viernes, 10 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (86). SIERVO DE DIOS DON JUAN JOSÉ VIVAS – PÉREZ BUSTOS


Fue bautizado en la fiesta de la Candelaria en la Iglesia Parroquial de san Pedro de su ciudad. Primero estudió con los jesuitas de Chamartín y, después, cursó la carrera de Farmacia en la Universidad de Granada. Más su auténtica educación corrió a cargo de su padre, el reconocido farmacéutico don Juan José. De su padre aprendió una profunda Fe, encarnada en eficaces obras de amor al prójimo. Su progenitor fundó en Almería una Escuela Reformatorio; dos escuelas del Ave María en el Quemadero y Pescadería; así como el comedor de la Tienda Asilo y el diario católico La Independencia.
Su solidad piedad se acrecentaba con la comunión diaria, ya que disfrutaba en su hogar de un oratorio donde celebraba la Santa Misa el Vicario General don Rafael Ortega. Además de continuar las fundaciones de su padre, que sufragaba gracias a su negocio farmacéutico, abrió una nueva escuela en el Barrio Alto. Muy preocupado por los ataques laicistas, e impulsado por los Obispos almerienses, continuó siendo el dueño de La Independencia.
Enamorado de doña Rafaela Torres Benítez, tras siete meses de noviazgo, contrajeron matrimonio en la Iglesia Parroquial de san Pedro el doce de septiembre de 1936. Juntos bendijeron su unión con tres hijos, naciendo el último sólo tres meses antes de la Persecución Religiosa.
Odiado por liderar el periodismo católico, le incautaron la Farmacia y hasta su propia casa. Rápidamente fue detenido y enviado al convento de las Adoratrices. Un niño de sus escuelas recordaba: « Cuando le detuvieron le quitaron el rosario que llevaba siempre, por lo que haciendo nudos en una pequeña cuerda se hizo uno en la prisión. » Su delicadeza para con los demás llegó al extremo de tramitar, desde la cárcel, el finiquito a sus empleados.

A principios de agosto lo llevaron al barco Capitán Segarra, donde sufrió tortura y fue obligado a limpiar inmundicias. En la víspera de la Asunción fue martirizado en la playa de la Garrofa a sus treinta y cinco años. Cerró sus labios dirigiéndose a sus verdugos: «He vivido como cristiano y por cristiano me matáis. Para Dios nací y para Dios muero. ¡Viva Cristo Rey! »

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