Poner nuestras vidas en manos Dios.
Desde que comencé es plasmar estas ideas
en el blog, realmente está siendo una profunda reflexión sobre el martirio, más
que sobre el martirio, sobre la elección de Dios. Terminábamos la entrada de "Los mártires: testigos de esperanza" con esa idea de San Juan Pablo II cuando en las exequias del
cardenal Van Thuan de que “había escogido solo a
Dios”.
Solo puedo entender la gracia del
martirio, desde la misericordia. Los mártires han entrado en el “corazón de Dios, en el seno de la
misericordia”, un Dios que ha pisado nuestro suelo, que se ha hecho uno de
nosotros. Los mártires solo siguen al Mártir, ellos dan la vida por Dios, son
bellas flores de la ternura y el amor de Dios por cada uno de nosotros.
Dónde quedan nuestras preocupaciones,
nuestras prisas y carreras, nuestro no acabar nunca de hacer cosas, nuestras
depresiones… Mirar a D. Angel, mirar a sus compañeros mártires, mirar a los que
cada día dan la vida por Dios, aunque no sea de manera cruenta, pero la dan
hasta la última gota de su sangre.
Los
mártires nos enseñan a dejar nuestras
preocupaciones en Dios, ha hacer solo aquello que podemos, a vivir el momento presente con intensidad, es el momento que
tenemos para hacernos santos. Todo lo demás, ponerlo en sus manos, todo lo
demás… poner en sus manos nuestras vidas.
Paco H.
No hay comentarios:
Publicar un comentario