“Gozosos testigos del amor de Cristo”
En esta lección de fe en el Amor
gratuito de Dios que nos dan nuestros mártires y que ellos la llevan hasta el
extremo, es que este amor es un amor de misericordia, un amor que disculpa y
perdona todo, un amor que ama y perdona a sus enemigos. Nuestros mártires no
solo mueren perdonando, sino que es un perdón lleno de amor por aquellos que
les quitan la vida: ¡es el misterio del
martirio!.
Misterio que ilumina nuestra manera de
actuar en medio de una humanidad que atraviesa una noche oscura, una humanidad
sometida al sufrimiento de tantos hermanos nuestros, una humanidad que parece
inclinarse hacia un abismo de violencia cada vez más generalizada. Mirar a
nuestros mártires, a su amor misericordioso hacia aquellos que les arrebatan la
vida, es ver en ellos como Dios sigue
amando a la humanidad, es ver cómo cada día vuelve a consumarse el
sacrificio de Cristo en la cruz por nosotros. Nuestros mártires, son testigos
fieles que nos recuerdan que el amor de Dios por el hombre, por cada hombre, es
un amor fiel y eterno.
Solo se puede entender el martirio desde
la cruz de Cristo, donde el amor se hace nuevo y eterno, la cruz es la opción de Dios por los hombres,
en ella y a través de Cristo, se renueva la alianza de Dios con la humanidad.
Solo así se entiende como el mártir sale
victorioso de su martirio, el sí es el del mártir pero con las fuerzas son las
de Cristo.
Porque “¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la
espada?; como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos
tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra
gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte,
ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá
separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”
(Rom 8, 35-39).
No hay comentarios:
Publicar un comentario