de Guadix.
Se han segregado las reliquias que quedan en Almería y que serán veneradas junto a las reliquias de los beatos almerienses de nacimiento. En un acto cargado de emoción se han entregado los restos en las cajas preparadas a tal efecto, una vez que los restos han sido tratados sanitariamente y consolidados. Las cajas llevan el sello en lacre del Obispo de Almería, conforme es preceptivo; y las reliquias visibles van en tecas para ser colocadas en los relicarios parroquiales y para veneración de los fieles.


Recibieron los restos los señores Vicarios y delegados del clero de las diócesis vecinas, y un representante del Arzobispo y la Secretaria de la Provincia eclesiástica de Andalucía Oriental. La entrega la realizó el Obispo almeriense acompañado del Vicario judicial y Delegado episcopal para las Causas de los Santos, D. José Juan Alarcón; la Canciller, Dña. María del Mar López Andrés; y el Promotor de Justicia, D. Eduardo Muñoz. El Obispo tuvo una breve alocución explicando los procesos de exhumación y los trabajos de identificación realizados en Almería. La Canciller como Notaria mayor de la Curia episcopal leyó el documento notarial de entrega, documentación que fue firmada por todos los miembros de la parte almeriense como acta notarial. Se entregó asimismo la medalla de los mártires a los miembros de las delegaciones de Granada y Guadix, y asimismo una medalla con destino a la Capilla Real de Granada.
Terminada la entrega, un furgón fúnebre trasladaba los restos de los sacerdotes de la archidiócesis de Granada a la capital metropolitana, donde los esperaba el Arzobispo y los fieles a la puerta de la Catedral metropolitana. También los restos de los sacerdotes de Guadix y las reliquias de los mártires que se entregaron para veneración de los fieles fueron trasladados a la Catedral de Guadix. Algunos de estos restos serán entregados tanto en Granada como en Guadix a las iglesias parroquiales donde descansaron hasta la beatificación, para ser ahora ubicados en urnas donde puedan ser venerados por los fieles.

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Guadix y Granada tienen desde el pasado mes de julio los restos de los granadinos que fueron hechos mártires en la beatificación celebrada en Aguadulce el pasado mes de marzo. Desde el Obispado de Almería se explica a Diario de Almería que son cajas que en Almería se van a llevar a las parroquias o a las salinas o a los familiares.
En un texto disponible en la página web de la Archidiócesis de Granada que en la Solemnidad de Santiago Apóstol, "los restos de los nuevos beatos Ángel Noguera Gallegos, Andrés Molina y Segundo Arce Manjón presidieron la celebración". Además, especifica que "también en el altar se encontraban de una manera conjunta los restos de los beatos Facundo Fernández Rodríguez, Manuel López Álvarez, Gregorio Martos, Juan Moreno Juárez y Juan Muñoz Quero. Estos últimos cinco corresponden a los que han sido encontrados, sepultados en el cementerio de Válor", aunque la información añade que la Diócesis de Granada recibió "las reliquias, pero no los restos completos, de Luis Almécija, Lisardo Carretero, José Lara, Manuel Lucas, Juan Segura y Eduardo Valverde".

Según relata la información publicada en la Archidiódesis granadina, la entrega tuvo lugar , el pasado 24 de julio, de manos del Obispo de Almería, Adolfo González-Montes, "quien, en un sencillo acto celebrado en la Casa de Espiritualidad Reina y Señora de Aguadulce, firmaba las actas de entrega". Además, informa de que "junto a la entrega de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, también se entregaron los restos de los nuevos beatos accitanos a la Diócesis de Guadix, presente en el mismo acto. Dichas actas también fueron rubricadas por los miembros de ambas diócesis asistentes a la entrega".



miércoles, 26 de julio de 2017

ACOGIDA DE LOS NUEVOS BEATOS GRANADINOS PARA SU PRÓXIMA VENERACIÓN.

