«Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión» (Lc 10, 33).
Martine
viaja en metro en una gran ciudad europea. Todos los pasajeros están
concentrados en su móvil. Conectados virtualmente, pero en realidad atrapados
en el aislamiento. Se pregunta: «¿Es que ya no somos capaces de mirarnos a los
ojos?». 
Es
una experiencia común, sobre todo en las sociedades ricas de bienes materiales
pero cada vez más pobres de relaciones humanas. Y sin embargo, el Evangelio
vuelve siempre con su propuesta original y creativa, capaz de «hacer nuevas
todas las cosas» (cf. Ap 21, 5). 
En
el largo diálogo con el doctor de la Ley que le pregunta qué hacer para heredar
la vida eterna (cf, Lc 10, 25-37), Jesús le responde con la famosa parábola del
buen samaritano: un sacerdote y un levita, figuras relevantes de la sociedad de
aquel tiempo, ven al borde del camino a un hombre agredido por unos
salteadores, pero pasan de largo. 
«Pero un samaritano que iba de
camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión». 
Al
doctor de la Ley, que conoce bien el mandamiento divino del amor al prójimo (cf.
Dt 6, 5; Lv 19, 18), Jesús le pone como ejemplo un extranjero considerado
cismático y enemigo: este ve al caminante herido y tiene compasión, un
sentimiento que nace de dentro, del interior del corazón humano. Entonces
interrumpe su viaje, se acerca a él y lo cuida. 
Jesús
sabe que toda persona humana está herida por el pecado, y esta es precisamente
su misión: curar los corazones con la misericordia y el perdón gratuito de
Dios, para que sean a su vez capaces de acercarse y compartir. «[…] Para
aprender a ser misericordiosos como el Padre, perfectos como Él, tenemos que
fijarnos en Jesús, revelación plena del amor del Padre. […] el amor es el valor
absoluto que da sentido a todo lo demás, […] que encuentra su más alta
expresión en la misericordia. Una misericordia que ayuda a ver siempre nuevas a
las personas con las que vivimos cada día, en la familia, en clase o en el
trabajo, sin recordar ya sus defectos ni sus errores; que nos ayuda no solo a
no juzgar, sino a perdonar las ofensas sufridas. Incluso a olvidarlas»[1]
«Pero un samaritano que iba de
camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión». 
La
respuesta final y decisiva se expresa con una clara invitación: «Vete y haz tú
lo mismo» (Lc 10, 37). Es lo que Jesús repite a cualquiera que acoja su
Palabra: hacerse prójimos, tomando la iniciativa de tocar las heridas de las
personas con las que nos cruzamos cada día en los caminos de la vida. 
Para
vivir la proximidad evangélica, pidamos ante todo a Jesús que nos cure de la
ceguera de los prejuicios y la indiferencia, que nos impide ver más allá de
nosotros mismos. 
Luego,
aprendamos del Samaritano su capacidad de compasión, que lo empuja a poner en
juego su misma vida. Imitemos su prontitud en dar el primer paso hacia el otro
y la disponibilidad a escucharlo, a hacer nuestro su dolor, sin juicios y sin
la preocupación de estar «perdiendo el tiempo». 
Esa
es la experiencia de una joven coreana: «Traté de ayudar a un adolescente que
no era de mi cultura y al que no conocía bien. Y sin embargo, aunque no sabía
qué hacer ni cómo, me armé de valor y lo hice. Y con sorpresa me di cuenta de
que, al prestar esa ayuda, yo misma me sentí curada de mis heridas interiores».
Esta
Palabra nos ofrece la clave para practicar el humanismo cristiano: nos hace
conscientes de nuestra humanidad compartida, en la que se refleja la imagen de
Dios, y nos enseña a superar con valentía la categoría de la cercanía física y
cultural. Desde esta perspectiva es posible ampliar las fronteras del nosotros hasta
el horizonte del todos y recobrar los fundamentos mismos de la vida social. 
Letizia Magri y el equipo de la
Palabra de vida 
Palabra
de Vida se traduce a más de 90 lenguas e idiomas y se difunde por correo,
prensa, radio, televisión e internet En la página web del Movimiento de los
Focolares se encuentra publicada junto con testimonios que son fruto de ponerla
en práctica. También promueve con sus contenidos el diálogo sobre la base de la
fraternidad. Se puede acceder a través de este enlace https//www.focolares.es/ 
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