Lecturas de hoy 26 de marzo de 2020, jueves de la 4ª semana de Cuaresma
Lectura del libro del Éxodo
(32,7-14)
Sal 105,19-20.21-22.23
Lectura del santo evangelio según san
Juan (5,31-47)
Según
transcripción de CATHOLIC NET.
En la primera lectura está la escena del
motín del pueblo. Moisés fue al Monte para recibir la Ley: Dios se lo dio, en
piedra, escrita con su dedo. Pero el pueblo se aburrió y se aglomeró alrededor
de Aarón y le dijo: "Pero, este Moisés, hace tiempo que no sabemos dónde
está, dónde se ha ido, y estamos sin guía. Haznos un dios para ayudarnos a
seguir adelante". Y Aarón, que más tarde se convirtió en sacerdote de
Dios, pero allí era un sacerdote de la estupidez, de los ídolos, dijo:
"Pero sí, denme todo el oro y la plata que tengao", y lo dieron todo
e hicieron ese becerro de oro.
En el salmo escuchamos el lamento de
Dios: “En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal
fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto”. Y
aquí, en este momento, comienza la lectura: “El Señor dijo a Moisés: ‘Baja
enseguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo les había señalado, y se
han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él,
le ofrecieron sacrificios y exclamaron: ‘Éste es tu Dios, Israel, el que te
hizo salir de Egipto’”. ¡Una verdadera apostasía! Desde el Dios viviente a la
idolatría. No tuvieron paciencia para esperar el regreso de Moisés: querían
algo nuevo, querían algo, un espectáculo litúrgico, algo.
Sobre esto quisiera mencionar algunas
cosas. En primer lugar, esa nostalgia idolátrica en el pueblo: en este caso,
pensaba en los ídolos de Egipto, la nostalgia de volver a los ídolos, de volver
a lo peor, sin saber esperar al Dios vivo. Esta nostalgia es una enfermedad,
también nuestra. Uno comienza a caminar con el entusiasmo de ser libre, pero
luego comienzan las quejas: "Pero sí, es un momento difícil, el desierto,
tengo sed, quiero agua, quiero carne... pero en Egipto comíamos cebollas, cosas
buenas y aquí no hay...". Siempre, la idolatría es selectiva: te hace
pensar en las cosas buenas que te da pero no te hace ver las cosas malas. En
este caso, ellos pensaban en cómo estaban en la mesa, con estas comidas tan
buenas que les gustaban tanto, pero olvidaban que ésta era la mesa de la
esclavitud. La idolatría es selectiva.
Y otra cosa: la idolatría hace que lo
pierdas todo. Aarón, para hacer un ternero, les pidió: "Dadme oro y
plata", pero era el oro y la plata que el Señor les había dado cuando les
dijo: "Pedid oro a los egipcios en préstamo", y luego se fueron con
ellos. Es un regalo del Señor, y con el don del Señor ellos idolatran. Y eso es
muy malo. Pero este mecanismo también nos sucede a nosotros: cuando tenemos
actitudes que nos llevan a la idolatría, nos apegamos a cosas que nos alejan de
Dios, porque hacemos otro dios y lo hacemos con los dones que el Señor nos ha
dado. Con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón...
estos son los dones del Señor que usamos para hacer idolatría.
Sí, algunos de ustedes pueden decirme:
"Pero yo no tengo ídolos en casa. Tengo el Crucifijo, la imagen de Nuestra
Señora, que no son ídolos..." - No, no: en tu corazón. Y la pregunta que
deberíamos hacernos hoy es: ¿cuál es el ídolo que tienes en tu corazón, en mi
corazón? Esa salida escondida donde me siento bien, que me aleja del Dios vivo.
Y también tenemos una actitud muy astuta con la idolatría: sabemos cómo
esconder los ídolos, como hizo Raquel cuando huyó de su padre y los escondió en
la silla del camello y entre sus ropas. Nosotros también, entre nuestras ropas
del corazón, hemos escondido muchos ídolos.
La pregunta que me gustaría hacer hoy
es: ¿cuál es mi ídolo? Mi ídolo de la mundanidad... y la idolatría llega
también a la piedad, porque querían el becerro de oro no para hacer
un circo: no. Para adorar: "Se postraron ante él". La idolatría te
lleva a una religiosidad equivocada, en efecto: muchas veces la mundanalidad,
que es la idolatría, te hace cambiar la celebración de un sacramento en una
fiesta mundana. Un ejemplo: no sé, pensemos, y en una celebración de boda. No
sabes si es un sacramento donde los recién casados realmente dan todo y se aman
ante Dios y prometen ser fieles ante Dios y recibir la gracia de Dios, o es una
exhibición de modelos, cómo se visten... la mundanidad. Es una idolatría. Este
es un ejemplo. Porque la idolatría no se detiene: siempre continúa.
Hoy la pregunta que me gustaría hacer a
todos nosotros, a todos: ¿Cuáles son mis ídolos? Cada uno tiene el suyo.
¿Cuáles son mis ídolos? Donde los escondo. Y que el Señor no nos encuentre, al
final de nuestras vidas, y diga de cada uno de nosotros: "Te has
pervertido. Te has desviado del camino que te había indicado. Te has postrado
ante un ídolo".
Pidamos al Señor la gracia de conocer a
nuestros ídolos. Y si no podemos expulsarlos, al menos mantenerlos en la
esquina...
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