Coincidiendo con la llegada a nuestra Diócesis de los restos y reliquias de los granadinos beatificados cuatro meses antes en Aguadulce (Almería), la S.I Catedral acogió en la Solemnidad de Santiago Apóstol la Eucaristía con la que recibía los restos y reliquias de dichos nuevos beatos.
Ante el altar mayor de la Catedral, los restos de algunos de los nuevos beatos presidían la Santa Misa oficiada por el Arzobispo Mons. Javier Martínez y concelebrada por algunos sacerdotes diocesanos, entre ellos el Delegado episcopal para esta beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Delegado diocesano para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y el Vicario General D. Francisco Javier Espigares.
A la Santa Misa acudieron también fieles, entre ellos familiares de los nuevos beatos, que fueron beatificados el pasado 25 de marzo en Aguadulce, en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX. Todos ellos murieron perdonando a sus verdugos sin renunciar a la fe.



RESTOS Y RELIQUIAS.
“Hoy tenemos la alegría de recibir los restos de algunos de ellos, de aquellos que se han podido encontrar los restos, porque no todos los restos han podido ser inventariados”, señaló el Delegado episcopal para la beatificación en Almería. D. Manuel Reyes enumeró los nuevos beatos cuyos restos presidieron la celebración eucarística en la Catedral: beato Ángel Noguera Gallegos, beato Andrés Molina y beato Secundo Arce Manjón.
Junto a ellos, también en el altar se encontraban de una manera conjunta los restos de los beatos Facundo Fernández Rodríguez, Manuel López Álvarez, Gregorio Martos, Juan Moreno Juárez y Juan Muñoz Quero. “Estos últimos cinco corresponden a los que han sido encontrados, sepultados en el cementerio de Válor”, explicó D. Manuel Reyes. Asimismo, la Diócesis de Granada recibió “las reliquias, pero no los restos completos, de Luis Almécija, Lisardo Carretero, José Lara, Manuel Lucas, Juan Segura y Eduardo Valverde”.
“Damos gracias al Señor porque los restos de estos sacerdotes, beatos ya, vuelven a su iglesia de origen”, subrayó el Delegado diocesano para la beatificación en Almería al inicio de la Santa Misa de acogida.



PRÓXIMA MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS.
La Eucaristía se celebró en el día de la Solemnidad de Santiago Apóstol, el 25 de julio, un día después de que dichos restos y reliquias llegaran a nuestra Diócesis, donde a partir de ahora se establecerán algunas parroquias para su devoción por parte de los fieles, y que se comunicará una vez se hayan preparado los respectivos altares de los nuevos beatos.
Además de esta celebración eucarística de acogida, la Diócesis celebrará próximamente una Eucaristía solemne de acción de gracias por las beatificaciones de los 34 granadinos –una veintena de ellos sacerdotes- de la Archidiócesis o vinculados de algún modo a ella, ya que hasta 1957 había zonas de la llamada “Alpujarra almeriense” que entonces pertenecían a la Diócesis granadina y hoy lo son de la diócesis vecina almeriense.
Esta Santa Misa de acción de gracias por las beatificaciones se llevará a cabo un domingo del próximo curso académico en la S.I Catedral, cuya fecha concreta se comunicará próximamente.
Asimismo, nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez explicó que a partir de esa Eucaristía de acción de gracias el altar de la S.I Catedral dispondrá de algunas reliquias de los nuevos beatos granadinos. Y es que las iglesias con altares de piedra tienen reliquias y la Catedral aún no dispone de ellas, lo que “será una ocasión preciosa para suplir esa deficiencia”, indicó Mons. Martínez.

La razón de depositar esa reliquia en el altar de piedra en la iglesia es “la conexión profundísima entre el misterio de la Eucaristía y la vida de los santos en general, y la de los mártires en particular”, explicó nuestro Arzobispo. De este modo, “las reliquias presentes en el altar harán presente justamente que las palabras de la consagración y la promesa de Cristo de acompañarnos a lo largo de la vida se cumplen verdaderamente en el cuerpo de la Iglesia, se cumplen misteriosamente en la Eucaristía, pero se cumplen de una manera real en su cuerpo histórico, que somos nosotros, que se da en nuestra comunión visible”, señaló Mons. Martínez.

LOS MÁRTIRES NOS ADENTRAN EN EL MISTERIO DE CRISTO.


