9 Lorenzo Palomino
Villaescusa.
Nació en Salobreña el
26 de agosto de 1867.
A la edad
de 21 años, en 1888, entró en el Seminario de San Cecilio recientemente
trasladado a la Plaza de Gracia desde su antiguo emplazamiento junto a la
Catedral. Dada su edad, hizo la carrera breve de seis cursos pero con calificación
permanente de sobresaliente. Recibida la tonsura el 24 de febrero de 1893 pasó
rápidamente todas las órdenes menores y mayores recibiendo el presbiterado el 9
de marzo de 1895 con 27 años. Después de unos meses en Adra como coadjutor,
pasó a Salobreña con el mismo cargo y siete años después marchó a la Argentina.
Fue coadjutor en la parroquia del Pilar de la ciudad de Córdoba. Allí
permaneció quince años, volviendo a Salobreña donde de nuevo fue coadjutor y
encargado de Lobres. Los pobres, siempre que le buscaban, encontraban en él
amparo y ayuda.
Cuando el
19 de julio de madrugada se le buscó en casa para prenderlo huyó por otra
puerta y se refugió en un cortijo de Molvízar con una familia amiga. Se le hizo
saber que si volvía a Salobreña no le pasaría nada, tal como se había hecho con
el párroco Antonio Morales. Se presentó en el Ayuntamiento, se le impuso una
multa de 500 pesetas y quedó en libertad, pero en el mismo día fue detenido de
nuevo junto con el Párroco. Los dos fueron llevados al templo parroquial que
había sido destrozado y, obligados a bajar a la cripta del templo, que en otros
tiempos sirviera de enterramiento, el Siervo de Dios se negó y fue amenazado de
muerte en la misma sacristía. El Párroco logró la libertad del Coadjutor y la suya
y marchó a Málaga, pero el Coadjutor permaneció en Salobreña y fue sacado de
nuevo de casa en la madrugada del 9 de agosto. Junto con un primo suyo, padre
de tres hijos, fueron llevados a la Fábrica Azucarera. El Siervo de Dios, con
cerca de 69 años, antes de morir suplicaba: No matéis a mi primo, que es padre
de familia, matadme a mí, que yo no tengo obligaciones. Pero ambos fueron
asesinados. Enterrados en una fosa común del cementerio de Motril,
posteriormente fueron exhumados, identificados y sepultados en el cementerio de
Salobreña.
La
comunidad cristiana de Salobreña, de las más antiguas de nuestra diócesis ya
que estuvo representada en el Concilio de Elvira el año 300 por el presbítero
Silvano, tiene ahora un admirable modelo de fe cristiana y un valioso
intercesor ante el Padre.
FUENTE: NOTICIAS DIÓCESIS DE GRANADA.
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