sábado, 11 de marzo de 2017

MARTIRES DE ALMERIA (91). SIERVO DE DIOS DON GREGORIO MARTOS MUÑOZ


Sus padres, piadosos labradores del granadino pueblo de Válor, emigraron a la Argentina en busca de un futuro mejor. En el lugar de Chilecito, provincia de la Rioja, nació el siervo de Dios y recibió el Bautismo nueves días después en la Iglesia Parroquial del Sagrado Corazón de Jesús. Al cumplir diez años, su familia regresó a España.
Muy piadoso y guiado por el ejemplo de su virtuosa madre, doña Josefa, ingresó en el Seminario de Granada. Su entusiasmo era tal que concluyó un año antes de lo previsto sus estudios y fue nombrado formador del Seminario Menor. Cuando, por fin, fue ordenado presbítero; recibió la misión de la coadjutoría de El Ejido.
Aunque su ministerio sólo pudo durar tres años, los ejidenses apreciaron su entrega pastoral. Presto a socorrer al prójimo, vivía con austeridad y rechazó la herencia paterna. Su hermana doña Dolores cuenta que: « Cuando bautizaba o casaba a algún hijo de familia que no tenía medios, él nunca cobraba nada. En una ocasión bautizó al hijo de una familia gitana y se marcharon muy contentos porque, además de no cobrarle, les invitó a desayunar. »
Detenido nada más iniciarse la Persecución Religiosa, el veintiuno de julio de 1936, lo encarcelaron en Dalías. Al día siguiente lo llevaron a la cárcel de Berja, dejándolo en libertad vigilada el siete de agosto. El día doce trató de escapar, pero fue descubierto en Peña Rodada. Quisieron que blasfemara sobre una medalla de la Madre de Dios, pero prefirió tragársela a profanarla. Completó su cautiverio en las prisiones de Berja y El Ejido.

En la Albufera de Adra fue martirizado a sus veintiocho años, pidiendo morir antes que otros dos prisioneros para para darles la absolución. El siervo de Dios don José Peris Ramos lo sepultó. Su hermana recuerda que: « Mi madre nos pidió a todos los hermanos que no tomáramos venganza con la muerte de mi hermano, que había que aceptarlo con paciencia porque Dios lo había permitido así. »

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