Homilía de Mons. Javier Martínez en la Eucaristía de acogida de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, beatificados el 25 de marzo en Aguadulce (Almería), en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX.
Queridísima Iglesia del Señor, Esposa amada de Cristo y Pueblo santo de Dios;
muy queridos sacerdotes concelebrantes:
querida hermana;
queridos familiares de algunos de los mártires que nos acompañáis;
hermanos y amigos:
¿Para qué es la vida? ¿Para qué nos da el Señor el don de la vida? ¿Qué sentido tiene el tiempo de peregrinación que pasamos en este mundo? Para conocer a Jesucristo y para dar testimonio de Él. No tiene ninguna otra razón. Un pasaje de San Pablo lo expresa con mucha nitidez, expresando lo que es la vida de la Iglesia, la vida de su Esposa: Cristo murió por nosotros y resucitó para que no vivamos ya para nosotros mismos sino para Él, que por nosotros murió y resucitó.
Ese “vivir para Él” es la tarea verdadera de la vida, la única. Cuando tratamos de llenar nuestra conciencia, y nuestro corazón, y nuestras preocupaciones, de otras muchas cosas, si falta Él, al final lo que nos queda en las manos es vacío. Cuando está Cristo; cuando la vida es para Cristo, entonces todo –la vida de la familia, el trabajo que hacemos en el mundo, las relaciones humanas- encuentra su lugar. Dejan de ser relaciones regidas por una serie de pasiones, por el ansia de poder, o por la envidia o por el egoísmo, la avaricia, para convertirse en relaciones de amor. De ese amor que ha llevado a Cristo, al Hijo de Dios, a asumir nuestra condición humana, a unirse a nosotros, a darse a nosotros sin que nosotros lo merezcamos, y a acompañarnos, a pesar de nuestra pobreza, en nuestro camino hacia la Patria, hacia la Casa, hacia el Hogar, hacia el Padre.
Por eso, el primer gesto de un cristiano que tiene conciencia de lo que significa el don que ha recibido es dar gracias por la fe, dar gracias por el don precioso de la fe. Y uno comprende que en la Iglesia el tesoro más precioso después de los sacramentos, el cumplimiento–por así decir- de aquello para lo que los sacramentos son, sea la vida de los santos, especialmente la vida de los mártires, aquellos en los que se realiza aquella palabra del Salmo: “Tu Gracia vale más que la vida”. Haberte encontrado a Ti, Señor, saber que Tú eres el tesoro, la vida de nuestra vida, el pan de nuestra vida, es algo más precioso que la vida misma, porque la vida sin este tesoro no vale nada, y en cambio teniéndoTe a Ti, que eres el Señor de la vida, aunque uno pierda la vida, no la pierde nunca.
Es curioso. Desde Santiago fue el primero de los apóstoles que derramó su sangre por el Señor, cumpliendo las palabras del Señor –mi cáliz sí lo beberéis, pero el que estéis a mi izquierda o a mi derecha no me corresponde a mi darlo, pero mi cáliz lo vais a beber. Vais a beber de la vida lo mismo que yo voy a beber en la cruz-; fue el primero, y lo cierto es que la historia de la Iglesia, desde los orígenes, hemos nacido de la cruz, hemos nacido del costado abierto de Cristo. La vida del Paraíso se nos abre cuando se abrió el costado de Cristo y brotaron esa sangre y esa agua, que la Iglesia siempre entendió –los primeros cristianos- como símbolo de los sacramentos de la Iglesia, del Bautismo y de la Eucaristía, que dan a los hombres esa vida nueva que nos permite justamente vivir en el Espíritu Santo, vivir para Aquél que por nosotros murió y resucitó.
