Recibió las aguas bautismales a los dos días de nacer en la
Iglesia Parroquial de san Pedro de su ciudad natal. De su padre, profesor de
Instituto, aprendió el amor a la cultura que siempre lo distinguió. Al concluir
sus estudios en el Seminario de Almería, fue ordenado presbítero en la capilla
del Palacio Episcopal el veintiocho de marzo de 1914.
Comenzó su
ministerio en Gérgal, como Coadjutor encargado por la enfermedad del Párroco.
En noviembre de 1914 regresó a Almería, compaginando la coadjutoría del
Sagrario con su labor docente en el Seminario. En febrero de 1917 fue nombrado
Cura Regente de santa María de Lucainena de las Torres. Tres años después, en
febrero de 1920, fue nombrado Cura Ecónomo de Garrucha y, a los tres meses, de
Gádor. Sin menoscabar su oficio pastoral, en octubre de 1922 se licenció en
Teología por el Seminario de Granada. Finalmente, el uno de mayo de 1928 tomó
posesión de la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación de Serón.
Una antigua
feligresa, doña Juana Sola, refería: « Tengo el recuerdo de un sacerdote
querido por el pueblo, con fama de inteligente y de preocuparse mucho por todo
lo referente a su ministerio y como profesor muy cumplidor, paciente, alegre,
nos hacía las clases muy amenas. Sacrificado por los suyos, pues tenía a su
cargo tres hermanas y algún tiempo un sobrino. »
Al estallar
la Persecución Religiosa, antes que nada, puso a salvo el Santísimo Sacramento.
Expulsado de su casa, los milicianos le impidieron retornar a Almería y quedó
arrestado en una pensión de Tíjola junto a sus padres y hermanas. El veintiocho
de septiembre de 1936 lo llevaron a Serón. Un testigo ocular recuerda que: « Lo
llevaban tres o cuatro milicianos paseándolo por las calles con un mono azul.
Al pasar junto a nosotros, chiquillos, nos hizo una caricia en la cabeza a cada
uno. »
Arrastrado
hasta el Polvorín, en la carretera de Serón a Baza, lo obligaron a cavar su
propia fosa. Como los milicianos de Serón no se atrevían a matarlo, llegaron
refuerzos desde el pueblo granadino de Caniles. Al intentar bendecir el siervo
de Dios a sus verdugos, éstos le golpearon hasta fracturarle el brazo. Fue
martirizado a los cuarenta y cinco años de edad.
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