miércoles, 8 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (77). SIERVA DE DIOS DOÑA EMILIA FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ.

FUENTE DIÓCESIS DE ALMERÍA

Sus padres, gitanos ambos, la bautizaron nada más nacer en la Iglesia Parroquial de santa María de su pueblo. Educada en las costumbres de su raza, le enseñaron el oficio de confeccionar canastos de esparto para ganarse honradamente el sustento.
Aunque enamorada de Juan Cortés Cortés, también gitano, no podía contraer matrimonio por la Persecución Religiosa. Finalmente, se unieron a principios de 1938 y ella quedó encinta. Para librar a su marido de participar en el frente, untó sus ojos con sulfato y declararon su inutilidad. No tardó en ser detenida y, a pesar de su gravidez, ingresó en la prisión de Mujeres de Gachás Colorás en Almería el veintiuno de junio de 1938. Fue juzgada y condenada a seis años de prisión el ocho de julio.
Su compañera de prisión, doña María de los Ángeles Roda, contaba: « Recuerdo la figura de Emilia, aquella gitana de ojos negros y muy grandes, alta, con el pelo tirante y un moño en la nuca, que nos llamaba poderosamente la atención por su estado de gestación, ya que allí estaban todas muy delgadas por la falta de comida. Amable, hablaba bajito, era además muy respetuosa y religiosa. »
Admirada por la ayuda que le prestaban algunas presas católicas, les pidió que la instruyeran en el rezo del Rosario. La cruel directora de la prisión, al advertir su devoción, prometió favorecerla sí denunciaba a sus catequistas. Al negarse la sierva de Dios, fue aislada en una celda y sometida a malos tratos durante su embarazo.

El trece de enero de 1939 dio a luz a una niña y, tras el parto, le negaron cualquier asistencia médica. Como escribe el presbítero Gallego Fábrega: « En la mañana del día veinticinco acabó el martirio de la guapa gitanilla de veintitrés años, que murió abandonada y sola, pero sin denunciar a su catequista, a pesar de todas las presiones a que estuvo sometida. » Aunque sus compañeras bautizaron ellas mismas a su hija, las autoridades se la llevaron y nunca más se supo de ésta.

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