Desde los orígenes, la Iglesia ha estado acompañada por los mártires. Es como el signo y el sello de la Iglesia. Están los mártires de los primeros siglos. Aquí recordamos su memoria en el Sacromonte. Y aunque los detalles de los libros plúmbeos sean totalmente legendarios, a pesar de que la intención que rige esas leyendas es algo en lo que se ha trabajado muy poco, y entendido a la luz de toda la tradición literaria del mundo árabe cristiano, son leyendas llenas de una intención exquisita, de una intención que hoy llamaríamos ecuménica; a pesar de que esas leyendas no sean verdaderas, es muy posible que en la memoria del pueblo cristiano, a pesar de los siglos, quedase el recuerdo de un antiguo cementerio cristiano, y que en los primeros siglos muy en el origen la Iglesia estuvo implantada en España no ofrece ninguna duda (quizás especialmente en Granada, a través de Cartagena –Cartagonova-, por el atractivo que tenía la Vega de Granada, pero también por el testimonio del Concilio de Elvira, que aún antes de que se hubiese celebrado la paz de Constantino, que reconoció la legitimidad de la religión cristiana, ya reunió en estas tierras nuestras a alrededor de 80 obispos en el primer Concilio del que la historia nos ha recordado sus actas. El primer Concilio que hubo en la Iglesia... hubo muchos, en esos tres primeros siglos, más o menos clandestinos, en Cartago, en lo que hoy llamamos Medio Oriente, muchos sin duda, después de aquel primero de Jerusalén, que narran los Hechos de los Apóstoles). Por tanto, podemos estar seguros de que la historia de la Iglesia estuvo también aquí marcada desde el principio por la sangre de los mártires. Acerca de Santiago, por el que damos gracias como patrón, que haya predicado en España, sólo una antigua tradición lo recuerda. Pero me daba una vez un investigador polaco de los comienzos de la historia de la Iglesia una razón muy sólida para defender el que Santiago predicara en España, aparte de que luego su sepulcro fuera traído por sus discípulos a lo que hoy es Santiago de Compostela: en los siglos –sobre todo en el siglo IV- las iglesias se peleaban por tener la memoria de un santo, el recuerdo de un santo, las reliquias de un santo, de algún apóstol, porque el tener las reliquias de algún apóstol o el haber sido lugar de predicación de un apóstol era un motivo de orgullo para una iglesia, y por lo tanto luchaban y por todas partes aparecían o huesos, o restos, o memorias o un libro que había usado cuando pasó por allí... y dice: curiosamente, de Santiago, no hay más tradición que la de España, no la hay en ningún otro lugar. Y él fue el primer obispo de Jerusalén, por lo tanto había muchos motivos para que en el este de la Iglesia, en las zonas de Palestina, y de Siria, y de Egipto o el sur de Grecia, se pudieran haber conservado tradiciones de Santiago; no hay ninguna, y ese silencio es el testimonio más elocuente en favor de la verdad de la tradición hispana.
Nosotros recordamos su memoria como la de aquél que nos trajo la fe. Y lo que es importante es saber que la fe es el don más precioso que tenemos en nuestra vida. Y que el testimonio mejor de esa fe, el que prolonga más directamente –junto al ministerio apostólico- la verdad de Cristo es el testimonio de los mártires. Hubo mártires en la antigüedad (ciertamente, en nuestras tierras). Hubo mártires durante la ocupación islámica. Aquí recordamos a san Gregorio de Parapanda, pero sin duda fueron muchos los cristianos que sufrieron el martirio. De los de Córdoba, san Eulogio nos ha contado (mientras él vivió, porque luego fue él mismo martirizado y quedó la historia de los mártires en silencio) las persecuciones que sufrieron los cristianos, la comunidad cristiana de Córdoba, en los primeros siglos de la ocupación islámica. Después, todo el mundo los llama “los mártires de las Alpujarras” y hay un montón de lugares –el pozo de los mártires, el camino de los mártires, la calle de los mártires, la plaza de los mártires- de aquellas masacres de cristianos que tuvieron lugar en la revolución morisca, y de los que estamos ahora mismo recogiendo los testimonios más antiguos de nuevo, que algunos de ellos se habían perdido. Y aquí tenemos delante de nosotros los restos de los mártires de la persecución religiosa en el siglo XX.
