res años menor que su hermano, en 1888 siguió sus pasos e ingresó
en el Seminario de san Indalecio de Almería. Recibió el Sagrado Orden del
Presbiterado en diciembre de 1899.
Inició su
ministerio pastoral como Capellán del Manicomio, atendido entonces por las
Hijas de la Caridad. En 1911 fue adscrito a la Parroquia de san José de
Almería. Al año siguiente marchó a la coadjutoría de Gérgal, regresando cuatro
años después a la Parroquia de san José de Almería. En 1919 fue nombrado
Coadjutor de la Parroquia de Santiago de Almería, donde era Párroco su
compañero de curso el siervo de Dios don Carmelo Coronel Jiménez.
Durante
diecisiete años sirvió a la feligresía de Santiago, dejando un beatífico
recuerdo. Un testigo cuenta que: « Era un hombre sencillo, entregado a las
labores parroquiales y afanoso en el servicio de los pobres y humildes. Ni una
palabra de queja ante la persecución y monstruosidad de su muerte, a manos de
unos enemigos de la Iglesia, que se olvidaron de los más elementales valores
éticos, morales y humanitarios. »
Detenido
junto a su hermano, el siervo de Dios don Francisco, compartió su último viaje
a Húercal de Almería donde fue martirizado a sus sesenta y un años. Su
maltrecho cuerpo, sañudamente profanado, fue vilipendiado por las calles antes
de ser quemado en el río Andarax.
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