“Querer la voluntad de Dios”.
Chiara Lubich, en esta preciosa página inédita de su diario, nos
sugiere un modo sencillo de vivir el “ayuno” cuaresmal: podar en nosotros
pensamientos, sentimientos, acciones que nos alejen de vivir bien el presente,
el tiempo tan valioso que Dios nos concede.
Hacer la voluntad de Dios. Querer
la voluntad de Dios.
Ayer, esforzándome un poco en
hacer la voluntad de Dios en el momento presente, vi cómo era necesario cortar
decididamente con lo que pertenece al pasado o al futuro o que de todos modos
no es la voluntad de Dios del presente. Vuelve la idea de la renuncia; no solo
esa que está implícita y conlleva el cumplimiento de la divina voluntad, sino
esa explícita que hace falta para ponerse bien en la nueva voluntad de Dios del
presente.
Y viviendo la voluntad de Dios en
el presente, estando bien firme en ella, con grandes renuncias a todo lo que no
es voluntad de Dios (como podas de un árbol a ras de tierra), experimenté, o
mejor, volví a experimentar una alegría especial. Pienso que sea la experiencia
de esa "alegría celestial", de ese "paraíso anticipado", de
esa bienaventuranza de la que hablan los santos. Es una alegría que está como
al límite entre la tierra y el cielo; una alegría que te hace decirle a Jesús:
"¡Basta! ¡Es demasiado!"
Y sientes que la vida es breve,
porque una vida así no puede durar mucho tiempo en esta tierra. Es una alegría
parecida, muy parecida, creo, a la que habrá en el Paraíso, quizás la misma. Es
purísima, sacia completamente tu sed y comprendes que, aun saciado, puedes
tener todavía más sed.
Pienso que Jesús quiera que
también hoy beba de esta agua. Por eso: podas a todo lo que no es voluntad de
Dios: grandes podas; y ponerse bien en la voluntad de Dios. Totalmente, como si
no existiese nada más en el mundo, como si hubiese nacido solo para eso.
Texto del "Diario de Chiara
Lubich".
FUENTE: CENTRO CHIARALUBICH.
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