La historia de la Iglesia es una historia martirial. Pero subrayar ese carácter martirial de nuestra historia no es un motivo para hacer del cristianismo o de la defensa del cristianismo una defensa ideológica, por ejemplo frente a los enemigos de la fe. Más bien tendríamos que tener y pedirLe al Señor –que ésa es la actitud del cristiano- la actitud que han tenido los mártires: ellos siempre pedían que se perdonase a quienes eran el instrumento de su muerte. O como esa mujer egipcia, que se divulgaba su testimonio hace unos meses, cuyo marido había sido decapitado en las playas de Libia, diciendo “¡Oh, Jesús!”, en el momento en que le decapitaban; le preguntaba un periodista si sentía odio por aquellos que habían matado a su marido y decía “cómo voy a sentir odio si me han hecho a mi y han hecho a él el regalo más grande. Él era un sencillo trabajador. Cuándo iba a soñar él que podía ser uno de los mártires de la Iglesia y cuándo podía soñar yo ser la mujer (ahora la vida) de un mártir, de un santo”. Ésa es la actitud de un cristiano.
Que no sirvan los martirios para reforzar posiciones que se apoyan en la fe para causas que en definitiva son políticas. No. Que nos sirvan para adentrarnos en el misterio de Cristo. Cuánto vales, Señor. Qué bien tan grande significas Tú en la vida humana para que uno pueda sacrificar la vida antes que perderte a Ti, antes que negarte a Ti; para que uno pueda dar la vida, sabiendo que quien da la vida por Ti la recupera, sabiendo que quien da la vida por ti no la pierde. Ganas al autor de la vida y con Él la certeza de una gloria eterna. Los antiguos cristianos gustaban celebrar la Eucaristía encina de los sepulcros de los mártires. No era una cosa devocional, piadosa en un sentido barato o negativo. Tenía un profundo sentido, porque ellos son los que hacen verdad las palabras que el sacerdote pronuncia en la consagración: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo”. Ellos entregan su cuerpo a la Iglesia, al mundo, a los hombres, a sus enemigos. Entregan su cuerpo como Cristo para el perdón de los pecados, para testimoniar la verdad del amor infinito de Dios por los hombres. Ellos hacen verdad las palabras de la consagración, porque, junto al cuerpo misterioso, sacramental de Cristo, Cristo habita en ellos y el cuerpo de Cristo en ellos se da por la salvación del mundo, haciendo verdad las palabras de Cristo en la Última Cena.
El Santo Padre hace muy pocas semanas en un Motu Proprio ha equiparado a los mártires a aquellos que ofrecen su vida por el bien de sus hermanos y que se entregan en situaciones a veces de extrema necesidad o de extremo peligro, justamente para el bien de sus hermanos. Y ha explicado cómo ese don de la vida, de nuevo. ¿Por qué? ¿Por un capricho del Papa? ¿Porque ahora hay que subrayar más la necesidad de que el cristianismo muestre su amor a los necesitados y a los pobres? No. Porque de nuevo eso hace verdad las palabras de Cristo en la Eucaristía, el significado de la vida de Cristo, para quien nosotros vivimos; para quien nosotros, por ser cristianos, vivimos. Vivimos para Él, que por nosotros murió y resucitó. Vivimos sólo para dar testimonio de él, que por nosotros murió y resucitó, y que es la única esperanza de los hombres, la única esperanza nuestra y la única esperanza del mundo.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

