miércoles, 21 de diciembre de 2016

JOSÉ ÁLVAREZ-BENAVIDES Y DE LA TORRE Y 114 COMPAÑEROS

Mártires de España
Fuente: Catholic.net
El papa Francisco recibió, el 14 de 2016, al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Ángelo Amato, y autorizó la promulgación del decreto papal que reconoce el martirio y permitirá beatificar a José Álvarez-Benavides y de la Torre y de otros 114 compañeros asesinados por «odio a la fe» entre 1936 y 1938, una causa promovida por la diócesis de Almería, donde fueron asesinados, aunque mucho de ellos eran clérigos traídos prisioneros desde otras zonas de Andalucía.
A la cabeza de los mártires está el Siervo de Dios D. José Álvarez-Benavides y de la Torre, hijo de Faustino Álvarez-Benavides Díaz y María del Mar de la Torre y del Moral; nacido en Málaga, por haber sido trasladado a esa ciudad su padre, fue un malagueño accidental. Vuelta la familia a Almería, en 1876, estudió dos cursos en el Instituto de Almería e ingresó en 1778 en el Seminario Conciliar de San Indalecio de la ciudad almeriense, sobresaliendo notablemente entre sus compañeros por su despierta inteligencia. Obtuvo el doctorado en teología, fue catedrático de Latín y de Retórica en el Seminario de Almería y vicerrector del mismo. En 1893 obtuvo la canonjía aneja al cargo de archivero en la Catedral almeriense y, en 1927, fue nombrado deán de la misma.
El 13 de septiembre de 1936 fue asesinado en el pozo de Cantavieja, en el paraje llamado de la Contraviesa, en el término municipal de Tahal.
De gran cultura histórica, empezó una "Historia de Almería" y un Episcopologio que no pudo acabar. Confeccionó un “Índice alfabético por materias de los fondos del Archivo” (1908) bastante completo que ha ayudado a muchos historiadores posteriores que acuden a este archivo. Donó gran parte de su biblioteca personal y archivo a la Catedral y al Seminario. En el archivo catedralicio se conservan tres legajos, bajo el título de "Papeles de Benavides", con apuntes, sermones, noticias históricas, fotografías..., que aún no se han clasificado convenientemente.
El Deán José Álvarez-Benavides está acompañado por 94 clérigos (sacerdotes diocesanos y algunos franciscanos y operarios diocesanos) y 20 seglares, de los cuales dos son mujeres.
De entre los clérigos podemos nombrar a modo ilustrativo a tres párrocos que murieron juntos:
José Gómez Matarín era párroco de Íllar, de gran piedad mariana y eucarística, y no dejó ninguna posesión material. Se refugió unas semanas en un cortijo en la Sierra de Montenegro, junto con el párroco Ángel Noguera, pero fue detenido en agosto de 1936 y llevado al barco-prisión Astoy Mendi. Sus restos descansan en el Valle de los Caídos.
Ángel Noguera Gallegos nació en una familia pobre, con un padre enfermo, y le fue difícil perseverar en el seminario de Granada. Párroco de Alboloduy, dedicaba mucho tiempo a confesar, atendía a los pobres y era muy devoto de la Virgen. Le quemaron la iglesia el 24 de julio de 1936. Los milicianos le dieron 24 horas para abandonar el pueblo, y se escondió con José Gómez Matarín en un cortijo la Sierra de Montenegro, pero finalmente acabaron arrestados. Pasó por la cárcel de los milicianos en el Convento de las Adoratrices y por el barco prisión Astoy Mendi. Su hermana reconoció su cadáver en el Pozo de la Lagarta.
Eduardo Romero Cortés era párroco de Bentarique desde 1911, volcado en la catequesis y los pobres. Apresado el 12 de agosto de 1936, pasó por las mismas cárceles que Noguera y fue asesinado (como los dos anteriores y otros 15) en la noche del 30 al 31 de agosto en el Pozo de la Lagarta tras torturas y vejaciones. Los colocaban al borde del pozo, les disparaban y caían hasta el fondo. Luego les arrojaban piedras y cal viva para evitar que alguno sobreviviera.
En este grupo encontramos también la gitanilla Emilia Fernández Rodríguez, nacida y bautizada en la parroquia de Santa María de Tíjola el 13 de abril de 1914 y fallecida el 25 de enero de 1939, a los 23 años, en la cárcel de Gachas Colorás de la ciudad de Almería. Fue detenida para cumplir condena de seis años, junto a su esposo, por negarse éste último a ir a la guerra.
En aquella cárcel de mujeres un grupo de presas rezaban a escondidas el rosario. Ella le pide a sus compañeras le enseñen a rezar el rosario.
Dolores del Olmo fue la que hizo de catequista y le enseñó a rezarlo. Los responsables de la cárcel se enteran de las reuniones e interrogan a Emilia, pero ella no cede ante las presiones porque habría represalias y la recluyen en una celda de aislamiento, abandonada a su suerte. Dio luz a una niña y por la debilidad que tuvo en esos días de aislamiento al final falleció. La enterraron en el cementerio de Almería en una fosa común.

De esta forma, este homenaje se rendirá a personas que murieron por vivir su fe y el Papa ha pensado que ya era momento para que sean beatificados como merecen. Historias de personas que forman parte de esta provincia almeriense y que han dejado su huella en la religión practicada en Almería.

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