Amar a todos requiere, por
ejemplo, amar a todos sin hacer distinciones entre el antipático y el
simpático, el guapo y el feo, el adulto o el pequeño, el de mi patria o el
extranjero, el blanco o el negro, el amarillo, el americano, el africano o el
japonés, el cristiano, el musulmán o el budista.
Todos deben ser amados del mismo modo.
CHIARA
LUBICH, A miles de adolescentes reunidos en su Súper Congreso
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