San Lucas (18, 9-14)
En aquel
tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por
considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos
hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh
Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos,
adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el
diezmo de todo lo que tengo”.
El
publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh
Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo
que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece
será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
*
* * * *
Meditación del Papa Francisco
La
incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de
Jesucristo.
Es fácil
decir que Jesús es el Señor, difícil en cambio reconocerse pecadores. Es la
diferencia entre la humildad del publicano que se reconoce pecador y la
soberbia del fariseo que habla bien de sí mismo:
Esta
capacidad de decir que somos pecadores nos abre al estupor que nos lleva a
encontrar verdaderamente a Jesucristo. También en nuestras parroquias, en la
sociedad, entre las personas consagradas: ¿Cuántas son las personas capaces de
decir que Jesús es el Señor?, muchas. Pero es difícil decir: Soy un pecador,
soy una pecadora. Es más fácil decirlo de los otros, cuando se dicen los
chismes... Todos somos doctores en ésto, ¿verdad?”
Para
llegar a un verdadero encuentro con Jesús es necesaria una doble confesión: Tú
eres el hijo de Dios y yo soy un pecador, pero no en teoría, sino por esto, por
esto y por esto...
Pedro
después se olvida del estupor del encuentro y lo reniega. Pero porque es
humilde se deja encontrar por el Señor, y cuando sus miradas se encuentran él
llora, vuelve a la confesión: 'Soy pecador'.
Que el
Señor nos de la gracia de encontrarlo y también de dejarnos que Él nos
encuentre. Nos de la gracia hermosa de este estupor del encuentro. (Cf Homilía
de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2015, en Santa Marta).
FUENTE: CATHOLIC NET
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