Todas las verdades reveladas proceden de la misma
fuente divina y son creídas con la misma fe, pero algunas de ellas son más
importantes por expresar más directamente el corazón del Evangelio. En este
núcleo fundamental lo que resplandece es la belleza del amor salvífico
de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado. En este sentido, el
Concilio Vaticano II explicó que «hay un orden o “jerarquía” en las
verdades en la doctrina católica, por ser diversa su conexión con el fundamento
de la fe cristiana».[38] Esto
vale tanto para los dogmas de fe como para el conjunto de las enseñanzas de la
Iglesia, e incluso para la enseñanza moral.
Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” (nº 36)
Papa Francisco.
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