"Ellos son del Señor"
En la anterior entrada de esta etiqueta
os decía que pensar en tío Ángel, es anhelar ese día en el que junto a ellos
podamos proclamar como María, la grandeza del Señor.
Se me viene a la cabeza esa canción que
a veces hemos cantado “SOMOS DEL SEÑOR” que responde al texto de Rom. 14, 8. “Si
vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que,
ya vivamos o muramos, del Señor somos”. De ahí que la esa primera
entrada, la terminábamos reconociendo que mientras llega ese momento del
encuentro con Dios, desde nuestra realidad diaria, con nuestros problemas y
limitaciones, pero unidos a ellos, porque creemos en la comunión de los santos,
cantamos con ellos y con María: “se
alegra nuestro espíritu en Dios nuestro salvador”.
Queda esta realidad por delante.
Pero la otra realidad que nos lleva a
escribir, a hablar de tío Ángel, es una cuestión de agradecimiento. Sabemos que
fue martirizado el 31 de agosto de 1936. Su hermana reconoció su cadáver
en el Pozo de la Lagarta unos años después y fue enterrado en la colegiata de
los santos Justo y Pastor de Granada.
Cuántas veces hemos visitado ese lugar
en San Justo y Pastor, cuantas veces le hemos rezado, cuantas veces le hemos
pedido y encomendado su intercesión. Mucho más ahora, con toda esta realidad
del reconocimiento del martirio por el Santo Padre. Si antes lo hacíamos privadamente,
ahora la Iglesia lo reconoce, y ahora, la invitación es, desde esta Iglesia
particular, a toda la Iglesia, porque: “Creemos
en la comunión de los santos”.
Este creer, anima nuestro peregrinar,
nuestro caminar diario, porque sabemos que participamos, en un modo y grado
distinto, en el mismo amor a Dios del que ellos ya gozan en el Paraíso y cantamos
el mismo himno de alabanza, junto a ellos y desde nuestra realidad y condición concreta,
a nuestro Dios. Todos los que somos de
Cristo, los que creemos en El, en su Espíritu, formamos junto a ellos y unidos
a Él, un solo cuerpo.
De la red |
«Todos,
sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a
Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En
efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma
Iglesia y están unidos entre sí en Él” (LG 49).
Pero como familia suya, y de ahí el
título de esta entrada, el agradecimiento es a la persona que ha mantenido vivo
en nosotros ese cariño y recuerdo de él, a la que hemos visto tenerlo presente,
rezarle, hablarle, hasta cariñosamente pelearse con él: a su hermana Antonia.
En la alegría y seguridad, porque
creemos en la comunión de los santos, de que ellos ya están juntos ya miran desde
el paraíso por nosotros, en esa constante unión con Cristo que todos los que
nos van precediendo viven con El.
Pero no solo cuestión de agradecimiento,
sino para que su recuerdo nos refuerce en nuestro amor entre nosotros, para que
seamos mejores cristianos, seguidores e imitadores de Cristo, al único que
adoramos y amamos, al Mártir por excelencia.
Paco H.
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