Recibió las aguas bautismales el
mismo día de su nacimiento en la Iglesia Parroquial de la Asunción de su pueblo
natal. En el Seminario de san Torcuato de Guadix realizó sus estudios
eclesiásticos, licenciándose después en Teología por el Seminario de Granada.
Fue ordenado presbítero, a sus veintidós años, el uno de junio de 1901.
La mayor parte de su ministerio lo entregó a Fiñana. Fue su Párroco
por un cuarto de siglo, desde 1912 a 1936. Sólo faltó durante tres años, cuando
una calumnia forzó que se ausentara y ejerciera el ministerio en Galera.
Finalmente su Obispo, don Timoteo Hernández Mulas, restableció su honor y fue
recibido por los fiñaneros hasta con banda de música.
Párroco entregado a su grey, destacaba por su desbordante caridad.
Su feligresa doña Ana Jiménez refiere que: « Socorría siempre a todo el que le
pedía ayuda. Los sábados se formaba una cola de pobres a la puerta de la
iglesia y a todos los socorría. Todo lo daba a los pobres. Cuando visitaba a
los enfermos les dejaba dinero debajo de la almohada. »
Desde el principio fue consciente de las amenazas laicistas. A una
vecina le comentó: « Ya he perdido este oído y dentro de nada el otro, y dentro
de nada la vida. » Iniciada la Persecución Religiosa, sus familiares trataron
de que se refugiara en su pueblo. Se negó a abandonar su Parroquia. Solía
decir: « Yo iré al Cielo derramando mi sangre por Cristo. »
Detenido el diecisiete de septiembre de 1936 junto a su Coadjutor,
el siervo de Dios don Manuel Alcayde Pérez, lo obligaron a andar descalzo por
el pueblo para burlarse de él. Tras cortarle las orejas en la cuesta de la
Reina, fue martirizado al día siguiente a sus cincuenta y ocho años.
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