Nacido once años después de su hermano, el siervo de Dios don
Alfredo, fue bautizado en la Iglesia Parroquial de santa María de su pueblo
natal. Junto a su hermano recibió la Confirmación y, al igual que éste, ingresó
en el Seminario de san Indalecio de Almería en 1883. El veintitrés de junio de
1893 fue ordenado presbítero.
En
Granada amplió sus estudios, ya de por sí brillantes. En 1894 se doctoró en
Teología, en 1906 se licenció en Derecho Canónico y en 1909 en Derecho Civil.
También impartió clases en Vera. Su primer destino pastoral fue la coadjutoría
de santa María de Albox en 1893, donde impulsó a las Hijas de María. Desde 1896
fue Cura de Níjar, donde fundó la Adoración Nocturna en 1911.
El
treinta de septiembre de 1911 tomó posesión de la Parroquia de Cuevas del
Almanzora. Su feligresa doña Josefina Foulquié cuenta que: «Era un sacerdote
piadoso, devoto de la Santísima Virgen y de la Eucaristía. Tenía mucho celo
apostólico y tenía facilidad para acercarnos a Dios. Cuando subía al púlpito
para predicar se transformaba y nos explicaba las verdades de nuestra fe con
mucha unción y con gran facilidad de palabra. » Con tesón, alzó la segunda
torre del templo cuevano.
Uno
de sus hermanos, asustado por la Persecución Religiosa, lo convenció para que
se ocultara en Almería. Hasta allí se presentaron los milicianos de Cuevas del
Almanzora el veintiocho de agosto de 1936. El siervo de Dios se encontraba muy
enfermo y su familia se resistió a entregarlo. Uno de los milicianos, al que el
siervo de Dios había bautizado y dado la primera comunión, le aseguró que nada
malo le sucedería.
Finalmente
lo subieron a un coche y quisieron que se bajara en el puente de Rioja. Al
negarse, le dispararon un tiro y lo dejaron sangrando mientras ellos fumaban.
Luego, veintiocho disparos sellaron su martirio a sus sesenta y seis años de
edad. Como, impresionado por su serenidad, uno de los milicianos no quiso
dispararle; fue obligado a realizar el trigésimo tiro sobre su cadáver.
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