Bautizado a los tres días de su nacimiento en la Iglesia
Parroquial de santa María de su ciudad natal, quedó huérfano de madre y fue
cuidado por su hermana. Al igual que dos de sus hermanos ingresó en el
Seminario de Almería. El veintiocho de enero de 1901 expiró su hermano
seminarista, Juan. El siervo de Dios fue ordenado presbítero el diecisiete de
diciembre de 1910, celebrando su primera Misa en el Santuario de la Santísima
Virgen del Mar de Almería.
Doctorado en
Teología por el Seminario de Granada, en 1914 se asoció a la Unión Apostólica
Sacerdotal. En 1916 marchó a la coadjutoría de su ciudad natal. Tres años
después, en 1919, recibió el nombramiento de Cura Regente de Bédar. En 1927
tomó posesión de la Parroquia de Lubrín, a la que luego se unió su hermano como
Coadjutor.
Su sobrino,
don Jacinto Alarcón, recuerda que: « En las parroquias donde ejerció su
ministerio mostraba su amor al Señor y a la Santísima Virgen. Entre sus
feligreses era querido por su amor a los pobres, a los que ayudaba dentro de su
escasa economía; visitaba a los enfermos y ancianos. Era un hombre prudente, no
ofendía a nadie. »
Iniciada la
Persecución Religiosa marchó, junto con su hermano, a Mojácar. Se alojaron en
una fonda de Garrucha, hasta que fueron denunciados y expulsados. En una cueva
próxima al cortijo veratense de san Antón buscaron refugio. Hasta allí fueron
perseguidos por los milicianos, que a garrotazos los devolvieron a Mojácar. Su
sobrino cuenta que: « Lo tuvieron una vez detenido, dos días de sol a sol
haciendo con un pico una acequia en el pueblo, y a los dos días lo mataron. Yo
vi cómo le sangraban las manos que mi madre le curaba por la noche. »
A las doce
de la noche fue llevado al empalme de los Gallardos. Nada más llegar descubrió
el cadáver martirizado de su hermano y lo besó. De rodillas, abrió los brazos y
perdonó a sus verdugos antes de ser martirizado a los cuarenta y nueve años.
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