Nacido en una humildísima familia almeriense, fue bautizado en la
Iglesia Parroquial de san Antonio de la ciudad. Cuando su padre, jornalero,
entró a trabajar como portero del Manicomio entraron en contacto con las Hijas
de la Caridad. De esta manera, conforme aumentó su devoción a la Virgen
Milagrosa, despertó su vocación e ingresó en el Seminario de san Indalecio en
1905.
El Obispo don Vicente Casanova y Marzol, el dieciocho de mayo de
1916, lo ordenó presbítero en Almería. El primer año de su ministerio fue
enviado a Bayarque, donde fue Cura Ecónomo por tres años. En 1920 fue nombrado
Cura Regente de Lucainena de las Torres. Once años después llegó a Bédar, pero
en julio de 1931 tomó posesión de la Parroquia de Benahadux.
Un colaborador suyo, don Antonio Rodríguez, recordaba que: « En los
años en que residió en Benahadux, la tranquilidad tenía sus variantes, y sobre
todo, porque estaban en explotación las minas de azufre, donde había gente de
izquierdas que se metían con nosotros. Nos prohibían el toque de campanas, nos
multaron al sacristán y a mí, prohibieron hacer procesiones, y algunas veces
nos molestaron aún dentro de la iglesia. »
Apresado al inicio de la Persecución Religiosa, fue encarcelado en
el Cuartel de Milicias donde fue sometido a una tortura diaria. Todas las
tardes trataban de hacerle blasfemar, obligándole a entonar canciones para
mermar su voluntad.
El siete de octubre de 1936 anudaron una soga a su cuello y,
suspendido en el aire, recibió una brutal paliza. Al día siguiente fue arrojado
a un coche y llevado a la carretera de Murcia, a unos trescientos metros de
Rioja. Cuando recibió los primeros tiros de su martirio, a sus cuarenta y ocho
años, cerró sus labios invocando a la Santísima Virgen: « Dios te salve... »
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