Su tío, don Ramón Rodríguez Frías,
lo bautizó a los dos días de nacer en la Iglesia Parroquial de santa María de
su villa natal. Cursó sus primeros estudios en Albox, ingresando después en el
Seminario de san Indalecio.
Ordenado presbítero el diecinueve de mayo de 1894, ejerció el
ministerio durante más de cuatro décadas. Nombrado primero Cura de Huebro, tres
años después pasó al curato de Fines. A mediados de 1901 tomó posesión de la
Parroquia de Lúcar, a la que sirvió por nueve años. Desde 1909 a 1921 fue
Párroco de san José del Taberno. Finalmente, en ese año, tomó posesión de la
Parroquia de san Miguel de Pulpí.
El albojense don Damián Granados lo recordaba como un: « Un hombre
de carácter vehemente y extremado, muy caritativo. En una catástrofe
ferroviaria que hubo en los años veinte en Pulpí, se distinguió por su entrega
en la atención a los moribundos y heridos. » En efecto, el Gobierno lo
condecoró con la Gran Cruz de Beneficencia.
Expulsado de Pulpí al iniciarse la Persecución Religiosa, trató de
buscar refugio junto a un familiar que vivía en el Taberno. Rechazado por éste,
regresó a Albox y fue detenido varias veces. No dudó en enfrentarse a los
milicianos cuando prendieron las imágenes de culto: « Poco vale mi vida, pero
la doy a cambio de que no profanéis estas imágenes. »
En una de las ocasiones en que trataron de detenerle, increpó a sus
captores: « Tú viniste un día suplicándome comida para tu hijo porque no tenías
nada para darle, ¿no te acuerdas ya?, ¿vas a ser tú mi asesino? » Detenido por
última vez a principios de septiembre de 1936, sufrió prisión en su villa natal
hasta que fue martirizado en el puente del río próximo a Antas. El valeroso
presbítero tenía sesenta y seis años de edad.
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