lunes, 13 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (102). SIERVO DE DIOS DON FLORENCIO LÓPEZ EGEA


En la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de su villa natal fue bautizado, dos días después de su nacimiento. Debido a la falta de recursos de su familia ingresó en el Colegio de san Juan de Almería, pasando después al Seminario de san Indalecio donde estudió con gran aprovechamiento.
Ordenado presbítero en diciembre de 1907, marchó a Macael donde celebró su primera Misa en el altar de la Santísima Virgen del Rosario. Siempre se distinguió por su amor a la Madre de Dios. A este respecto doña Catalina Alarcón, una antigua feligresa, decía que: « Recuerdo todavía las canciones que él mismo componía a la Virgen y que nos enseñaba a todos los chiquillos de entonces en las catequesis que nos daba. Hacía apostolado entre la juventud, siempre estábamos con él. Era un gran devoto de la Virgen. »
El primer año de su ministerio fue Cura Regente de Castro de Filabres, siendo nombrado Párroco de Alcudia de Monteagud en 1909. Tras ocupar los curatos de Fuencaliente y Turre, fue Párroco de Fines en 1915. El veinticinco de enero de 1920 tomó posesión de la Parroquia de la Purísima Concepción de Turre, sirviéndola por más de dieciséis años.
Estallada la Persecución Religiosa trataron de que se marchara a Argentina, pero replicó: « Yo nunca abandonaré a mi rebaño. » Expulsado de la casa rectoral, se refugió en un cortijo que su hermana tenía en el barranco del Negro. Unos milicianos lo detuvieron en la noche del dieciséis de agosto de 1936. Prisionero, marchó con ellos mientras entonaba una de sus canciones a la Virgen: « Salva presurosa al pueblo español. »

Arrastrado hasta la cañada del Conejo de Turre, doña Encarnación Muñoz narra que: « De su martirio sé que le clavaron pinchos de zábila en los ojos. Pretendían que blasfemara, pero él gritaba: “¡Viva Cristo Rey!” Y, en el colmo de sus maldades, le castraron. » Cincuenta y dos años tenía este mariano presbítero en el momento de su martirio.

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