25 de julio de 2017
Solemnidad de Santiago Apóstol
S.I Catedral

LOS RESTOS Y RELIQUIAS DE LOS NUEVOS BEATOS GRANADINOS ESTÁN EN GRANADA.

Tras ser entregados por la Diócesis de Almería en un sencillo acto en la Casa de Espiritualidad de Aguadulce, se encuentran depositados ante el Sagrario en el altar del templo catedralicio, donde mañana, Solemnidad de Santiago Apóstol, se celebrará la Eucaristía de acogida a las 9 horas, presidida por Mons. Javier Martínez.
Los restos y reliquias de los granadinos beatificados el pasado 25 de marzo en Aguadulce (Almería), en la Causa de José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX, ya se encuentran en la S.I Catedral de Granada, donde mañana 25, Solemnidad de Santiago Apóstol, se celebrará la Eucaristía de acogida a las 9 horas, presidida por el Arzobispo Mons. Javier Martínez.


Ya en Granada, está previsto que próximamente los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos sean llevados a distintas parroquias para su veneración por parte de los fieles. Entre los nuevos beatos se encuentran un grupo de sacerdotes diocesanos o vinculados a nuestra Diócesis, ya que hasta 1957 había lugares que, siendo hoy de la Diócesis de Almería, pertenecían hasta entonces a la Diócesis granadina, en la conocida como “Alpujarra almeriense”.
Los nuevos beatos murieron por odio a la fe en la persecución religiosa durante la guerra civil española y perdonando a sus verdugos, afirmando que Cristo vale más que la vida.

Los restos y reliquias fueron recogidos en la Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce de manos del Obispo de Almería, Mons. Adolfo González-Montes. Por parte de la Archidiócesis de Granada, asistieron varios miembros de la Comisión integrada el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Vicario General, D. Francisco Javier Espigares; el Delegado episcopal para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y la Vicecanciller del Arzobispado, Dª Teresa Rodríguez.

LA DIÓCESIS DE ALMERÍA ENTREGA A GRANADA Y GUADIX LOS RESTOS Y RELIQUIAS DE SUS NUEVOS BEATOS.

Una Comisión diocesana de la Archidiócesis recoge en Aguadulce (Almería) de manos del Obispo Mons. Adolfo González-Montes los restos y reliquias de los granadinos beatificados el pasado 25 de marzo en la Causa José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 mártires de Cristo en la persecución religiosa en España en el siglo XX.
Hoy lunes día 24, víspera de la Solemnidad de Santiago Apóstol y de la celebración de la Eucaristía de acogida en la Catedral de los nuevos beatos granadinos, los restos y reliquias fueron recogidos por la comisión diocesana de la Curia Metropolitana, integrada por el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes; el Vicario General, D. Francisco Javier Espigares; el Delegado episcopal para la Causa de los Santos, D. Eduardo García; y la Vicecanciller del Arzobispado, Dª Teresa Rodríguez.


La entrega tuvo lugar de manos del Obispo de Almería, D. Adolfo González-Montes, quien, en un sencillo acto celebrado en la Casa de Espiritualidad “Reina y Señora” de Aguadulce, firmaba las actas de entrega. Junto a la entrega de los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, también se entregaron los restos de los nuevos beatos accitanos a la Diócesis de Guadix, presente en el mismo acto. Dichas actas también fueron rubricadas por los miembros de ambas diócesis asistentes a la entrega.
En el acto, el Delegado episcopal para la Beatificación en Almería, D. Manuel Reyes, daba las gracias a esta diócesis por el buen trabajo realizado antes y después de la beatificación, así como por la belleza litúrgica de la ceremonia que el pasado 25 de marzo congregó a miles de personas, y concelebrada por varios obispos y sacerdotes, entre ellos nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez, metropolitano de la Provincia Eclesiástica de Granada, a la que pertenece la Diócesis de Almería.
Asimismo, D. Manuel Reyes agradecía el cuidado y exquisitez con la que se han tratado los restos y reliquias de los nuevos beatos, y recordó a quienes ya no están entre nosotros y han colaborado para que esta beatificación tuviese lugar. Un agradecimiento al que también se sumó la Diócesis de Guadix.
Por su parte, el Obispo de Almería daba las gracias a ambas Diócesis por su disponibilidad y plena cooperación para trabajar en esta Causa que ha convertido en beatos a 115 mártires de Cristo de la persecución religiosa en el año 1936. El acto concluyó con la oración del Ángelus.

domingo, 23 de julio de 2017

EUCARISTÍA EN GRANADA DE ACOGIDA DE LOS RESTOS Y RELIQUIAS DE LOS GRANADINOS BEATIFICADOS EN ALMERÍA.

Tendrá lugar el 25 de julio, en la S.I Catedral, a las 9 horas, presidida por Mons. Javier Martínez. Fueron beatificados el 25 de marzo en Aguadulce y forman parte de la Causa de José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España del siglo XX.
El próximo martes 25 de julio, Solemnidad de Santiago Apóstol y día de precepto, la Santa Iglesia Catedral de Granada acogerá los restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos beatificados en Almería, en la Causa de José Álvarez-Benavides y de la Torre y 14 compañeros mártires de Cristo en la persecución religiosa en España del siglo XX.


