FUENTE
DIÓCESIS DE ALMERÍA
Los
pocos años de vida del Siervo de Dios no son óbice para dejar de trazar su
simpática biografía. Hijo de una fervorosa familia, sus padres lo introdujeron
desde pequeño en la Hermandad de la Soledad de la Parroquia de Santiago y en la
Hermandad del Carmen de la Parroquia de san Sebastián de la ciudad de Almería.
Entusiasta de la piedad popular y de la liturgia, fue solícito monaguillo y
amigo de las procesiones.
Siempre
dinámico y extrovertido, participó en el movimiento escultista donde dio rienda
suelta a su amor al deporte y a la naturaleza. Terciario franciscano y
congregante de los Luises, aquella piedad la vertía en un intenso servicio a
los enfermos. Por caridad, pasaba sus ratos libres en el Hospital para
acompañar y asistir a los más desfavorecidos. Hasta aprendió a poner
inyecciones y practicar curas con este fin.
Iniciada
la Persecución Religiosa, trataron de prenderlo el once de octubre de 1937. Al
no encontrarlo en casa, detuvieron a su padre y a uno de sus hermanos. Con
valor, no dudó en canjearse por su padre y comenzó su larga prisión de más de
medio año. Preso primero en el Palacio Episcopal, lo fue después en el Ingenio
y, por último, en Turón.
Como
su valor, alegría y servicio a los enfermos no cejaron; se ensañaron
terriblemente con él. El veintidós de mayo de 1938 le ordenaron llenar un
cántaro de agua. Al regreso, siendo consciente de su martirio, les preguntó a
sus verdugos la razón de su muerte y no obtuvo más que blasfemias. Su padre
rememoraba de esta forma su martirio: «Le ordenaron que entregara el cántaro y
retirándose unos ocho metros, tuvo tiempo mi hijo de levantar los brazos y
mirar al cielo para pronunciar las siguientes palabras: “Perdónalos, Señor, que
no saben lo que hacen…” Estas palabras les sirvieron a sus verdugos para que se
ensañaran disparándole tal cantidad de tiros que le destrozaron todo su
cuerpo.»
Sus
verdugos, enfadados al descubrir que el cuerpo del mártir de diecinueve años
aún se aferraba a la medalla de la Virgen, no lo enterraron para que fuera devorado
por las fieras.
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