“El testimonio ahora es de
Alberto Gómez Matarín: “De lo que ocurría dentro del barco, por
medio de uno que soltaron, sabíamos que los Obispos estaban con
ellos. Se confesaban, se afanaban para quitarles trabajo, se
desvivían por ellos”. (Relata este hombre que los veía a todos
muy tranquilos y que a él mismo le daba alegría verlos tan unidos.
Sufrieron muchas penalidades, algunas de mayor crueldad que las
propias de estar prisioneros: les hacían simulacros de arrojarlos al
mar, de presentarles la comida y no dársela. También los utilizaron
como mano de obra para diversos trabajos. Sabemos que descargaban de
los barcos el carbón que llegaba a puerto). Cuando en las filas
veían a los obispos con las espuertas llenas, los que iban de vacío
se las quitaban y les daban las suyas. Conservé durante mucho su
ropa (de Angel Noguera Gallegos) que después de varios lavados,
seguía ennegrecida como prueba de su trabajo descargando carbón. La
cuñada de D. José Matarín, les llevaba comida al barco prisión
Estoy Mendi. También les pidió que escribieran alguna nota,
poniendo en ella los nombres de los demás con el objeto de saber si
estaban todos”.
Párrafo
tomado del libro “La
comunidad de los Jesuitas de Almería en el periodo de 1929-1939”
de Antonio Marín Cara,
Ed. Universidad de
Almería.
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