Será en la Eucaristía que tendrá lugar en la S.I Catedral, a las 9 horas, presidida por el Arzobispo Mons. Javier Martínez. Con la Santa Misa la Archidiócesis recibirá y acogerá así estos restos y reliquias de los nuevos beatos granadinos, para comenzar su veneración en Granada.
A la Santa Misa está invitado todo el pueblo cristiano de Granada, especialmente los familiares y los fieles de las parroquias de donde proceden los nuevos beatos. En fechas próximas se dará a conocer las parroquias de nuestra Archidiócesis donde serán veneradas las reliquias de los nuevos beatos granadinos de Almería.
Previamente, el lunes día 24, una Comisión diocesana de Granada recibirá de manos del Obispo de Almería, Mons. Adolfo González Montes, los restos y reliquias de los beatos granadinos, que serán trasladados a la S.I Catedral de Granada. Dicha Comisión encargada de recibir estas reliquias en Almería está integrada por el Vicario General D. Francisco Javier Espigares; el Delegado Episcopal para la Beatificación de mártires en Almería, D. Manuel Reyes; el Delegado diocesano para las Causas de los Santos, D. Eduardo García; y la Vicecanciller del Arzobispado de Granada, Dª Teresa Rodríguez.

Entre los 34 nuevos beatos granadinos se encuentran sacerdotes diocesanos o formados en nuestra Diócesis, así como laicos y religiosos vinculados también a nuestra Diócesis de Granada. Algunas de las zonas en las que fueron martirizados los nuevos beatos pertenecían, hasta 1957, a la Archidiócesis de Granada, conocida como la “Alpujarra almeriense”.

sábado, 8 de julio de 2017

EL OBISPO DE ALMERÍA ENTREGA LA MEDALLA DE LOS MÁRTIRES AL PAPA FRANCISCO.

FUENTE: NOTICIAS DIÓCESIS DE ALMERÍA.

El pasado día 28 de junio, después de la audiencia general de los miércoles, el Obispo de Almería se encontró con el Papa Francisco, al que había pedido saludarlo y entregarle la medalla de los Mártires del siglo XX de Almería, beatificados el pasado 25 de marzo de este año de 2017. Mons. González Montes entregó al Papa una medalla con el bajorrelieve de los Mártires, confeccionada en plata por el taller del medallista italiano Umberto Colombo, que ha trabajado un buen número de efigies correspondientes a las beatificaciones y canonizaciones de los últimos años. La medalla se inserta en un estuche en piel blanca con la incrustación en plata del escudo de armas del Papa Francisco.


El Obispo diocesano no dejó de informar al Papa del desarrollo de la beatificación y del impulso espiritual y evangelizador que ha supuesto para la Iglesia diocesana, agradeciendo al Papa el decreto de beatificación y la inscripción de los Mártires como nuevos beatos, dignos de veneración y el culto que la Iglesia tributa a los intercesores que ya viven gozosos en el Señor.
Con la medalla, el Mons. González Montes entregó al Papa, en nombre de todo el Presbiterio diocesano, actor de la causa de beatificación «Deán Benavides y 114 compañeros mártires», una modesta contribución con destino a la caridad del Santo Padre, que viene pidiendo al ayuda de todos para socorrer a los refugiados y perseguidos de la guerra del Oriente Próximo y a los inmigrantes.
El mismo miércoles por la tarde tuvo lugar el consistorio de creación de los nuevos cardenales, al cual asistió el Obispo almeriense junto a los demás obispos españoles, para acompañar al nuevo cardenal español, Mons. Juan José Omella, arzobispo de Barcelona. La Jornada se cerraba con la cena que la Delegación española, presidida por la Vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, ofrecía en la Embajada española en honor del nuevo cardenal, cena a la cual estaban invitados los obispos españoles. El jueves 29 de junio la solemnidad de san Pedro y san Pablo el Papa presidía la santa Misa en la plaza de san Pedro y el Obispo de Almería tomó parte en la concelebración junto al Papa y los cardenales y obispos presentes en Roma y los llegados para el consistorio. Un viaje que acrecienta la comunión con el Santo Padre y expresión de la gratitud de la Iglesia diocesana de Almería para con el sucesor de san Pedro, quien preside en la caridad la comunión de todas las Iglesias.

