sábado, 11 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (92). SIERVA DE DIOS DOÑA CARMEN GODOY CALVACHE


A los tres días de su nacimiento fue bautizada en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada de su ciudad natal. Antes de fallecer, su hermana le hizo prometer que casaría con su viudo. En consecuencia, contrajo matrimonio el dieciséis de enero de 1916 con don Antonio María Coromina Bignati.
Ocho años duró su matrimonio, alumbrando a cuatro hijos de los que sobrevivieron dos. Durante su último embarazo, en 1924, su esposo murió y quedó viuda a los treinta y siete años. Marchó a vivir en la casa de su anciana tía doña Emilia, educando a sus hijos como buenos católicos.
Generosa y justa con los honorarios de sus empleados, gastaba gran parte de su patrimonio en obras caritativas. En las hambrunas de los años treinta, repartió diariamente pan a los pescadores. Fiel colaboradora de su Párroco, el siervo de Dios don Luis Eduardo López Gascón, realizó una impresionante campaña de limosnas para reparar el templo abderitano quemado por los republicanos en 1932.
Odiada por liderar esta campaña, huyó a Madrid. Allí empieza un prolongado martirio difícil de resumir y que, sin duda, la convierten en el testimonio más conmovedor de la Persecución Religiosa en Almería. Detenida en agosto de 1936 e internada en el Hospital de la Princesa, fue trasladada a Adra. Encarcelada en su propia casa, le prohibieron vestirse y sólo le daban orinas para beber. Al exigirle que delatara a los benefactores del templo contestaba: « Yo tengo la maleta preparada para la eternidad, podéis hacer conmigo y con mis hijos lo que queráis, pero la lista no os la entrego. »

Torturada por más de cuatro meses, jamás le arrancaron un nombre. Violada y golpeada en incontables ocasiones, llegaron a cortarle un pecho y ahogarla en el puerto. Incluso asesinaron a su hermano e internaron en un psiquiátrico a su tía. En la nochevieja de 1936 la llevaron a la Albufera, golpeándola con un azadón en la cabeza. Tras abusar de su quebrantado cuerpo, fue enterrada viva. Cuarenta y nueve años tenía esta heroica mártir.

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