En la Iglesia Parroquial de san Mateo de su murciana ciudad natal
fue bautizado a los cuatro días de su nacimiento. Con tan sólo diez años, en
1914, ingresó en el Seminario de san Fulgencio de Muria. Al establecer su
padre, comerciante de profesión, un nuevo negocio en Almería la familia se
trasladó y él concluyó sus estudios en el Seminario de san Indalecio.
El dos de junio de 1928, en el Santuario de la Santísima Virgen del
Mar, fue ordenado presbítero por el Obispo fray Bernardo Martínez Noval. Para
celebrar su primera Misa regresó a Lorca, festejándola con enorme gozo en su
Parroquia natal. Durante los primeros tres años de su ministerio fue Coadjutor
de Cantoria. En 1931 obtuvo licencia para tomar posesión de la capellanía oscense
de Villanueva de Sigena y administrador de la finca Cuarto bajo del Sisallar.
Doña Antonia, su hermana, recordaba que: « Mi hermano desde que era
pequeño quería ser sacerdote e ingresó en el Seminario. Era buenísimo, buen
estudiante. No dieron nunca queja de él sus superiores. No era una persona
agarrada al dinero, era más bien desprendido. Cuando celebraba la Misa, al
salir, entregaba el estipendio a una gitana que pedía en la puerta. »
La convulsión política de aquella comarca de Monegros era grande,
prodigándose su celo pastoral entre sus feligreses para prepararlos a la
inminente Persecución Religiosa. Él mismo, sabiéndose amenazado, pidió al
Capellán del Real Monasterio de santa María de Sigena que le administrara los
últimos sacramentos.
El uno de agosto de 1936, tras celebrar la Santa Misa, fue detenido
y trasladado al pueblo zaragozano de La Almolda. Nada más llegar, hacia las
cuatro de la tarde, fue martirizado junto a las tapias del cementerio. Diez
disparos y una puñalada colocaron sobre sus sienes, de treinta y dos años, la
corona de los Mártires de Cristo.
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