lunes, 13 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (104). SIERVO DE DIOS DON MANUEL LUCAS IBÁÑEZ


En la Iglesia Parroquial de san Andrés de su pueblo natal fue bautizado a los tres días de su nacimiento. Su sobrino – nieto, el presbítero don Joaquín Alegrías escribió: « Su hermano mayor Tristán, murió de tifus en el Seminario Mayor de Granada cuando ya estaba próximo a recibir el diaconado. Fue entonces cuando el siervo de Dios ingresó también en el Seminario. ¿Fue aquello una llamada de Dios para ocupar el puesto que su hermano dejó vacío? »
Ordenado presbítero en Granada durante el mes mariano de 1904, el doce de mayo celebró su primera Misa en su pueblo. Sus treinta y dos años de ministerio los dedicó íntegros a las Alpujarras que le vieron nacer. Le fueron encomendadas sucesivamente las coadjutorías de Válor, Padules y Laujar. En todos estos lugares dejó un imborrable testimonio de caridad pastoral.
Desde 1911 fue Párroco de Nuestra Señora de la Encarnación de Fuente Victoria y Cura Encargado de san Juan Bautista de Benecid. Siempre solícito para ayudar en las faenas agrícolas de sus feligreses, era conocido como “el Cura Labrador”. Jamás dejó que faltara pan o aceite en las mesas de su feligresía durante las fiestas navideñas, entregando con gran delicadeza numerosas limosnas de los bienes heredados de sus padres y hermanos.
Al llegar la Persecución Religiosa se cebaron en arrebatarle todas sus pertenencias y llegaron a expulsarlo de su propia casa. El veinticuatro de agosto de 1936 escondió el Santísimo, pues el templo fue destrozado dos días después. Mientras pudo continuó celebrando la Santa Misa en la capilla de las Damas Catequistas de Fuente Victoria. Detenido finalmente, su saludo al entrar en la cárcel de Fondón fue: « Ave María Purísima. »

Liberado a los pocos días, regresó a casa de su hermana y dijo: « Demos gracias a Dios por las horas que nos deja vivir. » Con engaños, fue llevado al barranco de los Caballos el tres de octubre. Fue martirizado a los cincuenta y siete años. Su sobrina, doña Adela Miranda, cuenta que: « Muy devoto de la Virgen de los Ángeles, patrona del pueblo, la invocaba a voces cuando lo mataron. Antes de matarlo sus verdugos quisieron que blasfemara, pero no lo consistió. Entonces lo arrastraron por el suelo, lo torturaron y finalmente lo castraron. »

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