jueves, 26 de septiembre de 2019

TOSCO Y LA ABEJAS.


Tosco era un oso que vivía en un hermoso bosque de pinos. Siempre que encontraba un panal de miel, cogía toda la miel para sí y le llevaba un poco a su madre. Pero cuando llegaba a su cueva con la miel tenía muchas picaduras de abeja, y una noche casi no podía dormir por la hinchazón.
Aquella noche Tosco le dijo a su madre:
-          No es justo, las abejas me pican demasiado, por la noche no puedo dormir.
-          ¿Recuerdas que te dije lo que debemos hacer para saber si algo es justo o no? —Preguntó la madre.
-          Sí, es algo que se llama… ¿cómo se llamaba? —Preguntó Tosco.
-          Empatía —dijo la madre— ¿Recuerdas lo que significa?
-          Sí, significa ponerse en el lugar de la otra persona. —Dijo Tosco.
-          Pues ahora tú debes ponerte en el lugar de las abejas.
-          Pero yo no soy una abeja —Contestó Tosco desconcertado.
-          Por eso mismo debes usar tu imaginación para tener empatía con las abejas. Por ejemplo, ¿dejas algo de miel en el panal cuando la coges?
-          No, no dejo nada, me la como casi toda y lo demás te lo traigo a ti, mami.
-          Gracias por traerme un poco de miel, a mí también me gusta mucho, pero, ¿sabes por qué las abejas fabrican miel?
-          ¿Para comérsela? —Preguntó Tosco con gran curiosidad.
-          Sí, y también para alimentar a las abejas recién nacidas. —Contestó su madre.
-          ¡Pero yo también necesito la miel!
-          Si tú fueses una abeja y viniera un oso grande y peludo a quitarte toda la miel, ¿no le picarías muy duro hasta que se fuera?
Tosco pensó en las palabras de su madre y se dio cuenta de que nunca había visto aquella situación desde el punto de vista de las abejas.
-          Tienes razón, mamá, es verdad. ¡Con razón las abejas se ponen tan enfadadas cuando les quito toda la miel!
-          Pues ahora que has usado la empatía y te has puesto en el lugar de las abejas, toma solo una parte de la miel cuando vayas a cogerla —dijo la madre—, las abejas tratarán de picarte, pero tú te irás enseguida y así podrás comer miel y dormir bien por la noche.
Al día siguiente, Tosco fue a un árbol en el que había un panal de abejas. Se acercó, cogió solo una parte de la miel y se marchó, dejando más para que las abejas pudiesen comer. Ese día Tosco comió su rica miel, le llevó algo a su madre y pudo dormir bien por la noche.
Tosco había obrado con empatía, y las abejas le premiaron su actitud dejándole ir sin una sola picadura.

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