"Puedo
decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis
años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué
aferrarse. También recuerdo la genuina alegría de aquellos que, aun
en medio de grandes compromisos profesionales, han sabido conservar
un corazón creyente, desprendido y sencillo. De maneras variadas,
esas alegrías beben en la fuente del amor siempre más grande de
Dios que se nos manifestó en Jesucristo. No me cansaré de repetir
aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del
Evangelio: « No se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,
con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva»”.
Exhortación
Apostólica “La alegría del Evangelio” (n.º 7)
Papa
Francisco.
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