FUENTE DIOCESIS DE ALMERIA.
Nació a la vida cristiana en la Iglesia Parroquial de Santiago de su
pueblo natal. Su tía Araceli se encargó de su crianza por su pronta orfandad.
Honrado y humilde obrero, fue un ejemplo para todo el pueblo por su pureza de
vida.
Verdaderamente piadoso y asiduo al culto litúrgico, siempre estaba
dispuesto a prestar su ayuda ante cualquier necesidad. Comprometido con su fe
cristiana, se afilió a la juventud de Acción Católica para encauzar su afán
apostólico.
El veinte de agosto de 1936, durante la Persecución Religiosa, unos
milicianos los abordaron en la plaza del pueblo junto al siervo de Dios don
José Tapia Díaz. Los amenazaron con matarlos sí no blasfemaban y, como se
negaron resueltamente, los arrestaron en una camioneta hasta la cuesta de la
rambla de Gérgal. El Siervo de Dios contaba con veintisiete años de edad.
De esta manera narraba el párroco de Terque, don Antonio Martínez
Caparrós, lo referido al martirio del Siervo de Dios: «Los milicianos, al
regresar de darle muerte, dijeron que habían muerto diciendo “¡Viva Cristo
Rey¡”. El día anterior a su muerte, fue a Íllar, donde estaba don Francisco
González Garrido, párroco de Terque, para confesarse, pues decía que presentía
su muerte. Dicen en el pueblo que era un persona noble, que no tenía maldad,
respetuoso que se portaba bien con todos.»
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