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ODISUR. Jueves, 16 de junio de 2016
Carta del Obispo de
Almería, Mons. Adolfo González Montes.
Queridos
diocesanos:
La noticia que
quiero transmitir a todos es motivo de inmensa alegría para cuantos formamos
parte de esta Iglesia particular de Almería y, en verdad, para toda la Iglesia
de España que hoy ha conocido el mandato de Su Santidad el Papa Francisco
encomendándole, en el transcurso de la audiencia que le ha concedido esta
mañana, a Su Eminencia el Señor Cardenal Angelo Amato SDB, Prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos , la promulgación del Decreto de Martirio de los
Siervos de Dios José Álvarez-Benavides y de la Torre, Deán del Capítulo de la
S. A. I. Catedral de Almería, y de 114 Compañeros mártires, muertos por odio a
la fe de 1936 a 1938.
De la Diócesis de Almería |
Esperamos con
inmenso agradecimiento a Dios nuestro Señor la promulgación del Decreto que
culmina el proceso que da paso a la beatificación de los Mártires. La Sala de
Prensa del Vaticano daba a conocer esta noticia poco después del mediodía,
justamente cuando en la Catedral de la Encarnación, iglesia madre de la
diócesis almeriense, tomaba posesión en nuevo Deán de la Catedral, el Ilmo. Sr.
D. Francisco Salazar Zamora, que sustituye en el cargo al Ilmo. Sr. D. Juan
Torrecilla Cano, quien ha presidido el Capítulo catedralicio los últimos seis
años, en dos mandatos estatutarios, y sobrino de uno de los sacerdotes
mártires.
El Deán José
Benavides está acompañado por 94 clérigos (sacerdotes diocesanos y algunos
franciscanos y operarios diocesanos) y 20 seglares, de los cuales dos son
mujeres. De todos daremos cuenta apenas se produzca la promulgación del Decreto
de Martirio y ya desde ahora empezamos a preparar la gozosa celebración de su
beatificación. Hoy, en estas letras de urgencia y alegría invito a todos los
diocesanos a bendecir Dios que dio fortaleza a los mártires para testimoniar su
fe en Cristo, la mayoría entregando la vida en plena juventud o en los años de
plenitud humana y sacerdotal, como apóstoles y amigos fuertes del Señor, que
nunca le negaron.
La sangre de los
mártires reconcilia y redime, nunca divide ni ofende, porque es sangre de paz
reconciliadora. Su muerte no fue buscada ni pretendida, sino padecida por amor
a Dios y los hombres.
+ Adolfo González
Montes
Obispo de Almería
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