Un Dios cercano.
FUENTE: BUENAS NOTICIAS. José Antonio Pagola.
La Navidad es
mucho más que todo ese ambiente superficial y manipulado que se respira estos
días en nuestras calles. Una fiesta mucho más honda y gozosa que todos los
artilugios de nuestra sociedad de consumo.
Los
creyentes tenemos que recuperar de nuevo el corazón de esta fiesta y descubrir
detrás de tanta superficialidad y aturdimiento el misterio que da origen a
nuestra alegría. Tenemos que aprender a «celebrar» la Navidad. No todos
saben lo que es celebrar. No todos saben lo que es abrir el corazón a la
alegría.
Y, sin
embargo, no entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en
nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca,
alegrarnos con la vida que se nos ofrece y saborear la fiesta de la llegada de
un Dios Amigo.
En medio de
nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a
la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida» (León
Magno). No se trata de una alegría insulsa y superficial. La alegría de quienes
están alegres sin saber por qué. «Tenemos motivos para el júbilo radiante, para
la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre y ha venido
a habitar entre nosotros» (Leonardo Boff). Hay una alegría que solo la
pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios y se dejan atraer
por su ternura.
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De la red |
Una alegría
que nos libera de miedos, desconfianzas e inhibiciones ante Dios. ¿Cómo
temer a un Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo rehuir a quien se nos
ofrece como un pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder
para imponerse a los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a
quien podemos acoger o rechazar.
Dios no
puede ser ya el Ser «omnipotente» y «poderoso» que nosotros sospechamos,
encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es
este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca
nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa.
El hecho de
que Dios se haya hecho niño dice mucho más de cómo es Dios que todas nuestras
cavilaciones y especulaciones sobre su misterio. Si supiéramos detenernos en
silencio ante este niño y acoger desde el fondo de nuestro ser toda la cercanía
y la ternura de Dios, quizá entenderíamos por qué el corazón de un creyente
debe estar transido de una alegría diferente estos días de Navidad.
José Antonio
Pagola
Natividad
del Señor – A
(Lucas
2,1-14)
24 de
diciembre 2016
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