Bautizado en la Iglesia Parroquial
de la Anunciación de su pueblo natal, estudió discretamente en el Seminario de
san Torcuato de Guadix. El veintitrés de septiembre de 1893 fue ordenado
presbítero en el Santuario de la Santísima Virgen del Mar de Almería.
El presbítero Gallego Fábrega resume así su ministerio: « El Obispo
de Guadix le confío diversas misiones pastorales, pero la que de manera
especial marcó toda su actividad apostólica fue la coadjutoría de Fiñana. La
catequesis en las once barriadas del pueblo y la misma estación, fueron
testigos mudos de la asiduidad y cuidado pastoral. El culto en las diversas
ermitas y la atención a los enfermos en la que los sucesivos párrocos de Fiñana
encontraron un fiel y seguro colaborador. »
Su antigua feligresa doña Francisca Salmerón señala su actitud ante
la Persecución Religiosa: « En los momentos difíciles no se acobardó. Una
sobrina suya vino desde Barcelona con ánimo de llevarlo con ella y que allí
pasara inadvertido y libre de peligro, pero el siervo de Dios le contestó que
no tenía nada que temer, que no había hecho nada malo. Dijo que tenía que dar
su vida por Cristo. »
El diecisiete de septiembre de 1936 fue detenido y escarnecido en la
plaza del pueblo, sufriendo una cruel prisión. De madrugada junto a su Párroco,
el siervo de Dios don Melitón Martínez Gómez, fue subido en un coche y llevado
a la cuesta de la Reina. Al apearse del vehículo dijo a su compañero: « Se han
cumplido nuestros días y horas; me consuela que muramos juntos. »
Como los milicianos rechazaron sus súplicas para no fusilar al
Párroco, pidió morir antes para no presenciar la ejecución. Así recibió el
martirio de un machetazo, a sus sesenta y siete años, el humilde Coadjutor de
Fiñana.
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