jueves, 15 de diciembre de 2016

MÁRTIRES DE ALMERÍA. LA VIDA EN EL ESTOY-MENDI - II.


La noche de la primera “saca” que inaugura el Pozo de la Largarta (días 30/31 de agosto de 1936)...
… Estamos en la noche del 30 al 31 de agosto: los sacerdotes, los religiosos, los seglares de los camiones de la muerte, intentaban mutuamente ponerse a tono con la solemne importancia de aquellos minutos. La referencia más explícita a su estado de ánimo la debemos a los padres del sacerdote D. Domingo Campoy, por cuyo domicilio en la Calle Granada, pasó la caravana trágica. El jefe de la expedición, no sabemos si por compasión o por crueldad, dio orden de parada, y señalando, dijo a D. Domingo ‘esa es tu casa’. La emoción y el agotamiento impedían al aludido pronunciar palabra. Sacó al fin fuerzas como pudo y balbuceó a sus padres: “gustoso muero por Cristo. No siento lo que hagan conmigo; solo siento lo que después hagan con vosotros”. Media hora más tarde enmudecían los motores y fueron bajando en silencio los 31 condenados y la banda de milicianos. Se formó de inmediato la columna trágica de presos y guardianes, intercalados de uno en uno, para acometer el sendero de la rambla de la Lagarta. Amarrados atrás las manos, agotados por las fatigas, avanzaron como espectros durante media hora de agonía hasta remontar su calvario. El expediente posterior resulto, como lo sería siempre, de una aterradora sencillez; tiro en la nuca o en el corazón al borde del orificio y vuelco mortal de la victima hasta los cuarenta metros del fondo ¿supervivientes? Ninguno. Los detalles postreros de esta escena quedaron en exclusiva sobre las conciencias de sus verdugos, a quienes nada puso sacárseles en la investigación posterior

De la red


Párrafo tomado del libro “La comunidad de los Jesuitas de Almería en el periodo de 1929-1939de Antonio Marín Cara, Ed. Universidad de Almería.

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