FUENTE
DIÓCESIS DE ALMERÍA
Hijo de padres cristianos, recibió el Bautismo en la
Iglesia Parroquial de san Pedro de la ciudad de Almería. Con las Hijas de la
Caridad del Colegio del Milagro aprendió sus primeras letras, continuando sus
estudios después en la Salle y en el Instituto almeriense. Muy buen estudiante,
a sus diecinueve años se licenció en Derecho por la Universidad de Granada,
obteniendo catorce matrículas de honor.
El Santísimo Sacramento, pues fue adorador nocturno,
y la Madre de Dios, a la que visitaba en su Santuario de la Virgen del Mar,
fueron las dos pasiones de su vida. Entusiasmado por el ejemplo de san
Francisco, todos sus ahorros los entregaba a los frailes franciscanos para
socorrer a los pobres y profesó como terciario. También se nutrió de las sabias
enseñanzas de la Compañía de Jesús, ingresando en la Congregación de los
Estanislaos y de los Luises.
A pesar de sus pocos años, hubo de afrontar dos
retos. El primero el de su salud, pues le aquejó una grave enfermedad de
estómago. A sus afligidos familiares le dijo: «No os preocupéis; si yo me
muero; paso de esta vida a otra mejor, pero no muero.» El segundo su falta de
trabajo, situación agravada por la temprana muerte de su padre y la debilidad
económica de su familia. Aunque aprobó las oposiciones para Interventor del
Estado, la penuria de la época le impidió ganarse el pan.
El Viernes Santo de 1936, vísperas de la Persecución
Religiosa, convenció a sus amigos para desafiar las hostilidades y sacar en
procesión la sagrada imagen del Cristo de la Escucha desde la Catedral de
Almería. Su valerosa devoción le valió ser detenido el veinticinco de julio. En
su casi medio año de prisión, padecida en diversas cárceles, mantuvo intacta su
gran piedad.
A sus veintiocho años, ocho disparos sobre su cabeza
lo coronaron como mártir de Cristo en el Campamento de Viator.
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