Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor
nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que «participa
también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre
todo con la vida de fe y caridad». Pensemos, como nos sugiere santa Teresa
Benedicta de la Cruz, que a través de muchos de ellos se construye la verdadera
historia: «En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos.
Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible.
Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron
esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de
historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos
decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que
todo lo oculto será revelado».
SANTO PADRE FRANCISCO. GAUDETE ET EXULTATE, nº 8
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