“Bienaventurados los que
lloran, porque serán consolados”
En nuestra reflexión sobre las
bienaventuranzas, hoy consideramos la segunda: «Bienaventurados los que lloran,
porque serán consolados», que nos indica una actitud fundamental en la
espiritualidad cristiana: el dolor interior que nos abre a una relación nueva
con el Señor y con el prójimo.
Según las
Sagradas Escrituras, este llanto tiene dos aspectos. El primero es la aflicción
causada por la muerte o el sufrimiento de alguien a quien amamos. El segundo es
un llanto por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios
y al prójimo.
El primer
significado se refiere al luto, que siempre es amargo, doloroso, y que
paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor
sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo. El segundo
sentido indica el llanto por el mal que hemos ocasionado, por el mal que yo
hice, por el bien que no hice y por la deslealtad a la relación con Dios y con
los demás; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del Señor
hacia nosotros, por no haber correspondido al bien que no quisimos hacer, por
no haber querido a los demás. El dolor por haber ofendido y herido a quien
amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don Dios y obra del
Espíritu Santo.
Saludos:
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de
Latinoamérica —chilenos, peruanos, mexicanos, argentinos—. Pidamos al Señor que
nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al
prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros
hermanos y dejar que entren en nuestro corazón. Que Dios los bendiga.
AUDIENCIA GENERAL PAPA FRANCISCO
Aula Pablo VI
Miércoles, 12 de febrero de 2020
FUENTE: VATICAN_VA
CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LAS BIENAVENTURANZAS.
CATEQUESIS:
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