«Alegraos y
regocijaos» (Mt
5,12), dice Jesús a los que son
perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo, y lo que ofrece
es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos
conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad,
desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el
llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi
presencia y sé perfecto» (Gn 17,1)
SANTO PADRE FRANCISCO. GAUDETE ET EXULTATE, nº 1
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