sábado, 1 de julio de 2017

PALABRA DE VIDA DE JULIO DE 2017

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11, 28).
Fatigados y sobrecargados: palabras que nos sugieren la imagen de personas -hombres y mujeres, jóvenes, niños y ancianos- que de distintos modos llevan pesos a lo largo del camino de la vida y esperan que llegue el día en que se puedan liberar de ellos.
En este pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús les dirige una invitación: «Venid a mí...».
Jesús tenía a su alrededor a la muchedumbre que había venido a verlo y a escucharlo; muchos de ellos eran personas sencillas, pobres, con poca formación, incapaces de conocer y respetar todas las complejas prescripciones religiosas de su tiempo. Además pesaban sobre ellos los impuestos y la administración romana, una carga muchas veces imposible de sobrellevar. Se encontraban en apuros y buscaban a alguien que les ofreciese una vida mejor.
Con su enseñanza, Jesús mostraba una atención especial por ellos y por todos los que estaban excluidos de la sociedad porque se los consideraba pecadores. Él deseaba que todos pudiesen comprender y acoger la ley más importante, la que abre la puerta de la casa del Padre: la ley del amor. Pues Dios revela sus maravillas a quienes tienen un corazón abierto y sencillo.
Pero Jesús nos invita hoy, también a nosotros, a acercarnos a Él. Él se manifestó como el rostro visible de Dios, que es amor, un Dios que nos ama inmensamente tal como somos, con nuestras capacidades y nuestras limitaciones, nuestras aspiraciones y nuestros fracasos. Y nos invita a fiarnos de su ley, que no es un peso que nos aplasta, sino un yugo ligero capaz de llenarles el corazón de alegría a cuantos la viven. Esa ley requiere que nos comprometamos a no replegarnos sobre nosotros mismos, sino a hacer de nuestra vida, día a día, un don cada vez más pleno a los demás.
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso».
Jesús también hace una promesa: «...os daré descanso».
¿De qué modo? Ante todo, con su presencia, que se hace más neta y profunda en nosotros si lo elegimos como punto firme de nuestra existencia; y luego, con una luz especial que ilumina nuestros pasos de cada día y nos hace descubrir el sentido de la vida incluso cuando las circunstancias externas son difíciles. Si además comenzamos a amar como Jesús mismo hizo, encontraremos en el amor la fuerza para seguir adelante y la plenitud de la libertad, porque de esta manera la vida de Dios se abre paso en nosotros.

Escribe Chiara Lubich: «Un cristiano que no esté siempre en la tensión de amar no merece el nombre de cristiano. Porque todos los mandamientos de Jesús se resumen en uno solo: amar a Dios y al prójimo, en quien vemos y amamos a Jesús. El amor no es un mero sentimentalismo, sino que se traduce en vida concreta, en servir a los hermanos, en especial a los que tenemos al lado, y empezar por las pequeñas cosas, por los servicios más humildes. Dice Carlos de Foucauld: "Cuando amamos a alguien, estamos realmente en él, estamos en él con el amor, vivimos en él con el amor; ya no vivimos en nosotros mismos, estamos desapegados de nosotros mismos, fuera de nosotros mismos". Y precisamente gracias a este amor se abre paso en nosotros su luz, la luz de Jesús, según su promesa: "El que me ame... me manifestaré a él" (Jn 14, 21). El amor es fuente de luz: amando se comprende más a Dios, que es Amor».
Acojamos la invitación de Jesús a acudir a Él y reconozcámoslo como fuente de nuestra esperanza y de nuestra paz.
Acojamos su mandamiento y esforcémonos por amar como hizo Él, en las mil ocasiones que nos suceden cada día en la familia, en la parroquia, en el trabajo: respondamos a la ofensa con el perdón, construyamos puentes en lugar de muros y pongámonos al servicio de quienes sienten el peso de las dificultades.
Descubriremos que esta ley no es un peso, sino un ala que nos llevará a volar alto.

LETIZIA MAGRI