Fijaron sus ojos en Cristo
y ya no volvieron atrás.
Sabían de quien se fiaban
y esa razón pudo más.
Llevaban los ojos vendados
atados de manos y pies.
Pero el corazón palpitando
henchido de amor y de fe.
Como los
mártires,
nuestros hermanos de tierra hispana,
queremos ser:
dar nuestras vidas
unir las manos
y prepararnos para un nuevo amanecer.
Si hoy nuestros pasos vacilan
si hoy se nos cansa la fe.
Debemos fijar nuestros ojos
en Cristo y con fuerza creer.
Quitar de los ojos las vendas
librar nuestras manos y pies.
Y con corazón bien dispuesto seguir como ellos
tras Él.
Como los mártires,
nuestros hermanos de tierra hispana,
queremos ser:
dar nuestras vidas unir las manos
y prepararnos para un nuevo amanecer.
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