«Todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
porque esta es la Ley y los Profetas» (Mt 7, 12).
En las decisiones
importantes de la vida, ¿cuántas veces hemos buscado una brújula segura que nos
indicase qué camino tomar y nos hemos preguntado, como cristianos, ¿cuál es la
síntesis del Evangelio, la llave para entrar en el corazón de Dios y vivir como
hijos suyos aquí y ahora?
He aquí una palabra de
Jesús que viene al caso, una afirmación suya clara, que se entiende y se puede
vivir de inmediato. La encontramos en el Evangelio de Mateo: forma parte del
gran discurso de la montaña, donde Jesús enseña cómo vivir plenamente la vida
cristiana. Él mismo resume todo su anuncio en esta afirmación lapidaria.
Hoy, cuando necesitamos
mensajes ricos de significado, pero breves y eficaces, podríamos acoger esta
Palabra como un valioso tweet para tener en mente en todo momento.
«Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros
a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas»
Para entender mejor qué
hacer por los demás, Jesús nos invita a meternos en su piel; precisamente como
hizo Él, que para amarnos adoptó nuestra carne humana.
Preguntémonos qué nos
esperamos de nuestros padres, de los hijos, los compañeros de trabajo, los
responsables del gobierno, los guías espirituales: acogida, escucha, inclusión,
apoyo en las necesidades materiales, pero también sinceridad, perdón, ánimo,
paciencia, consejo, orientación, formación... Para Jesús, esta actitud
interior, junto con las acciones concretas consiguientes, cumple todo el
contenido de la Ley de Dios y toda la riqueza de la vida espiritual.
Es la «Regla de oro», una
enseñanza universal contenida en las distintas culturas, religiones y tradiciones
que la humanidad ha desarrollado a lo largo de la historia. Es la base de todos
los valores auténticamente humanos, los que componen una convivencia pacífica, con
relaciones personales y sociales justas y solidarias.
«Todo cuanto
queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque
esta es la Ley y los Profetas»
Esta Palabra nos incita a
ser creativos y generosos, a tomar la iniciativa
a favor de cualquier persona, a tender puentes incluso hacia quienes no son amigos,
como dijo e hizo Jesús. Requiere que tengamos la capacidad de salir de nosotros
mismos para ser así testigos creíbles de nuestra fe.
Así nos alienta Chiara
Lubich: «Intentémoslo. Un día empleado de este modo vale una vida. [...) Nos
invadirá una alegría desconocida. [...) Dios estará con nosotros, porque está
con quienes aman. (...) Quizá a veces aflojaremos, estaremos tentados de
desanimarnos, de claudicar. (...) ¡Pero no! ¡Ánimo! Dios nos da la gracia. Volvamos
a empezar siempre. Si perseveramos, lentamente veremos cambiar el mundo a
nuestro alrededor. Comprenderemos que el Evangelio ofrece la vida más
fascinante, enciende la luz en el mundo, da sabor a nuestra existencia,
contiene el principio para resolver todos los problemas. Y no estaremos tranquilos mientras no comuniquemos
nuestra extraordinaria experiencia a otros: a los amigos que puedan
comprendernos, a los familiares, a todo aquel a quien nos sintamos empujados a
dársela.
Renacerá la esperanza».
«Todo cuanto
queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque
esta es la Ley y los Profetas»
Ramiro, veterano en su
puesto de trabajo, se entera de que van a llegar nuevos compañeros, y se pregunta: «Si entrase por primera vez en
esta oficina, ¿qué me gustaría encontrar? ¿Qué haría que me sintiese a gusto?».
Entonces se pone a hacerles sitio, busca escritorios, y se lo dice también a otros compañeros. Juntos
preparan puestos de trabajo acogedores. Y los recién llegados encuentran un
ambiente alegre y una comunidad de trabajo más
unida.
LETIZIA MAGRI
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